viernes, 9 de diciembre de 2011

Lenguaje y Poiesis

 Árbol de la vida.Técnica Mixta, 20x100 cm, año 2011.
Lidia Leventeris. Artista Plástica.

Miro el lenguaje, desde el balcón de mi consciencia, debajo de la lengua, encima de ella, sorteando papilas gustativas, debajo de ella, recordando la humedad de los labios y la piel ardiente, en un anochecer, donde las palabras son susurros de bocas encontradas.
Un fuego no tecnológico me habita, un fuego anterior a Prometeo que me anima a vivir el instante de amor, anterior al lenguaje y que luego se hace verbo.
Con las luces imprecisas  del amanecer, vuelvo a mirar al lenguaje y resueltamente me dirijo hacia las palabras, deslizándome por papeles no escritos, hasta la que he elegido: Poiesis.
Cuando la alcanzo, ya no está, una extraña sensación de erosión del Ego en el Otro Trascendente, me invade, las átomos del hiperespacio en una letra y el cordón umbilical de Gaia, me nutre de una luz inicial, la presencia más carnal y la ausencia más fantasmal.
Poiesis, un narcótico vuelo circular entre el sol y la luna, una ascensión al cielo y una caída al infierno.
Poiesis, en el  viaje del chamán en busca de esa planta mágica, en el devenir de la obra del artista, en el giro incesante del sujeto alrededor del objeto, (de la obra), en la voz ancestral de los poetas, en la custodia de la verdad desvelada, en la balada de los tejedores de sueños, en la alegoría del árbol de la vida.
Todo  lo demás, es hastío.

Marcelo Ocampo
9/12 /2011

sábado, 3 de diciembre de 2011

El legado de Asclepio, en el día del médico 2011


Este comentario en el día del médico, quiere ser una reflexión acerca del legado de Asclepio, o Esculapio para los romanos, un rescate del báculo como instrumento ético y mágico místico de sanación. 
Asclepio, desde su origen, estuvo asociado a la medicina, como héroe médico en la Ilíada y en la Odisea y como Dios en la III oda de Píndaro, por eso encarna, en la red metafórica del mito,  la templanza (soprosyne) pero también la desmesura  (hybris),  las curaciones mágico místicas y las empíricas, es el arquetipo del médico en la Grecia Arcaica.
Su legado es el de Medeo y Therapeuo:
“Cuidar y sanar”
Representa la unión de fuerzas celestiales y de fuerzas ctónicas o del inframundo, por que nace de una madre muerta y por los poderes curativos de la serpiente.
Apolo su padre, era el médico divino y ordenó matar a su madre Corónide por infiel.
Por  eso Asclepio nace de una madre muerta y en llamas, Apolo hizo de partero.
Desde este mito, el médico tiene que ver con el vivir y con el morir, por eso la simbología de la serpiente enroscada en el báculo o vara de ciprés,  muda de piel en un instante y renace, vivir y morir, el instante es el factor de la síntesis del ser. 
Un animal totémico, tan reconocido como tal que el segundo hijo de Hipóctres se llamó drakón (la serpiente).  
 El hombre es simbólico, antes que un ser de lenguaje. ( Y la razón la usamos a veces, somos animales de razón, pero no dueños de ella) 
El símbolo es la representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada. (DRA)

Asclepio curaba con el sueño (incubación) y la palabra curativa en forma de ensalmo y de buen decir, a modo de psicoterapia pero también con el empirismo de la época: evidencia.
Una medicina basada en la evidencia y en la persona como ser humano que sufre, sueña, piensa y siente. (Unamuno)
   Esta medicina coexistía con la hipocrática o empírica, pero no había muros como hoy con la medicina alopática u oficial y la medicina popular, del inconsciente colectivo y de arquetipos.
La curación por la fe también la realizaban los hipocráticos, no es casual que cerca de la escuela del gran profesor en la isla de Cos, había un bosque de cipreses, consagrado a Asclepio.

Cronología:

   1500 a.C. Se conocen los orígenes en Tesalia, tierra de Asclepio y de su maestro el buen centauro Quirón.

Anterior al 600 a.C.  En la poesía Homérica, se hace referencia a Asclepio y a sus hijos Macaón y Podalirio, como médicos héroes, no como dioses.

600-400 a.C. florecimiento de la familia médica con Hipócrates de Cos, allí se construye un santuario de Asclepio al lado del bosque sagrado de Apolo cipariso

500-300 a.C Florecimiento del santuario de Asclepio en Epidaduro el mas famoso.

