jueves, 10 de diciembre de 2009

Flor y sangre en el aire


En el ciclo de la naturaleza, los frutos prematuros caen sin beber la luz, en pleno invierno, no hay frutos de verano, la combustión del sol no puede hacer madurar a los higos. Sin embargo, una mano ajena a la naturaleza intervino y calló para siempre aquello que no pudo Ser y sin embargo, se trepó a la garganta de su madre justo cuando la tarde de frío siberiano, traía el temor de las culatas, del color verde, curioso contraste de cachiporra y llanto de dragones camuflados con botas marrones y aliento a fango, bajo un cielo de pólvora y una pesada bruma que hundía la recta del horizonte.


La libertad sobre el cuerpo puede interrumpir un fruto a voluntad, pero la abeja no puede torcer su destino de miel.
Sin embargo, la romántica obstinación por el curso de la naturaleza, adormece la vigilia de la conciencia.

Las fauces hambrientas de las bestias cegadas por el olor de carne inocente, por la visión mesiánica de acartonados pendones y de escopetas recortadas, como las astas salvajes que ensartan las vísceras de los peatones y que después irían por aquellas islas.
Pero era un tiempo en el cual los hijos ya no querían dejarse tragar por Cronos y menos aún por el monstruo asesino de tres cabezas que estaba latiendo en el cubil verde oliva.

Olor a sangre y a jazmines en el aire de las calles y en las casas, un sobrio aroma cotidiano esquivo a las narices de aquellas escopetas recortadas.
Extraña paradoja, el olor a bestia cerraba el espacio en aquella tarde de julio.
Luego se supo de aquel plan siniestro, que condujo, del Ser al no Ser.
Pero el derecho a la libertad, traía la dignidad a la conciencia y en las narices, un perfume a revolución, como rara flor de jazmín y de sangre.

Flor y sangre en el aire y en las cloacas;
flor y sangre en las servilletas y en las corbatas.
Flor y sangre y aquella partera en la tarde de invierno,
entrando a la pieza con su atuendo “animal print”,
gritando como una Erinia, las sórdidas sentencias de muerte y de pecado, pero la aflicción que sofoca la garganta, ya estaba sobre la madre
que yacía media dormida en la camilla raída, ultrajada en cuerpo y alma, las esferas del llanto, se habían llevado toda la sal de sus ojos.
La Erinia, sobreactuó su papel, entre el derecho a la autonomía y el derecho a la vida, en un crispado atardecer, cuchara en mano, sermón de pordiosera y paga de princesa. Luego entra en escena aquel personaje, el médico gris como el cielo plomizo de aquella tarde, llevando las agujas soporíferas dentro del maletín de cuero negro.

Lo uno y lo múltiple metafísico, la mismidad y la otredad mas cotidiana frente al reflejo poliédrico de los ojos del reptil.
Cuerpos sin escamas, cubiertos de sal en el mar, cuerpos sin sal en oscuros burdeles donde ronda la muerte; médicos de guardapolvo negro, prestando asistencia a la trágica decisión de desprendimiento.

Las caracolas entonan sus nombres en el viento, donde ya flotan las respuestas que no escucha este muchacho solitario, con piel de cactus, plantado en el desierto de aquel trágico mes de febrero.

Pero tu partida fue anterior al horror, cuando un displicente cirujano, apagó las luces del escenario, aplazando o apurando el desenlace trágico, un suspenso innecesario o la prudencia de no penetrar el bisturí hasta ver la señal certera en la incertidumbre de la espesura espacial del cuerpo.
“La enfermedad no recorre los cuerpos siempre de la misma manera”.
Lo cierto es que lo ineluctable, cayó como un telón sobre los ojos de un testigo único.

Su madre se hizo ovillo por dentro de su propia matriz, para acunar la huella de la niña; por fuera, el abismo de la tristeza que no tiene nombre.

Cuando entraste al bosque encantado, por la puerta de flores multicolores, veinte ruiseñores entonaron sus dulces cantos y una suave brisa trajo el perfume de lo sagrado.
De este lado, quedan huellas de sangre, jirones de sueños rotos y el recuerdo de tu imagen, flotando en el aire de la memoria, a veces difusa, a veces opaca y otras tan nítida que al querer tocarla, se esfuma como el fantasma de una nube blanca.

Marcelo, 8 de diciembre de 2009

domingo, 29 de noviembre de 2009

Teresa pudo decir adiós

Algún árabe dijo que su espíritu no podía volar más rápido que su camello; pienso que tampoco puede ir más rápido que un auto o cuando el cuerpo sube por una escalera mecánica, el espíritu llega después subiendo por una escalera de madera.

Sin embargo, en ciertas ocasiones, puede ocurrir que el espíritu, se adelante al cuerpo debido a ese fenómeno llamado intuición, el cuál, al integrarse con la secuencia del laberinto, llega antes a su centro, mientras que el hilo de la razón, sigue analizando las vueltas y retrasando el cuerpo.

Tal vez esto haya ocurrido en la historia que voy a contar.

Era una soleada y cálida mañana de domingo, un día 30 de agosto que trajo un calor de verano como si al invierno lo hubieran cortado. Pero la naturaleza no se adelanta, sigue su ley inalterable. Solo los humanos nos podemos confundir, porque el pié femenino de las especies vegetales, esperaban que los pólenes que aman al viento, se lancen a él para fecundarlas. Y así pasó con los árboles de la ciudad, los plátanos, los fresnos, lanzaron sus semillas al viento, los pólenes que se meten hasta en las narices de las estatuas que pisan las flores de las plazas.


Esa mañana, voy a la casa de una querida vecina del barrio, ella sufría de una urticaria desde hacía unos días, estaba inquieta, la picazón le aguijoneaba la piel. Pero había más, una pérdida de apetito y una queja por una pierna inflamada a la altura de la cadera, el achaque cotidiano de una antigua dolencia.


Su acento, siempre italiano, se obstinaba en seguir pegado a su lengua, como si los aromas de su tierra, hicieran que el cuerpo estuviese aquí y el espíritu del otro lado del océano, habitando la casa de la niñez.


Ella respiraba como todos, en nuestra bella ciudad de diagonales, el inconfundible aire perfumado de tilo en noviembre. Y en diciembre, con su gran familia, esperaba los festejos de navidad y de año nuevo; ella inauguró la costumbre de sacar las mesas y las sillas afuera para el festejo vecinal, la algarabía de la comensalidad, en la noche previa al nuevo año, con los muñecos en las esquinas de la ciudad, esperando su destino de fuego, muñecos que antes de morir calcinados, pierden la conciencia ahogados por el humo de la pirotecnia.


Ella era generosa con todos, hasta el cartero detenía su itinerario epistolar, para tomar el café caliente que Teresa preparaba por las mañanas.

El mismo café que el jardinero tomaba antes de emprender la poda redonda de la copa del ficus que ella veía crecer cada día en su vereda.

Sin embargo, una nostalgia la agobiaba y mordía su alma como los blancos y fríos colmillos de las fauces de un lobo.

La urticaria, malestar pasajero pero insidioso, volvía cada vez que terminaba sus remedios y así transcurrió una semana.

Cuando sus hermanos regresaron de un planificado viaje a Italia, el encomio de la tierra natal, los recuerdos, los aromas, las anécdotas, las fotos, inundaron las retinas de Teresa y su espíritu colmado de alegría, regresó desde la lejana y amada patria.


Transcurridos unos días, ella vuelve a decir de aquella aflicción que la acompaña, los colmillos de las fauces volvían a morder.


Esa mañana de domingo en que el sol reverberaba sobre el lomo del invierno caído, Teresa, le cuenta a mi mujer, que sentía mucho frío, como frío en los huesos y ese dolor en la cadera que no la deja, que ata una de sus piernas y resignada, entra a su casa, luego de despedirse con un beso.


Sandra me comenta el episodio, sin dejar de sorprenderse por el contraste del frío que ella sentía con la sensación térmica de más de 30 grados que anunciaban por la radio y que se padecía en el cuerpo.


Cerca del caluroso mediodía, cuando la copa redonda de poda del ficus se recuesta sobre mi vereda, golpeo la puerta de su casa para darle unos antialérgicos que mitiguen su picazón. Ni bien abre la puerta de madera ingreso al living, y mi espíritu se estremece por un extraño frío, como de aire acondicionado; le dije -Teresa hace mucho frío ¿el aire acondicionado está prendido?- No querido, no hay aire encendido, para agregar: te agradezco tanto, gracias por los remedios; estoy mejor, pero la pierna me duele, no tiene arreglo y no tengo apetito. -Pero acá hace frío, tendrías que abrir las ventanas, le digo.


Fue en ese instante, cuando presentí que algo ineluctable, hostil a la razón estaba por ocurrir. Traté de tranquilizarme pensando que el frío se debía a que la alta temperatura de un solo día, no puede calentar la casa por dentro, mas si está con las persianas bajas.


Pero por fuera de la razón, presentía que alguien había tenido el valor suficiente de tatuar en carne propia, aquella frase: “vivir es aprender a decir adiós”.

Imaginé el paso a través de sucesivas puertas, que se van cerrando, desde la humedad primera hasta el confín de la tierra.

Dos días después, el sonido a metal del portero eléctrico, se mete en mis oídos y corro hacia él en la súbita vigilia del amanecer y escucho, desde el exterior de mi casa, una voz cargada de angustia, como de plomo, que dice - Vení por favor, por favor, me parece que Teresa…


En ese instante, cuando la luna, sentada en el techo de la casa de persianas bajas, acunaba con sus níveos brazos, el cuerpo y el espíritu de Teresa, supe que su alma, de un soplo, había trepado al cielo por la copa del ficus, redonda de poda.


