Las caras cotidianas pintadas de perfil, como un retrato de los días, iban derramándose, en los almanaques.
Primero los ojos, lloraban humor blanquecino, luego azulino, como pátina de lo no vivido.
El cuerpo y la danza de aquella amada bailarina, habían salido del campo visual y solo estaban en la memoria de aquel muchacho desesperado de amor.
La nariz, explotaba en un exultante estornudo, los líquidos se deslizaban arrastrando pedazos del hueso único. El olfato escapaba de ella, olía la aflicción de un amor que no iba a ser.
Los labios que nunca besaron a la hermosa bailarina clásica, se derretían como cera al sol, desde la comisura labial hacia abajo.
La lengua perdía las papilas gustativas y la declaración “te amo”, nunca pronunciada, moría de significante.
Las orejas, iban derritiéndose por los lóbulos, como un caracol baboso, arrastrando los huesos más pequeños del cuerpo, el sonido de los besos que nunca sonaron, aquella música de la orquesta, había entrado en un cono de sordera.
Un “te amo” escrito en la solapa del programa del ballet, fatigado de olvido de aniversario no vivido, se arrugó y fue deslizándose lentamente junto con el cuerpo del amante hasta el sumidero, justo cuando las marquesinas del teatro se habían apagado.
Sobre el final de la función, mientras la bailarina hacía la reverencia al público, ocurrió algo sorprendente, el muchacho como muestra de su amor, había arrojado una hermosa orquídea roja al proscenio, la bailarina, haciendo un sublime Jeté, sufre la metamorfosis en blanco y majestuoso cisne definitivamente consagrado, que se aleja del lugar con la orquídea roja en su pico.
Del muchacho, solo quedó la memoria de una lágrima encastrada en el borde de madera del proscenio.
Esta triste y melancólica historia de un amor, se vuelve cuento, luego de 39 años, los mismos inconcebibles años que tardó en caer la orquídea roja a los pies de de aquella bella bailarina, metamorfoseada en cisne blanco, que se lleva la orquídea roja, hasta el país de los pájaros migratorios.
Al menos es la historia que se cuenta en el Foyer y entre bambalinas del viejo teatro, como un mito de amor que nunca fue pero que puede estar ocurriendo.