291 a.C: Fundación del culto en la isla Tiberia de Roma, adonde llega en forma de Serpiente y Asclepio es bautizado Esculapio.
Kerényi El médico divino (ed sexto piso)

Simbología:

El símbolo de Asclepio es un elemento de tipo mágico místico de sanación de creencia en el arquetipo de curación y de apoyo y fortaleza ética, una comunión entre la Medicina Basada en Evidencia y Medicina Basada en la Persona, es la medicina como un saber de tripe legitimación: por la evidencia científica, por la eficacia técnica y por la rectificación ética del acto. 
Habrá que conciliar intramuros, la medicina oficial basada en evidencia y la medicina basada en el paciente, pero también el muro exterior a la medicina y dar lugar a la medicina alternativa que es respetar el inconsciente colectivo que son los arquetipos y las creencias de la gente; por eso debería llamarse medicina complementaria.

Este es el legado de Asclepio: evidencia, curación por la palabra, escuchar al paciente, estar del lado de él.
La medicina y el acceso a la salud como un derecho humano y no como una ley de mercado.
Se puede si uno piensa como médico en el mejor interés del paciente, que es su bienestar, su respeto como persona, "cuidar consolar y a veces curar"      
Podemos hacerlo siguiendo el legado de Asclepio, maestro, héroe y Dios de los médicos y del equipo de salud.


Feliz día
Marcelo Ocampo               
  
http://elbaculodeasclepio.blogspot.com/2010/11/la-medicina-en-busca-de-asclepio_22.html

viernes, 30 de septiembre de 2011

El Fénix y el Gusano


En la mitología de los aromas, el código de las aves y de los gusanos es un ciclo sociocultural que remite a la muerte y la resurrección como el instante del eterno retorno.
En este ciclo, el Fénix es un súper águila, cerca del sol, por lo tanto el alimento que consume son los aromas, que no le dejan residuos por eso no produce excrementos, porque son alimentos de la Edad de Oro, donde dioses y hombres vivían en armonía.
Dicen algunos que en este esquema, interviene una larva, que nace de la cremación del Fénix, de su muerte, un gusano de los restos del ave que vuela a un lugar encantado llamado Heliópolis.
Allí se transforma en cinamomo, un aroma y luego crece y se transforma en  Fénix, ave extraordinaria de un plumaje dorado que vuela mas allá del sol para luego perder sus plumas y caer en una especie de combustión solar y renacer de sus cenizas como gusanillo que come inmundicias de la calle antes de iniciar otra vez el vuelo hacia el sol.
Del  excremento al perfume hay una larva producto de la cremación  del Fénix.
 O sea que si bien el Fénix es una superáguila, también es un infrabuitre en el campo mitológico de los aromas en el cual el ciclo va del gusano podredumbre al gusano alado, esto es, al avecilla cerca del sol, al súper águila y por encima de ella al Fénix, que decanta por el ciclo  inverso en murciélago, serpiente alada y llega a gusano podredumbre para iniciar otra vez el círculo o ciclo del fénix.
Por está simbología de los ciclos si el gusano es vil, también lo es el ave solar.   

En esto pensaba al recordar a mi amigo de la facultad, devenido en gran empresario del rubro de la medicina, en el negocio de los medicamentos. Era gerente de una importante empresa multinacional, había llegado allí trepando cabezas y pisando huesos de otros tan inescrupulosos  como él, solo que él, era el más apto en este mundo de supervivencia en la selva de billetes, timba, codicia e inmoralidad.
Y así era el superáguila,  viajaba asiduamente por asuntos de negocios en primera clase o en el jet   privado. (de la empresa)

El se sentía el Fénix, cerca del sol, solía comer y beber en suntuosos restaurantes junto a otros ejecutivos, médicos manchados de sangre de safaris en investigación y  ministros viles de gobiernos de turno que rifan  los votos de las urnas en la mascarada (para ellos) de la democracia.