La tarde del martes, me encuentro con el médico de cabecera, alguien que sabe tocar a los pacientes, alguien que no los deja sufrir hambre de piel y me comenta: -No esperaba este desenlace, no había signos ni síntomas. -Entiendo que no- respondo, pero de algún modo, Teresa pudo decir adiós.


Marcelo, noviembre de 2009

martes, 10 de noviembre de 2009

ROSA DE VÉRTIGO


Pude ver a las niñas de tus ojos
en el columpio del sol,
gravitando sobre el arco iris
con sus pies descalzos.
Tres vírgenes con sus cántaros de miel,
vienen a mí.
Los aromas de tu piel,
blanca de luna,
embriagan mi alma.

Criatura de la tierra
en la sexta casa del cielo,
la gracia de tu belleza
consuela en la presencia,
aflige en la ausencia.

Tu sonrisa de dientes de leche
me contiene,
las ondulaciones de tus cabellos
me pierden.

Los principios ceden,
la razón no entiende.
La conciencia pregunta
¿Callar prudentemente?
¿ decir sinceramente?

Rosa de vértigo,
la contingencia de lo que hoy es
no predice aquello que mañana
pueda ser.
El instante inicial
de la caricia en el alma
aún puede llegar.

La esencia de Eros
penetra todo el ser,
liviano como el éter
enloquece la razón
inunda el corazón.
La garra de la pantera
rasga el velo de la apariencia,
la foto de hoy se tiñe de sepia.

Antes que la rosa de vértigo,
cristalice definitivamente
en el silencio,
antes que deba refugiarme
detrás de donde soplan los vientos,
antes que los sueños
con sus alas quebradas
caigan,
antes que Orfeo
vuelva atrás la mirada,
debo liberar estos versos.

Marcelo, 2009.

viernes, 9 de octubre de 2009

CALIDAD DE VIDA Y EL BUEN COMENSAL


EL FOGÓN, EL CINCEL Y EL SUEÑO DE APOLO

Según la Real Academia española, comensal (Del lat. cum, con, y mensa, mesa) quiere decir cada una de las personas que comen en una misma mesa. Sin embargo, desde la mirada antropológica, el concepto de comensal, aunque faltara la mesa, fue forjado en los fogones del paleolítico en los cuáles comienza la otredad, o condición de ser otro, aquel que comparte el alimento y el lenguaje, el yo y el otro cultural, que se está perdiendo en las mesas de ayuno del postmodernismo, época que estamos transitando y que por varias razones, se da el fenómeno del comer solo y del narcisismo que amenaza con disolver la construcción del otro.

En este contexto, los padres y las madres compiten con sus hijos, pero al revés del Narciso de la mitología griega, joven y hermoso, estos modernos narcisos, están envejecidos, emanan olor a ayuno y no dudan, como complemento del deporte, inhumarse en sarcófagos con luces artificiales para obtener el color de bronce indeleble y poner el cuerpo bajo el bisturí del cirujano plástico, un moderno Pigmalión, que cincela carne y hueso en la medicina del deseo y que gana muchos pesos de los bolsillos opulentos.

Pigmalión (1), como cosmética o medicina del deseo capaz de modelar, no ya el cuerpo del hombre sino los genes de la especie humana, ignora el momento en el cuál el cincel hará brotar sangre de la estatua. Cuando esto ocurra, la vida será: “nacer clonado, vivir el sueño de Apolo y morir postergado”



LOS NUEVOS LEPROSOS Y EL ASESINO EN DELFOS

Los que envejecen dignamente, los viejos de antes con arrugas y canas o calvos, están confinados, junto a barrigones y a fumadores, a los nuevos leprosarios, observados y señalados por la gente sana (2) como un nuevo espectáculo en la cultura de la imagen.

En lugar de ellos irrumpen estos narcisos, atrapados en sus cuerpos, acomodando la imagen de aquello que quieren ver en los espejos. Comen alimentos descremados, dietéticos, Light, sin grasas, con lactobacilos, minerales y vitaminas, con gusto a plástico que nuestro código genético no procesa y que son extraños culturales. El fogón del paleolítico y el comensal, se va perdiendo en el ayuno de los tiempos.

La comensalidad genera dos niveles ontológicos, uno horizontal, ligado a la hospitalidad, a la mesa y al fogón, al espetón paleolítico y al caldero neolítico, al pan y al vino, así los hombres comparten sus experiencias con el otro.

El segundo nivel vertical, de sacrificio ritual, es la comunicación con los dioses, aquel factor numinoso desde el límite del ser, desde el círculo hermético que desliza al círculo del aparecer. (3) Esta comunión ritual puede establecerse a partir de animales destinados al sacrificio o a través de la combustión de especies aromáticas como la mirra y el incienso. (4)

Las crónicas de la ciencia, generan admiración y temor, desplegando un andamiaje de proezas biogenéticas y de cortes epidemiológicos acerca de enfermedades, con cuerpos sin rostro, sin dolor, sin sudor y sin órganos, en un cielo de evidencias.

Estos logros difundidos por los medios, fogonean la cultura indolora y vacía, las personas son como paradigmas caídos a la tierra, en busca de medidas antropométricas perfectas, en un mundo de la imagen que fomenta la bulimia y la anorexia.

“Las personas mueren en la ruta de los espejos, en busca de la bella apariencia, mientras el gran asesino, descansa en Delfos coronado de laureles, por los sacerdotes del éxito”.
OBJETOS COMESTIBLES NO INDENTIFICADOS Y BIOÉTICA.

La biotecnología desacraliza aún más la naturaleza y se llega a los peligros de erosión cultural del lenguaje y amenaza cierta de extinción de la especie.

La carne, como también los vegetales y los cereales, son alimentos conocidos por nuestro código genético y nuestros sentidos, tienen historia: Prometeo el fuego y el buey, Deméter, y el cultivo de los cereales, Dionisos la uva y el vino, los órficos y los vegetales, cada uno con sus fiestas religiosas y cada uno con sus ofrendas. Más adelante, el sacrificio del hijo de Dios, en la cruz de madera del carpintero y luego la eucaristía, comer y beber la sangre y el cuerpo de Cristo.

En cambio los “OCNIS” (Objetos comestibles no identificados) (5) son alimentos sin historia, ni relación ontológica con los dioses, desacralizados y envasados de supermercados, etiquetados y aptos para el consumo humano.

Otros OCNIS, los transgénicos en los campos, en las granjas, en las latas, armados con genes que los hacen inmortales, pero con el talón de Aquiles de la no diversidad, de la producción de nuevas enfermedades y hostiles a Deméter y al buey labrador, en el límite de la cultura y de la locura, promocionados como alimentos necesarios para dar de comer a los hombres por la explosión demográfica y la paradoja de su convivencia con la mayor cantidad de desnutridos de la historia.

Parece que estos superalimentos no llegan a la mesa de los pobres.
Una mirada desde la bioética, puede ver que los alimentos y los medicamentos, no son bienes sociales, suscriptos al derecho a la salud, sino que son productos de consumo que facturan las empresas como ganancias, olvidando la dignidad de las personas que son tomadas como medios y no como fines con el único objetivo de ganar dinero, que circula como el éter y que vigoriza la letrilla de Quevedo: “Poderoso caballero es Don Dinero”.

Esta consideración es en defensa de una ética comunitarista, (6) aquella que traza sus fines comunitarios con un concepto de libertad que supera la autonomía promocionada por la ética del individualismo liberal, asociada fuertemente al narcisismo y a los intereses comerciales. El rescate del buen comensal está ligado al derecho a la alimentación y al ejercicio de una buena vida.


GUSTOS DE RICOS, DE POBRES Y GRANDES GLOTONES

The-Supper,Fernando Botero

La comida para ricos y para pobres, es dictada desde el poder en una planeada táctica de la construcción social del gusto.
“El foie Gras” era una comida de ricos según muestra Homero en la Odisea cuando Penélope se sentía orgullosa de las 20 ocas que tenía en su casa, comiendo trigo, empapado en agua par engordarlas. (7)
Un médico del siglo XVI, Baldassare Pisanelli, decía que el pobre debía rechazar las comidas de sus amos, porque el faisán provoca asma en la gente rústica. En cambio eran merecedores de una buena sopa de puerros.

Las ostras son un plato caro en Occidente, sin embargo en el siglo XVII eran comida de proletarios. (7) En la Roma imperial, los vermichelli eran tres veces más caros que el pan. Hubo que esperar a la máquina de de amasar en Nápoles, para que los fideos fueran el alimento del pueblo. (7)

Se tiene conocimiento de grandes glotones ligados al poder, los gordos eran los poderosos para gobernar y para tragar.
Milón de Crotona, yerno de Pitágoras, capaz de comer en un día, 10 kilos de carne, beber 10 litros de vino, sin problemas digestivos. (4)
Luis XIV, un día, tragó en soledad, espiado por su cuñada, cuatro cuencos de sopas, un faisán, una perdiz, grandes platos de ensaladas, carnero al ajo en su jugo, jamones, frutas varias y confituras (7).

Moctezuma comía gallinas, pavos, palomas conejos y liebres en una sola cena y pasteles de postre, con chocolate amargo. (7) Y de vez en cuando, se comía la carne de un muchacho elegido especialmente. Se sabe que hubo caníbales por todas partes, también en Grecia antes de los presocráticos.

