viernes, 9 de octubre de 2009

CALIDAD DE VIDA Y EL BUEN COMENSAL


EL FOGÓN, EL CINCEL Y EL SUEÑO DE APOLO

Según la Real Academia española, comensal (Del lat. cum, con, y mensa, mesa) quiere decir cada una de las personas que comen en una misma mesa. Sin embargo, desde la mirada antropológica, el concepto de comensal, aunque faltara la mesa, fue forjado en los fogones del paleolítico en los cuáles comienza la otredad, o condición de ser otro, aquel que comparte el alimento y el lenguaje, el yo y el otro cultural, que se está perdiendo en las mesas de ayuno del postmodernismo, época que estamos transitando y que por varias razones, se da el fenómeno del comer solo y del narcisismo que amenaza con disolver la construcción del otro.

En este contexto, los padres y las madres compiten con sus hijos, pero al revés del Narciso de la mitología griega, joven y hermoso, estos modernos narcisos, están envejecidos, emanan olor a ayuno y no dudan, como complemento del deporte, inhumarse en sarcófagos con luces artificiales para obtener el color de bronce indeleble y poner el cuerpo bajo el bisturí del cirujano plástico, un moderno Pigmalión, que cincela carne y hueso en la medicina del deseo y que gana muchos pesos de los bolsillos opulentos.

Pigmalión (1), como cosmética o medicina del deseo capaz de modelar, no ya el cuerpo del hombre sino los genes de la especie humana, ignora el momento en el cuál el cincel hará brotar sangre de la estatua. Cuando esto ocurra, la vida será: “nacer clonado, vivir el sueño de Apolo y morir postergado”



LOS NUEVOS LEPROSOS Y EL ASESINO EN DELFOS

Los que envejecen dignamente, los viejos de antes con arrugas y canas o calvos, están confinados, junto a barrigones y a fumadores, a los nuevos leprosarios, observados y señalados por la gente sana (2) como un nuevo espectáculo en la cultura de la imagen.

En lugar de ellos irrumpen estos narcisos, atrapados en sus cuerpos, acomodando la imagen de aquello que quieren ver en los espejos. Comen alimentos descremados, dietéticos, Light, sin grasas, con lactobacilos, minerales y vitaminas, con gusto a plástico que nuestro código genético no procesa y que son extraños culturales. El fogón del paleolítico y el comensal, se va perdiendo en el ayuno de los tiempos.

La comensalidad genera dos niveles ontológicos, uno horizontal, ligado a la hospitalidad, a la mesa y al fogón, al espetón paleolítico y al caldero neolítico, al pan y al vino, así los hombres comparten sus experiencias con el otro.

El segundo nivel vertical, de sacrificio ritual, es la comunicación con los dioses, aquel factor numinoso desde el límite del ser, desde el círculo hermético que desliza al círculo del aparecer. (3) Esta comunión ritual puede establecerse a partir de animales destinados al sacrificio o a través de la combustión de especies aromáticas como la mirra y el incienso. (4)

Las crónicas de la ciencia, generan admiración y temor, desplegando un andamiaje de proezas biogenéticas y de cortes epidemiológicos acerca de enfermedades, con cuerpos sin rostro, sin dolor, sin sudor y sin órganos, en un cielo de evidencias.

Estos logros difundidos por los medios, fogonean la cultura indolora y vacía, las personas son como paradigmas caídos a la tierra, en busca de medidas antropométricas perfectas, en un mundo de la imagen que fomenta la bulimia y la anorexia.

“Las personas mueren en la ruta de los espejos, en busca de la bella apariencia, mientras el gran asesino, descansa en Delfos coronado de laureles, por los sacerdotes del éxito”.
OBJETOS COMESTIBLES NO INDENTIFICADOS Y BIOÉTICA.

La biotecnología desacraliza aún más la naturaleza y se llega a los peligros de erosión cultural del lenguaje y amenaza cierta de extinción de la especie.

La carne, como también los vegetales y los cereales, son alimentos conocidos por nuestro código genético y nuestros sentidos, tienen historia: Prometeo el fuego y el buey, Deméter, y el cultivo de los cereales, Dionisos la uva y el vino, los órficos y los vegetales, cada uno con sus fiestas religiosas y cada uno con sus ofrendas. Más adelante, el sacrificio del hijo de Dios, en la cruz de madera del carpintero y luego la eucaristía, comer y beber la sangre y el cuerpo de Cristo.

En cambio los “OCNIS” (Objetos comestibles no identificados) (5) son alimentos sin historia, ni relación ontológica con los dioses, desacralizados y envasados de supermercados, etiquetados y aptos para el consumo humano.

Otros OCNIS, los transgénicos en los campos, en las granjas, en las latas, armados con genes que los hacen inmortales, pero con el talón de Aquiles de la no diversidad, de la producción de nuevas enfermedades y hostiles a Deméter y al buey labrador, en el límite de la cultura y de la locura, promocionados como alimentos necesarios para dar de comer a los hombres por la explosión demográfica y la paradoja de su convivencia con la mayor cantidad de desnutridos de la historia.