Al retornar a su su lujosa suite, iba con paso apurado, con sus pies marcando las diez menos diez, casi a punto de cagarse encima, en  busca del  trono donde todos somos reyes ( o ciudadanos).
  Y de  ahí, por el sumidero del gran laberinto intestinal, serpenteante como una enorme boa constrictora, tiró escatológicos residuos de Babel ,que lo situaban de Fénix a Gusano.
Al descender del aire, el hombre de saco y corbata con portafolio y aire de magnate, se aloja en Hoteles 5 estrellas en el piso más alto, una manera de estar siempre en un falso paraíso terrenal.
Una corbata de seda estaba unida a su bragueta, también de seda.
Por las noches, bajo el encandilamiento de luces tenues y calientes de spots empotrados en el cielo de yeso, como estrellas de vidrio,  solicitaba jóvenes mujeres expertas en primorosas labores, panteras de buenos aromas, ligas unánimes de erección y perfumes de encantamiento asiático.
Usaba para estas ocasiones, calzoncillo de diseño animal print.
 Dejaba el circuito de las aves para ingresar a la jungla de la seducción y sexo salvaje, transmutada  y  empastillada fiera teñida de azul sus vergüenzas y su lengua.
No le escapaba a un OPNI: Objeto Porno No Identificado.

Estas humedades, las escatológicas cagadas y las pituitas matinales, hacían descender al Fénix a la podredumbre barrosa y ahí se transmutaba en buitre carroñero, luego en murciélago de cueva oscura hasta el vil gusano de letrina.
El espejo le devolvía siempre la misma imagen de pulcritud y las personas que no estaban en su intimidad, lo miraban con complacencia y una envidia disimulada en la mueca de las plásticas sonrisas enayadas hasta el cansancio y otras  bocas de plástico diseñadas por el  mismo cirujano plástico.

La mujer,  lo esperaba resignada como una moderna Penélope, que en lugar de tejer en el telar,  ingería plastiformes somníferos con un poco del noble vino.
( la única nobleza que quedaba en la lujosa casa de dos plantas).

Los hijos, dos varones, habían ingresado a cursar altos estudios en facultades extranjeras, las mejores en Abogacía y en Contaduría, las carreras que por intereses bursátiles más que por vocación, habían elegido.
Ellos querían ser como papá, o mejores. Eran capaces de matar al padre y de  casarse con la madre.

La falsa apariencia de Fénix, no ocultaba el aroma nauseabundo de pichones de buitres,  difícil de disimular, aun con los costosos perfumes de marca internacional.  
Ellos flotan en las nubes de Estrepsíades, aquel joven a quien su padre había pagado a un sofista para que le enseñe el arte de hacer dinero sin importar los medios para lograr el objetivo.
Los contactos hegemónicos de su padre, les harían mas fácil el escalamiento hacia el falso paraíso de la timba internacional que ellos ya conocían muy bien.
Y me pregunté, antes de que el sueño venza mis ojos:

¿Por lo menos uno podrá escapar del ciclo arquetípico del Fénix solar al gusano vil?  

Marcelo Ocampo
           
 
       

sábado, 24 de septiembre de 2011

UN PEDAZO DE NOCHE EN EL DÍA DEL BOSQUE -Asterión en el Zoo-



Un pedazo de noche estaba olvidada en la mitad del día en el bosque, nadie parecía darse cuenta, pero debajo del robusto ciprés, con olor a ciervo, frente al longevo castaño, estaba ella de negro encaje y de una belleza sin tiempo, los árboles del bosque pronunciaron su nombre alguna vez cuando la voz de los oráculos era escuchada.

Todo en la oscuridad estaba suspendido, el canto de los pájaros, la algarabía de los niños en el zoológico, un laberinto dentro del laberinto de árboles del bosque dentro del laberinto de la ciudad de La Plata, con sus diseños en diagonales e historias masónicas. En la vereda del zoológico, las voces con resaca dominguera de los padres, arengando a la familia, flotando en el humo grasiento de los chorizos y los niños haciendo cola para obtener un delicioso cucurucho repleto de crocantes y explosivas palomitas de maíz y por los parlantes la música rítmica repetida hasta el cansancio.
Desde afuera, las almas que no participan de la escena dominguera, se llenan de una pátina de tristeza.  

El rugido de alguna fiera mordiendo el aire, las hojas de los árboles sonando la canción de un viento sin respuestas y la luz de un tibio sol, se filtraban por encima de los laberintos sin techo.

Ariadna, la bella muchacha, sentada displicentemente en un taburete de madera rústica al lado del pórtico de entrada al zoológico, parecía haber visto la oscura noche olvidada, flotando en una cavidad del bosque, mientras entregaba con mecánico gesto los boletos de entrada a la prisión de los animales detrás de los barrotes de las jaulas.
Pero solo los niños fantasean con ser domadores o cazadores, ellos tienen ese privilegio de la ilusión, del jugar sin más.