De la construcción social del gusto, viene el dicho: “no se come lo que se quiere sino que se quiere lo que se come” (5) ahora respaldado por la ciencia y por los expertos en nutrición, por las sociedades científicas que omiten cuestiones sobre calidad de productos envasados pero que no dudan en estampar sus sellos en yogures, huevos, aceites, agua mineral y otros alimentos como garantías de seguridad en un exceso de promoción de alimentos custodiados por la ciencia.

LOS FINES DE LOS MEDIOS

La industria del medicamento, la industria del alimento y la medicina basada en evidencia, en una alianza estratégica, difunden a través de los medios, un mensaje uniforme, comer nutrientes para estar mejor alimentados, adaptando y modelando nuestra diversidad omnívora hacia sus fines que no son los de combatir la desnutrición ni fomentar la comensalidad, la globalización del gusto anula la diversidad, borra las cuencas semánticas y gustativas de la lengua, con el único fin de homogeneizar para ganar dinero que es la meta verdadera.

Los fines no pueden justificar a los medios, aún es posible desnudar el doble estándar, denunciar las políticas regresivas, cambiar el principio del fin por el fin del principio, rescatar el fogón del paleolítico, antes que el olor a ayuno contamine el aire, antes que el pan y el vino del buen comensal, sean el sueño de otra humanidad.

MARCELO OCAMPO
8/10/ 2009

BIBLIOGRAFÍA

1. MALIANDI, R. La investigación médica, conflictos y problemas. ED. Antrofagia,
2009, en homenaje a José Alberto Mainetti.

2. DE DIEGO, JL. “Calidad de Vida”, sección Enfoque, Diario el Día, La Plata, 17 de septiembre de 2009.

3 TRIAS, E. Pensar la religión (Altamira

4 DETIENNE, M. Los Jardines de Adonis. Akal Editores, 1983.

5. AGUIRRE, P. KATZ, M. Encuentro COMER, Sociedad Médica de La Plata,
17 de septiembre de 2009.

6. TEALDI, JC. Comunidad y Contexto. Diccionario Latinoamericano de Bioética, UNESCO, 2008.

7 FERNANDEZ ARMESTO, F. Historia de la cocina. TusQets editores, 2004.


sábado, 8 de agosto de 2009

Bioética ,Derechos Humanos e Investigación


sábado, 25 de julio de 2009

Medios de contraste radiológicos iodados

sábado, 18 de abril de 2009

Alergia al latex

martes, 7 de abril de 2009

La vieja librería

Una justa literaria.Jonathan Wolstenholme.

Resuelto a encontrar a Ifigenia, la hermosa princesa micénica, hija de Agamenón y Clitemnestra, entro a cuatro librerías de la calle Santa Fe.
En la primera, me dirijo al cartel indicador de literatura clásica, pero no estaba; me fijé entonces en el sector teatro y nada, pregunto a un empleado, por Ifigenia, de Racine; él busca por el catálogo informático y me comenta que la obra está agotada.

En el segundo local que visito, hago la solicitud:
-Busco a Ifigenia, de Racine.
- Perdón- dice el empleado.
-Ifigenia, no la conozco pero la buscamos en el catálogo una vez que encienda el sistema .
–No se moleste, paso otro día.

En el tercer negocio, una vidriera bien grande, seductora, intensa luz que parpadea, libros de tapas gruesas, con precios caros, discos compactos, custodios marrones con desafiante cachiporra y en el aire, una música funcional de jazz lavado, blanco y neutro. El piso alfombrado que ahoga los pasos, los sectores con carteles indicadores, como los de las autopistas, pero solo para peatones, los estantes con nuevas ediciones.
Me dirijo a una empleada de boquita pintada y amable sonrisa:
-Buenas tardes.
-Hola
-¿Tendrás Ifigenia, de Racine?
-Ya me fijo.
Y ahí nomás, busca en el catálogo informático:
–Mirá, están los libros Fedra, Andrómana, Ifigenia, de Recine, pero no hay disponibilidad.
Me despido, poniendo los ojos en posición panóptica y aparece así, en mi campo visual, la bóveda del techo, la platea con estantes, los palcos de un teatro remodelado por despiadados plásticos, un enorme escenario y actores anónimos listos para interpretar el mas taquillero drama de moda: “Autoayuda, solución para la angustia”.

En la cuarta y última librería una simple vidriera con poca luz, macetas con violetas de los Alpes y libros como pétalos caídos. Sobre el vidrio, una banda cruzada que dice: los textos están aquí.
Entro, con entusiasmo por encontrar a Ifigenia. De inmediato tuve la impresión de estar en otra dimensión, en otro tiempo. Había una pátina ocre en las solapas de los libros abarrotados en escarpados estantes, a uno y otro lado del pasillo y una escalera como herramienta para alcanzar, a duras penas, la fila más cercana a la cima.

No había guardias de seguridad ni computadoras, ni música lavada, solamente un silencio cómplice y agradable y tres personas, a primera vista, abocadas a tareas de acomodar los ejemplares.
Uno de ellos, de camisa blanca, con lentes de aumento tan grandes que sus ojos parecían los de un chino, me dice:
-Buenas tardes señor.
-Buenas tardes- respondo.
-Busco a Ifigenia, de Racine.
-Sí, la obra del dramaturgo francés, seguramente tenemos lo que está buscando.
Se dirige a un empleado mas joven pero con la misma actitud del que conoce el oficio; hablan entre ellos, señalan un lugar preciso, en lo alto de los estantes y el joven empleado, emprende la subida hacia lo alto de la pila, como un eximio escalador, desafiando las posibilidades técnicas de la escalera, en puntas de pié sobre la cima, toma un libro y baja con un ejemplar de Ifigenia, pero escrito en francés.
En eso, se oye una voz dulce, algo apagada, desde el interior, detrás de una caja registradora de madera con botones de metal, -las obras de los dramaturgos franceses, traducidas al español están un escalón por debajo hacia la derecha.
El empleado baja y me entrega un librito, leo el título Fedra e Ifigenia, de Racine.
En la vieja librería, se respiran letras y hasta arcilla de tablillas minoicas.
-¿Cuanto vale? –pregunto.
-Al fondo, a su derecha, le van a cobrar.
Me dirijo a la caja registradora mientras pensaba en qué moneda nacional me iban a cobrar.
Detrás de la caja, había una pareja de ancianos, el señor que indicó donde estaban los dramaturgos, vestido con camisa a rayas y un pantalón con tiradores; al lado su mujer, una bella anciana de esas que sus miradas transmiten una inequívoca sensación de paz, dedicada a la tarea de encuadernar un libro con engrudo y paciencia. Tenía un guardapolvo de color rosa clarito almidonado, y unas manos arrugadas pero firmemente abocadas a la noble tarea de restauración.
Cuando pago, el señor de anteojos me dice:
-Le preparo la factura.
- No hace falta- contesto. (Imaginé que iba a escribir en hoja ocre con una lapicera de pluma y pulmón de tinta).
En ese instante, ocurre algo insólito, en el fondo, por detrás a la izquierda, dos muebles cargados con libros, se mueven, caminan de un lado para el otro, observo que tienen patas, de bronce uno y de madera el otro. --- ¡Esos muebles caminan!- exclamo.
–En efecto- contesta el viejo librero- ocurre que son muebles muy antiguos, el de patas de bronce guarda libros de magia, con fórmulas de alquimistas y de astrólogos, y el de patas de madera torneada, cuentos fantásticos, mitos y leyendas.
-Hay otra cosa que debe saber, cuando un cliente se lleva a una mujer de la tragedia, ella, a veces, abandona la librería y vuelve una vez leída la obra.
Quedé paralizado por un instante, pensando en las consecuencias de llevarme a Ifigenia, tal vez un criado de Agamenón llegue a casa con un mensaje pidiendo que la esconda en el placard hasta que soplen los vientos. (El oráculo de Calcas decía que los vientos soplarían si el rey sacrificaba a su hija y las naves podían navegar hacia Troya. Pero el jefe de los príncipes soportaba la aflicción como una pesada piedra en la conciencia, aguijoneado por el tábano de la razón de estado, su hermano Menealo, el caudillo del lecho nupcial traicionado por la bella e inconstante Helena).
Tal vez Ulises, fecundo en ardides, con retórico discurso sofista, me acuse de bigamia, desde un piquete barrial, obligándome a entregar a la princesa para el sacrificio.
¡Ni pensar en la razón del corazón de Aquiles, el que le arrastraba el ala a Ifigenia en la costa de Aulide, llegando hasta mi casa, derribando la puerta y atravesando mi garganta con un certero golpe de su espada!
Comencé a sudar, casi al borde de un ataque de pánico, cuando escucho la voz del anciano.
-No tiene que preocuparse, solo las heroínas de la tragedia pueden atravesar los dos mundos.
-¿Siempre ocurre de este modo?- pregunto.
- Hay una excepción (contesta el viejo librero), Helena, a veces tarda en regresar, no es como las demás.
-Estoy seguro que usted pronto volverá a este lugar y se llevará a la más bella y seductora mujer de la tierra, cuando eso suceda, no tomará a la ligera las recomendaciones que le daremos para que no vuelva a ocurrir.
-¿Que ocurrió?
El anciano deja pasar unos instantes para responder:
-Ahora lleve a Ifigenia y olvídese de Helena, no es el momento de hablar de ella, no precipite las cosas.
-Gracias por la revelación de las heroínas de la tragedia, hoy aprendí mucho de ustedes, aprendí el significado de la palabra ilusión, pude ver la cesura espacial, por donde ellas entran y salen. Y la veracidad de la banda de papel sobre el vidrio con la leyenda: los textos están aquí.