Parece que estos superalimentos no llegan a la mesa de los pobres.
Una mirada desde la bioética, puede ver que los alimentos y los medicamentos, no son bienes sociales, suscriptos al derecho a la salud, sino que son productos de consumo que facturan las empresas como ganancias, olvidando la dignidad de las personas que son tomadas como medios y no como fines con el único objetivo de ganar dinero, que circula como el éter y que vigoriza la letrilla de Quevedo: “Poderoso caballero es Don Dinero”.

Esta consideración es en defensa de una ética comunitarista, (6) aquella que traza sus fines comunitarios con un concepto de libertad que supera la autonomía promocionada por la ética del individualismo liberal, asociada fuertemente al narcisismo y a los intereses comerciales. El rescate del buen comensal está ligado al derecho a la alimentación y al ejercicio de una buena vida.


GUSTOS DE RICOS, DE POBRES Y GRANDES GLOTONES

The-Supper,Fernando Botero

La comida para ricos y para pobres, es dictada desde el poder en una planeada táctica de la construcción social del gusto.
“El foie Gras” era una comida de ricos según muestra Homero en la Odisea cuando Penélope se sentía orgullosa de las 20 ocas que tenía en su casa, comiendo trigo, empapado en agua par engordarlas. (7)
Un médico del siglo XVI, Baldassare Pisanelli, decía que el pobre debía rechazar las comidas de sus amos, porque el faisán provoca asma en la gente rústica. En cambio eran merecedores de una buena sopa de puerros.

Las ostras son un plato caro en Occidente, sin embargo en el siglo XVII eran comida de proletarios. (7) En la Roma imperial, los vermichelli eran tres veces más caros que el pan. Hubo que esperar a la máquina de de amasar en Nápoles, para que los fideos fueran el alimento del pueblo. (7)

Se tiene conocimiento de grandes glotones ligados al poder, los gordos eran los poderosos para gobernar y para tragar.
Milón de Crotona, yerno de Pitágoras, capaz de comer en un día, 10 kilos de carne, beber 10 litros de vino, sin problemas digestivos. (4)
Luis XIV, un día, tragó en soledad, espiado por su cuñada, cuatro cuencos de sopas, un faisán, una perdiz, grandes platos de ensaladas, carnero al ajo en su jugo, jamones, frutas varias y confituras (7).

Moctezuma comía gallinas, pavos, palomas conejos y liebres en una sola cena y pasteles de postre, con chocolate amargo. (7) Y de vez en cuando, se comía la carne de un muchacho elegido especialmente. Se sabe que hubo caníbales por todas partes, también en Grecia antes de los presocráticos.

De la construcción social del gusto, viene el dicho: “no se come lo que se quiere sino que se quiere lo que se come” (5) ahora respaldado por la ciencia y por los expertos en nutrición, por las sociedades científicas que omiten cuestiones sobre calidad de productos envasados pero que no dudan en estampar sus sellos en yogures, huevos, aceites, agua mineral y otros alimentos como garantías de seguridad en un exceso de promoción de alimentos custodiados por la ciencia.

LOS FINES DE LOS MEDIOS

La industria del medicamento, la industria del alimento y la medicina basada en evidencia, en una alianza estratégica, difunden a través de los medios, un mensaje uniforme, comer nutrientes para estar mejor alimentados, adaptando y modelando nuestra diversidad omnívora hacia sus fines que no son los de combatir la desnutrición ni fomentar la comensalidad, la globalización del gusto anula la diversidad, borra las cuencas semánticas y gustativas de la lengua, con el único fin de homogeneizar para ganar dinero que es la meta verdadera.

Los fines no pueden justificar a los medios, aún es posible desnudar el doble estándar, denunciar las políticas regresivas, cambiar el principio del fin por el fin del principio, rescatar el fogón del paleolítico, antes que el olor a ayuno contamine el aire, antes que el pan y el vino del buen comensal, sean el sueño de otra humanidad.

MARCELO OCAMPO
8/10/ 2009

BIBLIOGRAFÍA

1. MALIANDI, R. La investigación médica, conflictos y problemas. ED. Antrofagia,
2009, en homenaje a José Alberto Mainetti.

2. DE DIEGO, JL. “Calidad de Vida”, sección Enfoque, Diario el Día, La Plata, 17 de septiembre de 2009.

3 TRIAS, E. Pensar la religión (Altamira

4 DETIENNE, M. Los Jardines de Adonis. Akal Editores, 1983.

5. AGUIRRE, P. KATZ, M. Encuentro COMER, Sociedad Médica de La Plata,
17 de septiembre de 2009.

6. TEALDI, JC. Comunidad y Contexto. Diccionario Latinoamericano de Bioética, UNESCO, 2008.

7 FERNANDEZ ARMESTO, F. Historia de la cocina. TusQets editores, 2004.