A Teseo, el seductor y orgulloso guía del lugar, le gustaba su trabajo, megáfono en mano arengaba a las familias frente a cada jaula, explicando los hábitos de cada ejemplar encerrado.
Tenía por costumbre llevar una soga enroscada en el hombro, para dar la impresión de saber trepar por ella o para atar por el cuello a algún peligroso animal que pudiera escapar.
Tal vez en su inconsciente, la soga era el hilo de Ariadna que llevaba por temor a no encontrar la salida del laberíntico lugar.

El y Ariadna, habían tenido un corto romance, que terminó dadas las frecuentes conquistas o trofeos amorosos del gran seductor.
Minos, el director del zoológico, padre de Ariadna, veía con buenos ojos el romance de su hija con el joven quien además de guía, estudiaba veterinaria.
Su interés en cirugía de grandes animales, escondía su pasión por la sangre derramada; una vez mató de una certera puñalada a un mono que había escapado de su celda.

Contaba como una gran aventura la captura de minotauro, aquel ser mitad humano y mitad toro, hijo de Minos y de Pasifae.
La madre abandonó al niño al nacer, no quiso ni amamantarlo y Teseo lo capturó a esa corta edad.
En verdad, el minotauro se entregó mansamente a Teseo y Minos, padre resignado, decidió cruzar el salobre mar con la familia, incluido el valeroso ateniense hijo de Egeo y todos se radicaron en la ciudad de La Plata, Argentina porque sabían de una inmensa colectividad griega que había echado raíces en la ciudad hace ya cien años.

Minos, quien desconfiaba de minotauro, su propio hijo, decide encerrarlo en el laberinto del zoológico.
¿Era para protegerlo?
Había echo correr un escalofriante rumor: Asterión, nombre de la criatura, cada 7 años se comía a 9 personas, presa de un irrefrenable apetito caníbal.

El laberinto había sido diseñado y construido en el centro del zoo por un tal Dédalo, arquitecto ebrio de geometría, que había salido de la cárcel purgando la condena por el homicidio de un sobrino.

Ariadna de vez en cuando miraba aquel pedazo de noche en la mitad del bosque.
Ella tenía curiosidad pero a la vez un ligero temor le hacía desistir de ir hacia ella.
Teseo, en un momento de descanso, se acerca a Ariadna y ella le dice:
-Teseo, observa aquel pedazo de noche en la mitad del día en el bosque frente a nosotros, como suspendida en un cavidad de aire, hasta tiene apariencia de una bella doncella.
-Sí, responde él,- la puedo ver es fascinante, iré de inmediato.

Con paso firme, de estratega, el seductor infatigable, se dirige resueltamente hacia ella, cruza la diagonal que separa el zoológico del bosque de árboles y cuando llega queda estupefacto: una bella mujer, de fino encaje, de cabello rizado color glauco envuelta en sugerentes velos grises, le dice casi como un susurro de encantamiento: -esperaba tu llegada, amado Teseo. El, con el corazón latiendo una carrera dentro de su pecho, sale del estupor inicial, la toma por la cintura y le pregunta: -Preciosa ¿cómo te llamas?

Ella se toma unos segundos para responder aquello que jamás hubiese querido escuchar él: - mi nombre es “Kere” y ahí se transformó en una horrible criatura, abrió sus fauces tragó íntegro a Teseo, se tiño de sangre y desapareció en una silenciosa implosión gravitacional, tan silenciosa como el silencio mortal.
El seductor despiadado, el cazador sanguinario, había sido seducido y cazado por Kere, la figura femenina de la muerte más espantosa.