Me despido, llevando el libro (o a Ifigenia) procurando que nada saliera por la puerta, atravieso el umbral con cautela, atento a cualquier sonido o movimiento por detrás o a los costados de mí, invadido por la atmósfera del lugar, tan singular, que no dejaba entrar ni el ruido del tránsito, ni las luces de las marquesinas de la calle Santa Fe; por eso cuando salí, tuve la sensación de cerrar, no las puertas de una librería, sino las tapas de un cuento.

Marcelo Ocampo

domingo, 5 de abril de 2009

Informe sobre el Sistema Provincial de Investigación en Salud



viernes, 27 de marzo de 2009

El águila de plaza Italia

Monumento en Plaza Italia - La Plata

Estaba pensando en el águila de Plaza Italia, después de 50 años, la vuelvo a ver esta vez desde el auto parado en el semáforo de diagonal 74 y 43, una prohibición cívica de no avanzar en rojo y esperando el verde, ese color que sube a las hojas y y ese rojo que baja a las copas. En ese momento, se metió el águila en mi retina, su figura liviana, ligeramente inclinada hacia arriba, un ala medio desplegada, la otra abierta como desafiando la vertical del aire, liviana, sobre la copa de los árboles, en actitud de iniciar el vuelo.
La Plaza Italia está en la encrucijada de 4 calles, la diagonal 74 sigue su devenir de asfalto lineal hasta el cementerio, donde los devoradores de carne son simples maderas como prótesis para los cuerpos encerrados y enterrados en la humedad de la tierra.
La historia oficial dice que 32 años después de construida una columna de piedra de estilo corintio emplazada en el medio de Plaza Italia, fue colocada el águila que era de bronce y sostenía entre sus garras las banderas de Argentina y de Italia celebrando la confraternidad entre ambas naciones.
Pero en los años 50, un urbanista moderno, con el parque automotor en alza, creyó conveniente agilizar el tránsito en la encrucijada cortando por la mitad la plaza de modo que los dos pedazos de media luna, quedaron bordeando el segmento de la calle 7 que la atraviesa desde entonces.
El monumento que estaba en el centro de la plaza, como un eje del mundo con el águila en el extremo solar, fue desplazado hacia la mitad más próxima a calle 6. Ese desplazamiento tendría años mas tarde, una consecuencia desafortunada y escalofriante, porque correr el centro de un axis mundi, no es una acción inocente es como sacar el huevo del nido. La semántica de los mitos remite al mismo significado el de provocar una ruptura en el orden del cosmos, una alteración de la cosmogonía, una aberración entre la ley divina y la ley de los hombres. Porque si el eje del mundo para el águila era ese, es porque un Dios en un lugar del cielo como arquetipo ideal, trazó ese eje, el primero y el hombre no hace más que repetir ese acto primordial.
Pero la pequeña necesidad de agilizar el tránsito vehicular, es una meta menor que no tiene en cuenta el lenguaje del mito, de los ejes del mundo, del eterno retorno, de las consecuencias atroces que puede desatar el quebrantamiento de esas leyes no escritas, pese a que en la modernidad el mundo está desacralizado y secularizado y lo sagrado se encuentra dentro de los templos, como lo profano está antes de él.

Desde mi niñez viene el recuerdo de otra águila, cuando la caída del sol vuelve a poner las sombras en los cuerpos y la luz artificial de los faroles, traza sombras caprichosas, el ave despertaba, lentamente comenzaba a batir sus alas mientras erguía su cabeza y las plumas dejaban caer el bronce y adquirían un color azulado sobre un pecho blanco.
En ese momento, se acercaba un hombre de mameluco con guantes de cuero, y botas de goma, un cuidador del zoológico trayendo una bolsa al hombro. Se paraba debajo del monumento a unos cuantos metros, desataba el nudo de la bolsa, sacaba un pedazo de carne de algún animal cuadrúpedo, aún sangrante y lo arrojaba al piso, justo frente al águila quien, con instinto carnívoro intacto, desplegaba sus alas y bajaba suavemente al suelo. Silenciosa y precisa, posaba sus garras sobre el trozo de carne y con su pico fuerte, como una tenaza de metal, arrancaba un pedazo que tragaba de inmediato y una vez saciado su apetito, volaba a lo alto de la columna y quedaba inmóvil, con el bronce de nuevo en sus alas.
La elegancia de sus movimientos, su perfumado plumaje y su apetito por la carne fresca, contrastaba con los torpes y húmedos buitres carroñeros, quienes lejos de ahí, al final de la diagonal, volaban a ras de las cruces oliendo a podredumbre.



Pero un día ocurrió algo no previsto, una noche de carnaval, con las luces de colores, con el ruido de las comparsas, la algarabía de las personas, la humedad de los baldes de plástico con su carga de bombitas de agua, personas disfrazadas de monstruos, de animales, máscaras que para mí, eran una ausencia de la persona y una presencia de la bestia, con pelos de papel picado y narices de plástico, todas iguales (como las que cincelan hoy los cirujanos)
En un instante, el águila despertó, agitó sus alas en modo furibundo, voló directo hacia las personas que estaban en la ruidosa comitiva, y con su pico abierto, voraz y certero, atacó a los ojos y vació las órbitas. Ellos daban tumbos, andaban en zigzag, gritaban desconsolados, con las manos crispadas sobre sus cabezas. Ignoraban qué había pasado pero el tránsito de la luz a la oscuridad, de la alegría al dolor, fue súbito, vertiginoso, cruel, más allá de cualquier comprensión, la total desolación.
De repente, dos gitanas de la diáspora, con sus vestidos de guirnaldas y de flores que se mecían en sus faldas, con el pelo negro y rizado, se acercaron a consolar a los nuevos ciegos, a curar las heridas de las órbitas vacías, con un bálsamo de un color y un olor especial, no se parecía a los jarabes habituales, ni a los aromas conocidos.
Detrás de ellas, un hombre alto y calvo, de camisa gris, desata una bolsa de arpillera que llevaba entre sus manos y saca del fondo unos bastones blancos y unos lentes negros, que generosamente reparte entre los desafortunados ya serenos con el bálsamo pero incapaces de conducirse en la oscuridad .Con los lentes delante de su ojos mutilados, comenzaron a caminar recto, al ritmo acompasado de los bastones blancos, y fueron retirándose, marchando hacia sus hogares.
Cómo pudo ocurrir el espantoso episodio?
¿Porque el águila mansa que devoraba gustosa la carne de la pata del animal que le ofrecía el cuidador del zoológico se volvió agresiva y secó de luz los ojos de esas personas?
¿Porqué un ave que es tan solar y seca que está mas cerca del Fénix que del buitre arroja a esas víctimas de la luz a la sombra, porqué esa conducta de ave rampante?
No lo sabía, había visto el lamentable hecho desde la ventana del auto de mi abuelo, cuando mi familia estaba fuera, de espaldas al águila, mirando las comparsas, yo estaba dentro, en el coche, no quería saber de máscaras ni de fantasmas.
Opté por el silencio, nadie me iba a creer porque nadie vio y no era un relato convincente, porque el águila estaba en lo alto de la columna otra vez inmóvil, definitivamente de bronce.

Un mes después, para mi mal, empiezo el jardín de infantes; un micro, casi tan largo como la cuadra, para justo en mi casa, abre la puerta y subo; mi mamá y mi abuela con una sonrisa desde la vereda, me despiden afectuosamente. Pero sus gestos y saludos, no pudieron impedir la sensación de vacío y de abandono, repentinamente huérfano, solo, arrojado a la calle.
Cuando el chofer me saluda con un -bienvenido Marcelo, elegí un asiento-
¡quedé paralizado, casi no podía creer que era el mismo hombre calvo, de camisa gris que había acudido en ayuda de los ciegos!

Cuando dirijo mi vista hacia el interior del micro, veo en el asiento que quería para mí,a un chico ciego, con bastón blanco.
Inmediatamente pensé, fue el águila, el águila lo hizo…
En la eternidad de ese instante, el hombre del volante, vuelve su cabeza hacia mí diciendo -te presento a mi hijo, se llama Marcelo igual que vos-
Mi sensación era la de estar en la barriga del monstruo, ya no era un micro, debía salir de ahí pero sabía que no podía hasta llegar a la escuela. No se de donde saqué fuerzas para caminar por el pasillo del interminable micro y elegir otro asiento al otro lado del pasillo. Desde allí podía espiar al ciego, lo pude ver leyendo un libro con la yema de los dedos. Supe después que era el sistema Braille de lectura.
Un curioso triángulo de caras que circulan por el espejo retrovisor interior del micro, yo, mirando al que no ve, el padre que me ve cuando no estoy espiando la cara del que no ve y que sin embargo se refleja; en ese punto de coincidencia, cuando las miradas se juntan y se fugan, veía mi rostro como el de un pasajero extraño y conocido, una ausencia y una presencia, a diferencia del rostro que se refleja pero no puede ver y que es parte de la ronda en el juego del espejo.
Poco a poco, aquella angustia inicial, se iba licuando por mi alma como plomo fundido.