Ariadna, horrorizada presenció toda la escalofriante escena, no tuvo tiempo para reaccionar, porque de repente un estampido como un trueno sonó en sus oídos y cuando abre los ojos, frente a ella estaba la luz divina, la epifanía de Dionisos, un joven de largos cabellos, vestido con túnica azafranada montado en un carro áureo tirado por dos hermosos tigres blancos.
Sin mediar palabra, él la toma suavemente de la mano y ella siente una extraña liviandad y sube con su nuevo amor, quien le obsequia una hermosa corona Boreal, con doce brillantes diamantes engarzados en la base semicircular de oro que ella usaría para su boda.
Detrás de la pareja, una ruidosa comitiva de silenos y de ménadas cantaban y danzaban alegremente al compás de los címbalos y el dulce sonido de las flautas de Pan.
A medida que avanzaban, Dionisos con un ademán de su tirso, hacía caer los barrotes de las jaulas y los animales se unían mansamente al ruidoso cortejo.
Al llegar al centro del zoo, las paredes del laberinto se desintegraron en el aire y el minotauro, lleno de luz, corrió a abrazar a su padre y luego a jugar con los niños visitantes.
 Minos, presa del contagioso entusiasmo orgiástico, se puso a bailar debajo de una glorieta, marcando el ritmo con una pandereta.
Dédalo, negó el evangelio de la armonía de los mundos y se perdió en el laberinto del bosque.   

En el zoo y frente a todas las miradas, cayeron las cintas que prohibían el acceso al tobogán a las hamacas, a  la calesita y todos pudieron disfrutar de los juegos, Asterión era uno más entre los niños.
 
El prodigio del tirso hizo derrumbar las barreras invisibles de la indiferencia, de la discriminación y en armonía plena, hombres, niños y demás animales, cantaron el himno a la alegría.
Dionisos y Ariadna partieron rumbo a Naxos donde iba a acontecer su boda, en la isla de las vides de un día.

Marcelo Ocampo
24/09/2011

sábado, 17 de septiembre de 2011

Evidencia y práctica en medicina: entre Platón y Aristóteles

Medicina basada en evidencia y medicina basada en la persona

“La mayoría de los filósofos que estudia la naturaleza termina en la medicina”
Aristóteles

Para Aristóteles aunque el bien de la ciudad y el bien del individuo sean lo mismo es evidente que será mucho mas grande alcanzar el bien común que se encuentra en todo lo que existe. A diferencia de Platón para quien la virtud y la verdad son bienes ideales y absolutos.
Aristóteles que fue hijo del gran médico Nicómaco, define a la medicina y la política como teckné que persiguen un fin. El fin de la medicina es la salud, pero al médico no le interesa que es la salud sino los medios para curar la enfermedad, esto es, una ética de medios orientada a un fin: restaurar la salud.
Para esto recomienda la práctica rutinaria acompañada de la razón y propone la ética de medios por método inductivo.
Platón en cambio se orienta a la verdad abstracta a la teoría sobre la enfermedad más que a los medios y reestablecer la salud es un bien ideal y no un bien de la comunidad.
Con esta polaridad , la Medicina Basada en Evidencia y la Medicina Basada en la Persona quedan entre estos dos filósofos.
(concepto de Borges sobre el hombre: o se es Platónico o se es Aristotélico)
Estas consideraciones dejan entrever que la ética la medicina y la política son ciencias prácticas cuyo objeto son las acciones y no las especulaciones teóricas. Es una ética de medios orientada a un fin que para Aristóteles era la Eudamonía o felicidad.
Ambos reconocen que del cuerpo se ocupa la medicina y la gimnasia y del alma, la política.  
No se puede pedir exactitud matemática en un conocimiento biológico que es probabilístico y la toma de decisiones está basada en incertidumbre.
Platónica es la Medicina basada en evidencia, con cifras, estadísticas, números, de salud y de enfermedad en una esfera celeste no con astros brillantes sino llena de paradigmas.
Aristotélica es la medicina basada en la persona o empírica.
Esta arqueología de la mirada médica (foucault) permite observar que el asunto está en el origen mismo de la práctica de la medicina en Occidente, cuando, desde una cosmogonía pasamos a una cosmología y desde una nosogonía a una nosología.

Marcelo Ocampo

jueves, 18 de agosto de 2011

Pesadilla en un Hospital de Capital Federal


Querido amigo: ya mas tranquilo, a vos que  me invitaste a participar como panelista en el tema judicialización de la medicina en la semana de la bioética, hace ya algún tiempo, te voy a contar lo que viví: muy desanimado por el estado del hospital en general, entro y veo todo ese montón de gente tratando de trepar un ascensor para que los lleve al lugar de atención; los que pueden llegar liberándose del embutido humano dentro del habitáculo  del único ascensor que  funcionaba, para luego someterse a "metódicas servidumbres" como decía Jorge Luis Borges.