Años después, tuve la necesidad de buscar las respuestas a las preguntas acerca de los hechos que habían ocurrido en Plaza Italia. Supe entonces que el águila estaba en el centro del mundo y su emplazamiento posterior en el extremo de la plaza, fue el motivo de ese furibundo ataque a aquellas personas.
Antigua Plaza Italia

El desencadenante de la tragedia, una aberración en el sistema simbólico de los mitos y de su ley no escrita; todo por una vana necesidad urbanista.
Los nuevos ciegos, aquellos que tenían la memoria de la luz, tuvieron que adaptarse a su nueva situación de sombra perpetua, en un mundo flexible, con un afuera y un adentro, como un laberinto de puertas giratorias en incesante movimiento de la sombra a la luz y de la luz a la sombra.
En cuanto a las gitanas que acudieron en su ayuda, ellas sabían de la leyenda del águila, habían escuchado la voz de los oráculos, conocían el relato de un bálsamo que el vuelo del chamán traía desde la ciudad de los pájaros, en lo alto de la montaña, allí, donde las águilas mudan el pico y las plumas.
¿Porque estaba el hombre del micro en la escena con la bolsa de arpillera llena de bastones blancos y de lentes oscuros?
Ellas le revelaron la profecía, esa palabra a mitad de sendero entre la voz de los dioses y la mirada de los hombres; entonces él supo como ayudar, con la técnica adecuada para que los nuevos ciegos puedan adaptarse al mundo. Pero nada racional puede explicar la metamorfosis del águila ni la leyenda de su renovación, como el surgimiento del Fénix a partir de su propia combustión.
¿Porque estuve ahí, como testigo solitario del violento episodio?
Lo ignoro, el águila se llevó la respuesta al centro de la plaza, que ya no está y que sin embargo es.

Marcelo Ocampo

miércoles, 18 de marzo de 2009

Células madre: enfoque bioético

ILUSTRACIÓN DE CÉLULAS MADRE
FUENTE: Revista Scientific American

El debate alcanza a la oferta mediática de donación altruista o donación para uso personal desde los bancos de células madre y de su estatuto de público o privado y al embrión como fuente de células madre.

Autor:Dr. Marcelo Ocampo

Introducción

Según la Real Academia Española, madre es la que ha parido, también la matriz en la que se desarrolla el feto
Madre remite a Gea, Gaia, la tierra, prodigiosa, peligrosa, dispensadora de bienes y de catástrofes. Hay toda una red semántica en torno de madre como símbolo de amor, belleza, contención, actitud de entrega.
Hoy, irrumpen en el mundo científico, en la medicina, en la sociedad a través de los medios de difusión masiva, las células madre: las que se reproducen dando dos o más células hijas.
Descorriendo el velo de la polisemia semántica, la característica que une a todas las madres es su capacidad reproductiva, de dar vida y en el caso de las células la capacidad para curar enfermedades que fueron obtenidas de fuentes distintas por dos laboratorios hace 15 años. En EEUU, “Los Institutos Nacionales de Salud, regularán las investigaciones con células madre. Los fondos públicos no eran aplicables en este tipo de estudios desde el 2001”. Barak Obama en el cumpleaños del Senador Edward Kennedy. (www.edicionesmedicas.com.ar).
El veto a la financiación dio por tierra con la prohibición conocida como enmienda Dickey que limitaba los fondos para estas investigaciones, y se sitúa en una fuerte polémica sobre los asuntos científicos, terapéuticos y bioéticos. Además, terminó con la moratoria que fue propuesta por algunos eticistas en virtud del estado de conocimiento de la ciencia y la incertidumbre acerca de las reales probabilidades terapéuticas en una posición intermedia, entre Barack Obama y el Papa Benedicto XVI.
El debate alcanza a la oferta mediática de donación altruista o donación para uso personal desde los bancos de células madre y de su estatuto de público o privado.


Las células en un mundo complejo

Poner a las células madre en el mundo de la investigación y de la medicina, no debe hacer olvidar el mundo en su totalidad y en su complejidad; el doctor Hamid Gourabi, presidente del Instituto Royan Medicina Reproductiva y Células Madre iraní, se pregunta ¿Qué sentido tiene proteger un embrión más pequeño que la cabeza de un alfiler cuando en otras partes del mundo se puede matar a niños con las armas más sofisticadas? Fomentar todos los esfuerzos posibles para el avance de la ciencia es una obligación de toda la humanidad”. (www.edicionesmedicas.com.ar)
En nuestro medio, el cura Dr. Leonardo Belderrain, de la diócesis de Quilmes dijo: “algunos líderes católicos hablaron de una triste victoria de la política sobre la ciencia y la ética. Para mí es un triste análisis: ni Obama es tan científico ni nuestra iglesia es tan ética con sus indefensos indígenas, sus enfermos de sida, sus menores abusados y sus mujeres muriendo en abortos clandestinos”.
En Oriente Medio y en Occidente, con diferencias culturales, políticas, éticas y religiosas, las células madre generan una polémica cuyos ejes pasan por el estatuto del embrión, el uso de las mismas como fuente de recursos terapéuticos, las expectativas futuras de curación de enfermedades degenerativas, los recursos financieros en medio de una crisis global y la cuestión de los bancos públicos al alcance de todos o privados al alcance de unos pocos.

Aspectos científicos

La ontogenia, los tipos, la procedencia y posibilidades terapéuticas de las células madre, son el primer paso para establecer el nivel científico y técnico del conocimiento. Este primer nivel es necesario para el anclaje del análisis de los potenciales conflictos éticos que pudieran surgir del uso de esta tecnología.

¿Qué son las células madre?

Son un tipo especial de células que tienen la capacidad de dividirse indefinidamente y dar origen a diferentes tipos de células especializadas, no sólo morfológicamente sino también en forma funcional.

¿De donde se obtienen?

Tres son las fuentes: embriones, de cordón umbilical, adultas y su gemelas reprogramadas (IPS)

¿Todas tienen la misma capacidad?

Las embrionarias tienen mayor capacidad de regeneración y multiplicación indefinida. Para los trasplantes se pueden usar cualquiera de ellas, para regenerar otros tejidos, esto está en investigación.

¿Cuáles son las aplicaciones terapéuticas?

Hoy la única indicación terapéutica son enfermedades hematológicas como la leucemia y la talasemia. Se realizan transplantes antólogos y/o alogeneicos es decir entre personas histocompatibles. En el caso de los bebes con un hermano que sufre de este tipo de enfermedad hematológica, las células de cordón umbilical son enviadas al banco de células del hospital Garraham. El INCUCAI. es el centro regulador de este banco.
Así en nuestro país, el Hospital Juan P. Garraham es el único que cuenta con banco público que se inició para conservar los cordones de niños nacidos que tuvieran hermanos con enfermedades hematológicas, actualmente se ha ampliado para toda la población, ahora con donación sin rótulo. Si bien los bancos privados difunden posibles usos en enfermedades tales como la diabetes, Parkinson y patologías autoinmunes, esto no es posible hasta ahora.
Las células madre de embrión son usadas para la investigación por su potencial capacidad regenerativa de tejidos.
Por otra parte, hay un grupo de pacientes pudientes que hacen conservar el cordón en forma privada, criopreservación pero no tiene sentido porque primero no se conoce cuan larga puede ser la conservación y para las enfermedades hematológicas no tiene sentido, quizá el dueño de un cordón criopreservado dentro de 40 años tenga un infarto y si la investigación resulta se podrán usar las células para curarlo pero es de un costo no accesible e incierto.(Hematóloga consultada: Dra. Virginia Schuttenberg )

Embriones, religiones, sociedades seculares

El ojo de la tormenta está en la obtención de células madre de embriones o de fetos abortados considerando el estatuto ontológico de persona. El estatuto ontológico del embrión es una de las preocupaciones centrales de la bioética. Hay una cuestión científica o el embrión como individuo de la especie humana, una cuestión filosófica, o el embrión como persona y una cuestión jurídica o el embrión como sujeto de derecho. (Profesor Ballesteros en www.bioeticaweb.com).
Para la iglesia católica el embrión es persona a partir del momento de la concepción, y como tal sujeto de derecho.
Para los musulmanes, según El Corán a partir de los 120 días, cuando Dios insufla el alma en el nuevo individuo, esta creencia permite a los científicos iraníes investigar con mayor libertad las células madres embrionarias y con menor presupuesto que en EEUU. (www.edicionesmedicas.com.ar)
La ley judía, en cambio, considera que un embrión es el material genético que no tiene la condición de una persona. Según el Talmud, el embrión es “simplemente el agua” en los primeros 40 días de gestación. La curación y la preservación de la vida humana tienen prioridad sobre todos los otros mandamientos en el judaísmo. (http://www.mundo.in)
Para el doctor José Alberto Mainetti, hay dos concepciones contrapuestas: la genética, que es la que sostiene que la vida existe desde la concepción, y la epigenética, que afirma que el proceso embrionario va adquiriendo estatus humano y moral como proceso gradual y difenciado de la antropogénesis, filogénesis y ontogénsis humana. (Quirón, vol.36 nº1/3, 103.2005).
"¿El embrión es un agente moral al que le conferimos derechos y deberes? -se pregunta Florencia Luna, directora del área de Bioética de FLACSO, dice que “la ley no le otorga a la muerte de un embrión el mismo rango que a la muerte de una persona."
"Cuando uno habla del estatus del embrión, no se refiere a un evento cromosómico o genético, sino a uno en el que confluyen desde la dimensión biológica hasta la filosófica, la ética y la legal -explica el doctor Mario Sebastiani, miembro del Comité de Bioética del Hospital Italiano-. Y si bien existe vida una vez que el huevo está fertilizado, eso no quita que podamos intervenir, porque ese grupo de células no es una persona, del mismo modo en que no lo es un individuo que tiene muerte cerebral." (Nora Bär, diario La Nación www.lanacion.com.ar)
Como contrapartida, el Dr. Juan C Caprile, Titular de la Cátedra de Bioética de la UCALP, afirma que: “El embrión es un ser humano que debe ser respetado desde su inicio por la dignidad que se merece como persona constituida integralmente en forma física, psíquica y espiritual con un sentido de trascendencia sin vulnerar su Derecho a la vida”. (www.eldia.com.ar)
“¿Cómo definir biológicamente –científicamente- lo que un embrión humano sea sin dar cuenta no sólo de lo que ‘embrión’ signifique sino también de lo que signifique el término ‘humano’?
¿Es el género próximo el genoma nuclear humano y la diferencia específica el potencial de desarrollarse? Si así fuera nos quedaría definir, como hemos dicho, en que consiste el genoma nuclear humano y su potencial. Pero una definición en sentido estricto nos pide que no incluyamos términos que a su vez necesiten ser definidos. Por eso es que resulta tan problemática la definición propuesta.” (Juan Carlos Tealdi, “¿Es posible una definición biológica del embrión humano?”, Revista de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva, Vol.XIV, N°3, noviembre de 2007, págs.49-51).