Mi caso fue paradigmático, porque recién llegado de mi ciudad La Plata,   busco un “sillón blanco” para dar rienda suelta a las escatológicas necesidades intestinales, no trascendentales sino finales.
Busqué desesperadamente un baño, algo simple y elemental en la vida cotidiana. Pero ahí empezó la pesadilla, al recorrer todo un piso  del nosocomio,  llego al baño de caballeros pero estaba anegado con aguas turbias, heces flotando, maderas apiladas en el agujero del retrete, era la imagen viva de un lugar arrasado por un Tsumani.
A metros estaba el baño de damas, frente a la emergencia, no dudé, caminé hacia él, pero me detuve frente a la puerta rota mirando con espanto los restos del diluvio noático y la triste escena del arco iris que la voraz boca del sumidero se iba tragando.

¿Recordará Dios la alianza al no ver su arco entre las nubes?
¿Vendrá otra vez la catástrofe ecológica?

Con estos pensamientos en mi mente, literalmente “trepo” hasta el séptimo piso donde había gente amiga en el aula 70, lugar del evento y casi sin aliento pregunto al “Dr. Anfitrión”, por un baño, él que iba a empezar la charla, le dice a una voluntaria que me lleve al baño de Docencia e Investigación, cuando llego al sector, una secretaria que parecía una espía  nazi de la guerra fría, con un revolver y una bala en la recámara dice: -“este sector es  privado, lleve al señor al baño que queda pasando el pasillo, al otro lado del sector y un piso mas abajo”...la señora me acompaña sólo unos metros porque retrocedí a paso marcial y plantándome frente a la secretaria le afirmé enfáticamente -“me hago encima”.

Ella no podía negarme el baño pero lo hizo. Con el destino adverso frente a la necesidad mas escatológica y vergonzante, con mi frente llena de sudor y de venas que serpenteaban la piel como la serpiente intestinal mordiendo la salida inexorable de lo mas execrable, ahí nomás, y frente a la indecorosa adversidad, (cagarme encima), sorteo las líneas enemigas y me  deslizo como un agente de contraespionaje, hacia el  baño del jefe el cual,  en efecto, era del jefe: “VIP”,un amplio pre baño  separado por un biombo de policarbonato del baño propiamente dicho y compuesto de  inodoro, bidet, y coqueto lavatorio, con cerámica, jabón líquido y dos tipos de perfumes, (uno pegado en el cerámico y otro más lejos, pero también al alcance de la mano, en un nivel de aromas  de hotel 4 estrellas).

Una vez evacuada mi necesidad, no tuve más que apretar el botón, (con un caudal de agua del dios Poseidón), que se llevó la inmundicia por el sumidero de entrada a la cloaca, y perfumar en rigor, “exorcizar”, el lugar de la blasfemia con los  benditos perfumes y arreglarme la corbata y la bragueta, para enfrentar a los de “afuera”.

Al salir, la señora alemana, (quien en primera instancia me negó el baño) se dirige a mí con falsa conciencia: -disculpe Doctor, no sabíamos quien era Usted...
 (Vestía saco y corbata y llevaba entre mis manos  una carpeta con logotipo que evidenciaban que estaba invitado a las jornadas).

Me retiré preguntando a la secretaria nazi si tenía crédito ante la eventualidad de una "segunda urgencia” y ella me aseguró que sí.
-Ocurre,  DOCTOR que acá viene “CUALQUIERA” a hacer sus necesidades y nos deja el baño sucio, la gente es muy mal educada- en una  clara alusión a los  pacientes del hospital convertidos en  ciudadanos ilegales, residentes extranjeros,  pobres, sufrientes y maltratados sin derechos como los autóctonos del lugar, o sea “la gente bien”: médicos y secretarias  del sector galeno VIP.

Entonces pude comprender que el hospital para la gente, a nadie le calienta, si alguien no puede cagar dignamente,  a nadie le calienta, que toda la gente amontonada en un solo ascensor, a nadie le calienta, que un saco y una corbata y una firme resistencia como ciudadano sujeto a derecho, abren las puertas de un paraíso falso, construido  sobre enfermedad, miseria, sangre y  cloacas anegadas.

Por eso el Dr. Anfitrión es  pesimista y yo optimista frente a la posibilidad de perforar la judicialización de la medicina, el tema de las jornadas. Cada caso que se judicializa, es la muerte de un médico y el asesinato de un paciente.

Porque no perdí la esperanza, porque avanza la indignación, fuente de reclamo de derechos humanos en justicia,  porque si no cuento esto, el paraíso estará cerrado como los baños para los pobres y sufrientes que ni siquiera pueden cagar dignamente.