Teorías bioéticas en escena

Desde el utilitarismo que admite en sus fundamentos el cálculo moral, la investigación con células madre de embriones estaría permitida para salvar la vida de personas enfermas si no existe otro recurso terapéutico, “se debe hacer lo que es bueno para la mayoría de las personas enfermas”, no importan las consecuencias del acto.
En cambio para el deontologismo, es bueno hacer lo que se debe, no hay cálculo moral posible, entonces si el embrión es persona hay que tratarlo como tal, no podría utilizarse como medio para salvar a otra persona.
Claro que si no es persona el hacer lo que se debe legitimaría su uso. Esto en cuánto a la ética sustantiva de la cuál se derivan principios y reglas éticas.
Una postura intermedia, conciliadora es la de Reese, reverendo del Centro Teológico Woodstock, quien propone -por ejemplo-, no crear embriones sólo con fines de investigación, sino utilizar los excedentes de las clínicas de fertilidad, que de todos modos serían destruidos. También manifestó que los investigadores deberían demostrar que su trabajo no podría realizarse con células madre no embrionarias y que la investigación con embriones debe avanzar hacia el objetivo de usar sólo células madre no embrionarias.
La postura media sostenida por Resse, explicita un propósito de ‘aplicación’ biotecnológica partiendo de un supuesto destino de destrucción.

Células madre de fuentes no embrionarias

El uso de las células madre de adultos no tiene mayores problemas éticos, cae dentro de los cuidados en ética de la investigación, teniendo en cuenta el consentimiento informado como figura legal que encarna el principio de autonomía o decisión de donar células y por otro lado de beneficiarse de la terapia con las mismas.
Las células madres de cordón no presentan prima facie ningún problema bioético, ma allá del consentimiento informado de los padres.

Bancos de células madre, ¿públicos o privados?

En cuanto al tipo de banco público o privado tiene simetría con la donación de órganos como acto solidario de donar una decisión altruista para quien lo necesite es el bien común.
Nadie está obligado a donar, de ahí el acto voluntario. En el caso de bancos privados, nadie está legitimado para decir que no hay que hacerlo, queda dentro de las libertades individuales.
Otra cuestión son las patentes y los royalties que embolsan las compañías farmacéuticas, que patrocinan la investigación con células madre, no es un dato menor y la guerra de las patentes se cotiza en la bolsa, poniendo un precio muy alto a la inversión y al sueño de muchas personas para llegar a beneficiarse con esta terapia.
La misma Infanta Leonor, mandó sus células de cordón umbilical, lejos de España, donde funcionan cuatro bancos públicos de células madre, ¿qué queda para el resto de los españoles?

Conclusión

Las células madre obtenidas de cordón umbilical o de personas adultas, no tienen mayor problema o conflicto ético más que el consentimiento informado y no es diferente a las exigencias éticas de cualquier otra investigación o procedimiento terapéutico con seres humanos.
El foco de la tormenta es el uso de embriones con fines de investigación que conlleva la muerte de ellos y fomenta la creación de embriones con fines distintos a la procreación.
¿Solo aquellos embriones ya condenados a muerte son los que podrían utilizarse porque de todos modos serán desechados?
¿Un supuesto destino de destrucción es suficiente argumento para el uso de embriones con fines de investigación?
La justificación ética o la prohibición del uso de embriones como fuente de células madre, varía según la cultura, los valores, y las políticas en materia de investigación clínica o experimental.
Los bancos públicos de células madre de cordón umbilical, con la donación solidaria, altruista, mantenida con políticas sanitarias y fondos públicos, garantizan el uso para todos de las células madre.
En nuestro país, el Hospital Garraham cuenta, desde el 2005 con un banco de estas características.
Los bancos privados son legítimos y dependen del principio de autonomía, pero solo garantizan el uso para unos pocos.
La bioética asoma así como un puente levadizo a transitar en la toma de decisiones sobre la salud y la enfermedad, la investigación y su aplicación, la medicina y la sociedad frente a un conocimiento biológico probabilístico y una toma de decisiones basada en incertidumbre.
Sin la reflexión bioética, imagino que algún día un clon de mí, parado frente a mí, reclamará por su identidad, ese día, el último humanismo, habrá caído.

Autor:Dr. Marcelo Ocampo
Fundador del Comité de Bioética del Hospital San Juan de Dios de La Plata, Argentina.


martes, 10 de marzo de 2009

La ilusión de un sueño

El anillo de piedras azules


Cuando llegamos de las vacaciones, Sandra comenta:-Perdí el anillo.
- ¿Cuál anillo? –pregunto.
–Ese de piedras azules que me reglaste para un aniversario.
- Ah, sí (no tenía idea de que anillo era).
–A lo mejor lo perdí en la costa-.
Yo pensaba que podría estar perdido en la casa, que nunca podría haber viajado con ella. Sin embargo, para algo tan pequeño como un anillo, la casa puede ser del tamaño de la costa.
Quizás se lo tragó la boca del lavatorio y está rodando por las vísceras de la cañería, tal vez llegando a la cloaca y adiós anillo, pensé.
-A lo mejor aparece en el lugar menos esperado y en el momento que uno no lo busca-.
-Ojalá, era tan lindo que otro igual no voy a conseguir- dijo con cierta tristeza y presagio de desgracia, o mejor una maldita profecía de Casandra, el mundo de objetos perdidos, tan lindos, tan únicos, de evocación singular de algún aniversario, que su ausencia es una verdadera tragedia cotidiana.
-A lo mejor lo encontrás como aquella ojota que arrastró el agua de lluvia, en bajada por la avenida y que diste por perdida, hasta que horas después bajaste del departamento y la encontraste (anclada a la rueda de un auto, como una canoa de goma amarrada a un muelle de látex redondo).
-Puede ser- pero ahí seguí la lógica (la lógica del deslizamiento del agua por el plano inclinado de la calle). -Sí, tuviste suerte de encontrarla luego de cuatro horas, cuando paró de llover-.
-Es cierto, me iba a costar conseguir otra ojota igual, es tan linda, un modelo que ya no venden. (De nuevo el presagio de desgracia de aquellos objetos desaparecidos en la cotidianeidad e imposibles de reemplazar).
El día caía, las valijas estaban ya casi sin la ropa. ¡Cuánta ropa por unos días! -pero el tiempo es tan cambiante, a la costa hay que ir bien pertrechado.

La mañana del día después, el teléfono suena y la voz apagada de mi tío Raúl, internado en una clínica por una cruel enfermedad, todas son crueles pero ésta era además terminal. Me pide que lleve a un cura muy particular, tan particular como él, una persona muy creyente y muy mística que divertía a todos con sus trucos de magia, pero esta vez, era de toda necesidad encontrarse con este cura. Subo al auto, busco a Leonardo, en su casa y le explico la necesidad, la urgencia del caso, mientras un perro San Bernando olfateaba mis zapatos y Monseñor Podestá me miraba desde un cuadro. Al rato, estábamos en la clínica. Me quedo en la sala de espera mientras él entra a la pieza a hablar con Raúl. Y Leonardo, cuando sale, mira al cielo, como interrogando a Dios -¿porqué le pasan estas cosas a las buenas personas? Lo alcancé hasta su casa agradeciendo su buena disposición.
Nunca supe qué hablaron, pero la última vez que charlé con mi tío, tuve por cierto que aquella conversación, le había traído la paz que necesitaba. Cuando ocurrió el desenlace, cuando la parte terminal de la enfermedad se hizo carne, pensé en ese rito de iniciación hacia el mas allá y la complicidad en la frontera, entre Leonardo y mi tío Raúl, como había ocurrido con el Minotauro y Teseo, su Redentor y el secreto en aquel bosque de Colono cuando Edipo viejo y ciego, le confiesa a Teseo, rey de Atenas algo que jamás se sabrá, otro rito de iniciación al mas allá y otro pacto secreto.

Pasó el tiempo, rápido y devorador como suele ser, con los recuerdos como telarañas y las imágenes que se agolpan en la azotea de la memoria y el incesante fluir de sensaciones y de intuiciones por el inconsciente.
Una noche, mi hija tiene un sueño, vio a su tío Raúl saliendo del cuadro de su pieza, corriendo la pintura de dos hermosas rosas y de un hada trepada a su tallo como una pequeña mariposa, la llama en voz baja, con una dulce mirada y esa cara bonachona, la invita a atravesar el espesor del cuadro que colgaba de una pared lateral. Ella acepta de buena gana y vestida con pijama de seda decorado con motivos infantiles, toma la mano de su tío y ambos entran por el cuadro a otro lugar, a otra dimensión
.

Ella presiente, aún en sueños, algo del más allá, no sabe qué es, pero a medida que ingresan , se ve un camino recto con algunas curvas suaves y siempre ascendente, como el de una montaña.
En efecto, era un camino de montaña por el cuál iban ascendiendo, había una bruma que obstaculizaba la vista.
De pronto llegan a una especie de descanso y desde allí Lucía le dice: -Pobres hombres esos que están allí(señalando el lado izquierdo del camino)¡deben tener mucho frío con esa escarcha en la cara!- ¡No los mires!, están muertos, no sienten el frío.
-¿Y ese olor feo?- insiste ella. -Es la parte del lugar que menos me gusta,- le dice él. - Pero hay que pasar por acá para que veas un lugar hermoso, con mucha luz ;un jardín inmenso de flores de todos los colores y árboles de grandes copas, como un bosque de kaleidoscopio-.

Y a medida que iban ascendiendo, la atmósfera se hacía más liviana, más diáfana, con aromas agradables y ese olor inicial, ya había quedado atrás. Al llegar al quinto descanso en la montaña, ahí estaba el bosque de kaleidoscopio, con colores que danzaban entre las flores, que estaban suspendidas en el aire, no tenían raíces, tampoco las verdes copas de los árboles a ambos costados del camino. Y el aroma era dulce, extremadamente agradable, entre las flores de pétalos multicolores y las gotas de rocío como prismas esféricos refractando los colores desde la superficie verde de las hojas.Por encima, nubes rosadas y una claridad tan intensa y tibia que era la celebración de la luz, una primavera eterna, tal vez el paraíso prometido.
Ella toma un caramelo que brotó del suelo y mientras saboreaba el rico manjar, Raúl la invita a mirar: -Allá, allá delante, ¿ves esa pequeña roca de lágrimas?, ahí en una de sus paredes, cuelga una lágrima de una delgada y tenue membrana-.
-¿La ves?, -sí es muy linda.
- Bueno, ¿te acordás que soy mago?
-Lucía asiente con la cabeza.
-Me saqué muchas veces el dedo pulgar; hipnoticé a muchas personas, a tu abuela, a tu mamá, a tu tía ,a tu primo; hice desaparecer distintos objetos, que luego hice aparecer con la varita mágica. La ilusión y la fe eran las dos condiciones por las cuales podía hacerlo-.
-Ahora te voy a mostrar el último truco de magia. Voy a hacer aparecer algo que tu mamá perdió hace un tiempo.
-¿Cuánto hace?- pregunta ella.- No importa cuánto, porque la magia no tiene tiempo, tampoco un lugar, como te dije, es cuestión de ilusionarse, de imaginar, de creer, no hay fronteras, por eso yo puedo pasar a tu mundo y traerte hasta este otro lugar, porque soy mago y vos tenés fe y crees en la magia-.
-Ahora tenés que cerrar los ojos, sin espiar-Lucía cierra los párpados y para no tentarse con mirar, aprieta sus manos sobre ellos, la ceguera del instante. ¡El pacto una vez más!
El dice:-A la cuenta de tres podés abrir los ojos, a la una, a las dos…El suspenso iba en aumento, el espacio luego del dos era casi una eternidad, hasta que llega el tres.Ella con gran expectativa pone fin al suspenso, retira sus manos, abre sus párpados, libera sus ojos a la luz y puede ver sobre aquella ramita de lágrima, el brillo de las cinco piedras tan azules como el quinto cielo, engarzadas en una flor de plata sobre el aro del anillo y el entusiasmo se apodera de su espíritu, entra en él, lo alborota.
-Andá y tomalo- le dice.-La lágrima es tan delicada y frágil que si lo intento yo se puede romper y el anillo de piedras azules rodaría hacia un lugar tan profundo que se perdería para siempre-.
Dicho esto, se despide con un beso suave y su imagen se va desvaneciendo en una especie de tercer espacio...

Creo haber estado despierto cuando presiento los pasos de mi hija, descalza corriendo hacia nuestra habitación y con voz entrecortada por la emoción gritando, -¡mamá, mami, tengo el anillo de piedras azules, ese que habías perdido!-
Sandra que estaba dejando la última somnolencia, en el estado de vigilia inicial, pregunta:-¿Dónde lo encontraste?-
-Yo no lo encontré, el tío Raúl me dijo donde estaba.

Autor:Marcelo Ocampo

jueves, 5 de marzo de 2009

Anécdotas de consultorio

Una historia de ángeles

Detalles de la imagen :Los ángeles de la Madonna Sistina.
Rafael Sanzio. 1513-1514

Hoy nada asoma más que la noche, negra o marrón, se parece a la tierra.
Una noche despoblada de cuentos, plomiza, tal vez ni vuelen los ángeles por el alerta de tormenta.

Hoy atendí a una paciente especialista en “espiritualidad” y me habló de los ángeles, solamente me puse a escuchar y a preguntar cómo eran los ángeles- es fácil identificarlos, tienen nombres que terminan en "EL"-me dijo,- en su casa o su familia hay quién se llame Ezequiel, Gabriel, Axel, Emanuel? - entre mí, pedazo de animal, pensaba en Jor- El, el padre biológico de Superman en la revista de historietas.

Le dije que sí que hay un Ezequiel, sobrino, un Gabriel primo, pero en mi núcleo familiar propio, edípico, no, no hay. Luego pensé y le pregunté, si valían los segundos nombres para entrar en la categoría de ángel- sí, me dijo, no importa el orden, y ahí nomás le chanté Mariel, el segundo nombre de mi hija Lucía,- ahí está el ángel -me dijo; le contesté que en Grecia a un don de tal por cual le decía daimon...se estremeció y me dijo: eso parece del diablo, es contra los ángeles. Bueno, entonces sacamos daimon y dejamos ángel, pero mi primo es Gabriel, un ángel que le gusta el asado, quemar carne y tomar cuanta bebida haya en la mesa (igual que a mí, pero no lo dije). Así pueden ser los ángeles, si así reúnen a la familia son onda positiva y diluyen problemas y desatan nudos y mitigan la angustia.

Tomá este antihistamínico cada 24 horas y si querés, podés volver en un mes, no antes, no creo que haga falta ya hiciste mucho tiempo de vacuna, años de vacuna y con asistencia casi perfecta.- Sí, la verdad es que el tratamiento me hizo muy bien, salvo este resfrío pasajero al regreso de las vacaciones - Ahora no mas vacunas, se trata de fármacos unos días y nada más( no quería saber de historias de ángeles tal vez porque ella me seguía hablando de los llamadores, de un mundo fantástico, de los ángeles bíblicos, de Rafael su segundo hijo que es un ángel). Termina la consulta, me da un beso y se va.

Llamo al siguiente paciente, el segundo en la lista de turnos, J.” Manuel”, que era en realidad, "Yanina", pero tenía el nombre mágico que terminaba en "el", en su D.N.I. Pero no usaba el nombre legal, porque él es ella.

Como ya la había atendido, no me sorprendió, pero me quedé pensando en el cuerpo de los ángeles porque sabemos que tienen alas, que no tienen espalda, pero ¿tienen sexo? ¿Si se cambia el nombre(o el sexo) deja de ser uno de ellos? Debía consultar el caso con la especialista en espiritualidad, pensé.

Recordé de pronto al ángel de la guarda de la infancia, cuando iba la cama antes de dormir, él acudía y era un protector y una dulce compañía que no me dejaba ni de noche ni de día. Qué distintos estos ángeles de hoy, de carne como cualquiera de nosotros, que no bajan desde el cielo, pero con un algo que los hace especiales transforman lo cotidiano.

Bueno, acá viene lo extraño, cuando la paciente se retira, me quedo revisando la lista de turnos, acomodando el fichero, pensando "cuando voy a comprarme una notebook”, seguro que nunca- respondí a mi mismo- estoy acostumbrado al viejo y cálido papel del fichero.
Fue cuando sucedió: golpearon la puerta del consultorio B, estaba solo, no tenía otros turnos, tres golpes firmes y secos, tan firmes y tan secos, que parecían de algún familiar, o de alguien de la clínica. Pues bien, cuando descorro el cerrojo, abro la puerta, miro, nadie hay frente de mí, digo, parado frente al otro lado de la puerta esperando por mí. Entonces pregunto al segundo nivel a ras del ojo, que es el segundo plano en el horizonte visual, difusas figuras que se vuelven pacientes sentados que no son de nadie (y son personas) hasta que alguien los llama por su apellido o pregunta, como hice yo: ¿alguien golpeó la puerta? Y uno sentado justo enfrente de mí o casi justo, me contesta - nadie golpeó, me parece-; mientras una paciente, al lado desde otra silla, no emite palabra, asiente lo que acaba de decir su compañero circunstancial en la sala de espera, moviendo la cabeza y levantando un tanto los hombros, mientras manda para abajo las comisuras labiales, en claro ritmo gestual de no saber si alguien golpeó la puerta.

Y entonces, me quedé pensado en aquellas historias de ángeles...

AUTOR :Marcelo Ocampo

sábado, 28 de febrero de 2009

El legado de Grecia, Parte II

Asamblea de los dioses en el Olimpo.Rubens

Los dioses y los monstruos

En el año 1900 a C. Poseidón era un dios equino que venía con la invasión indoeuropea y que galopaba en Troya, rica en caballos. (1) El itinerario del caballo, animal sanguíneo que una vez con la astucia de Odiseo, fue de madera, pasó a Creta y de allí al continente, a la tierra de Pélope, que siendo un niño, fue descuartizado por su padre Tántalo, y ofrecido en manjar a los dioses. Curiosamente Deméter, se tentó y comió un pedazo de hombro, los dioses hicieron un implante de marfil y lo resucitaron, enviando a Tántalo al suplicio del deseo eterno. (2)Heredando las mañas de su padre, Pélope para conquistar a Hipodamía, mató a su futuro suegro, Enomao, en una carrera de carros.
En esta tierra helena, entre maldiciones y dioses que comen carne humana, Poseidón, hermano de Zeus, abandona la forma de caballo, su piel se cubre de escamas, sus glándulas exhalan olor a pescado y se convierte en el amo y señor del mar. Luego le disputó a Atenea el patrimonio de la ciudad de Atenas, pero perdió frente al olivo y ganó una parte del territorio como Poseidón –Erecteo. (3)
A Hades el otro hermano, en el reparto olímpico, le toca el subsuelo, debajo de la tierra, es el señor de los infiernos que un día raptará a Koré la hija virgen de Deméter la diosa del cereal, que define a los hombres en su esencia distinta de los dioses, como comedores de pan.
Zeus, el más poderoso de los hermanos, reina en el Olimpo como el mandamás.
Es la tercera generación de dioses, los olímpicos, hijos de Cronos y de Rea, nietos de Urano y de Gea.
En la teogonía, Hesíodo (4) cuenta que los dioses y los monstruos nacen como un único proceso, por eso también hay tres generaciones de monstruos. Los primeros nacieron de la sangre de Urano, cuando Cronos le corta los genitales con una hoz y de la sangre que cae a la Tierra, nacen Erinias, Gigantes y Ninfas. Luego de Ceto y Forcis, nacen las Grayas, Gorgonas, Equidna y se viene la segunda generación con los hijos de Equidna y Tifón, como el perro de tres cabezas, el can Cérbero, que una vez lamió los pies de Dionisos en las puertas del infierno.
La primera y segunda generación habitan fuera del mundo, en cambio la tercera generación de monstruos habitan los confines, como la Esfinge que un día va a interrogar a Edipo en las afueras de Tebas.
Hijos de Gea, los monstruos iban naciendo luego de la abertura del espacio cerrado antes de la separación de la tierra y del cielo; al abrirse, salen a pasear todas estas criaturas. (5)
Zeus pone el orden en el cosmos luego del caos primordial.
Tifón después de los titanes vencidos, amenaza a Zeus, quien finalmente gana la batalla y el poderoso hijo de Gea, termina enterrado debajo del volcán Etna, en la costa este de Sicilia. (2). De vez en cuando su lengua de fuego y su tremendo rugido, amenazan a la frágil civilización, el mal asoma en el mundo, hostil al lógos, aquella razón y lenguaje que nada pueden contra ese terrible poder, los exorcismos como graciosas caricaturas no alcanzan, cuando esto ocurre, no hay conjuros que valgan.


Homero y una cierta nostalgia tanguera


Máscara de Agamenón.Museo nacional de arqueología de Atenas

La epopeya épica de Homero nos trae un tiempo donde los hombres vivían en palacios en la civilización micénica en el continente de Grecia o en la civilización minoica en la isla de Creta. Desaparecida 300 años antes del canto del rapsoda, esta época de oro como legado, es cantada con cierta nostalgia tanguera; nostalgia, por la pebeta Helena que, emperifollada y perfumada, se fue con Paris, el seductor, dejando a Menelao llorando en el zaguán espartano y a su hermano organizando un escarmiento, desde una esquina de Micenas, con guapos sin chambergo, pero con lorigas de bronce y de hermosas glebas.
El palacio micénico, con la fabulosa puerta de los leones, las tumbas dentro y fuera de la gran muralla que protegía la ciudad de los átridas y la máscara de oro del gran Agamenón, fue excavado y traído a la superficie por Henry Schliemann quien desenterró además una copa de oro de dos asas y de gran tamaño perteneciente al viejo guerrero Néstor, rey de Pilos. (2)
El dintel de la puerta de los leones, con dos leones rampantes apoyando sus patas en la base de una columna que simboliza a una señora de las fieras, muestra la influencia de una gran diosa madre cretense, anterior a la conquista del Olimpo por los dioses indoeuropeos.
Schliemann excavó las colinas de Hissarlik en Asia Menor y siguiendo lo cantando por Homero, descubre Troya, o mas bien una de las ruinas, porque debajo de Grecia hay otra Grecia, arqueológica y culturalmente con matices diferentes pero que nos traen un legado sobre legado, un Apolo profeta y otro asesino y cuchillero, una Clitemnestra madre protectora y otra asesina de su marido.
También hay evidencias de gemelos cosmogónicos, como Aquiles el de los pies ligeros y su temible lanza de fresno y Héctor, de tremolante casco, domador de caballos. (6) (5)
Sir Arthur Evans (2) excava y encuentra las ruinas del Palacio de Knosos, en Creta y desentierra la cultura minoica, el fresco del Príncipe de los Lirios y nos muestra en los cimientos, el laberinto, ya sin el minotauro y a Ariadna con el hilo entre Teseo y Dionisos.
Y otra vez las dos caras las dos formas de interpretar, un minotauro hambriento de jóvenes aqueos y otro manso que espera con singular paciencia al matador o al Redentor.
Un labrys o hacha de doble filo como instrumento de sacrificio o como símbolo de las dos caras de la luna o solo el laberinto minoico.
Un sacrificio no ofrecido por el rey Minos y la venganza de Poseidón haciendo que Pasifae, la esposa del rey, se enamore del enorme toro blanco y el ingenio de Dédalo construyendo la vaca de madera, para que la reina pueda unirse al animal y quedar embarazada del Minotauro, medio hermano de la bella Ariadna.
Una historia taurina desde el comienzo ya que Zeus seduce a Europa metamorfoseado en toro y la deja embarazada en la isla de Creta.
El toro, la luna y el labrys como elementos simbólicos de la civilización minoica.
Sir Arthur Evans, descubre además, unas tablillas que contenían un alfabeto, las A y B de gran valor arqueológico; el alfabeto silábico de las B, traducido por Chadwick y Ventris en 1953, registra dos veces la palabra DI-wo-nu-sojo, que corresponde al nombre Dionisos: Διόνυσος Dionisos, con lo cuál ya sería un dios reconocido en la Grecia aquea. Las tablillas contienen fundamentalmente, información de la economía del palacio y son un legado escrito de indudable valor. (2) (7)


La oscuridad y la bendita luz de la razón



Reconstrucción de la Acrópolis de Atenas

Luego de esta edad de oro palaciega, desaparece la escritura, los palacios se hunden, la civilización se esfuma y se pasa al período oscuro que comprende del siglo XII al VIII a C. Homero canta en el siglo VIII, pisando ya la época arcaica, lo que ocurría en la edad de oro. (2)
Pero algo está ocurriendo, una nueva manera de entender el cosmos, de una teogonía a una antropogonía, en la cuál los físicos de Jonia, gambetean a los poetas sacerdotes Homero y Hesíodo y llevan la pelota a una cancha sin árbitro olímpico.
Esta nueva manera de ser del hombre en el cosmos, tiene un lugar, Jonia y una fecha de nacimiento en el siglo VI a.C. los filósofos de la naturaleza o presocráticos, hacen caminar en el mundo una nueva razón, la razón de occidente con tres rasgos salientes: el primero ya enunciado de un pensamiento exterior a la religión explicando la génesis del cosmos y de los fenómenos naturales, de una manera positiva y profana. El segundo rasgo es un nuevo orden cósmico, donde la idea de nomos o regla de reparto igualitario u orden natural es una teoría distinta a la cosmogonía o creación del universo por leyes divinas.
Un tercer rasgo, es la proyección de ese cosmos en un espacio, sometido a leyes de física y de geometría, con un orden natural y simétrico, una abstracción de la naturaleza como cosas de la naturaleza; Physis u origen histórico de la filosofía el paso de mythos al lógos en la Grecia colonial de los siglos VI y V a C. (1) (8)
Este primer “siglo de las luces”, tiene que ver con la formación de las ciudades y el cambio de mentalidad que lleva de un rey sacerdote o Anax micénico a la isonomía o igual participación de los ciudadanos en el ejercicio del poder en la acrópolis de Atenas. Las nuevas ciudades estados son llamadas polis, de la cuál deriva la politiké o política en general. (9)
De este modo el origen del pensamiento racional de occidente, se dio en la colonia griega de Mileto la capital de la civilización Jonia en Asia menor.
La bendita luz de la razón que nada por el río Hespérico, el Rin, en dirección a Europa, trae la paradoja del conocimiento como determinismo y de la ética como visión del Otro.
Kant, toma estos conceptos y le pone ojos a la ciencia y llena de ciencia a la ética porque se dio cuenta que la ciencia sin ojos es un monstruo tan poderoso como Tifón, capaz de clausurar el cosmos con la vuelta definitiva al caos.

Autor: Marcelo Ocampo


Bibliografía

1. VERNANT, J.P. Los orígenes del pensamiento griego (Paidós)

2. SECCHI, J.C.Curso de Mitología Griega. Colegio de Médicos. La Plata, 2003.

3. DETIENNE, M. ¿La mitología tiene sexo? Revista de Occidente, Nº 102; 29: 48, 1989.

4. HESÍODO La Teogonía. (Fontana)

5. YEVLIN M. El jardín de los monstruos. (Biblioteca Nueva)

6. Homero. Ilíada .Terramar.

7. OTTO W. Dioniso (Siruela)

8. MAINETTI, JA.Compendio bioético. Quirón. La Plata, 2000.

9. http://www.elcastellano.org/palabra.php