Marcelo Ocampo

miércoles, 3 de agosto de 2011

TARDE DE LUNES CON ATENEA


Tarde de lunes, fría, llovizna,
luces envejecidas y enfermas
de un domingo con dioniso.
Una cita a ciegas, como la ceguera de la tragedia.
Luciérnagas de bar con cucarachas atentas,
a metros del grupo Atenea.
Plátanos con  follajes a lunares marrones.   
¿Cómo íbamos a  reconocernos?

 ¡Oh Atenea! la de los ojos glaucos
despejando la bruma, arrojando luz
en  la salobre tarde del lunes,
la  reconocí al instante
en la silla de aquel bar,
bebiendo una lágrima tan blanca
como la flor que Hermes muestra a Ulises
fecundo en ardides,
como antídoto para los hechizos de Circe.

Luego del vuelo circular
De una lechuza numinosa
el bar ya era barca    
con velas de lino anemófilas
y en la proa,  
la vieja encina parlante
de Dodona,
un G.P.S. orientado al  Helesponto
en busca del vellocino de oro.

Y Atenea, la de ojos Glaucos,
se esfuma en el aire cicládico
mientras la  cóncava nave,
surca las epidémicas
 y vinosas olas
de regreso a el Pireo.

Ella espera bajo la sombra 
de aquel primer olivo
que hizo brotar en el camino
para sus amados aqueos
y respira triunfante
flores de bronce y de sangre
de aquel memorable combate
sobre la ciudad de anchas calles.

¡Oh Atenea!, la que lleva  la égida,
pronunciaste en mis oídos
con ecos oníricos
estas aladas palabras:
- Duerme un sueño tranquilo,
el fantasma del adivino Tiresias
ya  se ha ido
la antigua ley de Cronos,
no hará caer las tinieblas
sobre la luz  de tus ojos…    

Y un argénteo dracma gira
actuando una tragedia y una comedia
como una máscara en el proscenio
 del fértil jardín hespérico,
donde la serpiente duerme
acunada por las Hespérides.



Marcelo Ocampo
02/8/2011

jueves, 16 de junio de 2011

LA DIÁSPORA DE LA TRAGEDIA Y DE LA ÉTICA

La Lista de Schindler.
(Imagen de la pelicula de Steven Spielberg)

Estas reflexiones surgen como una necesidad de contar las emociones que sacudieron mi alma luego de escuchar el  relato  de los sobrevivientes de los campos de concentración alemanes, en la reunión del jueves 9 de junio, como una Iniciativa de la Asociación Bio&Sur de Bioética y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
Llamada: LOS EXPERIMENTOS MÉDICOS NAZIS Y EL CÓDIGO DE NUREMBERG
Memoria y prospectiva en bioética y derechos humanos para las investigaciones
 Invitados:
 Sara Rus, sobreviviente de los campos de concentración de Auschwitz y Mauthausen, Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora).

Pedro Boschan, médico y psicoanalista, Profesor de Salud Mental de la Facultad de Medicina (UBA). Miembro de “Generaciones de la Shoá en Argentina”

Salomón Feldberg, sobreviviente de los campos de concentración de Auschwitz y Sachsenhausen, víctima de los experimentos sobre hepatitis.

El legado trágico de Grecia

El laberinto, la gran ilusión, puede ser una  manera de morir si no se encuentra la salida o también el centro, que es el Minotauro.
La justificación de matar al ser mitad hombre y mitad toro,  puede ser un rito de iniciación, un conocimiento a través de la mirada de aquello que no queremos ver dentro de nosotros o simplemente el odio que siente la joven Ariadna por su medio hermano diferente.
Otros dicen que el minotauro era caníbal, cada nueve años se comía a siete mujeres y hombres de Atenas, por eso Teseo, el valiente muchacho de pura  raigambre ateniense, viene a Creta a matar al monstruo, una singular manera de hacer justicia por la patria matando al diferente, usando la razón estratégica llamada el hilo de Ariadna.
¿Será el mismo hilo el instrumento de la muerte por ahorcamiento de Ariadna?
En Esparta, la ciudad sin murallas, los espartanos arrojaban desde el Monte Taigeto a los recién nacidos con defectos físicos, no como rito de iniciación sino por una razón estratégica e instrumental: no servían para la guerra.
La mirada en la diferencia los excluía de la pertenencia a la especie humana.
La sangre en el monte, la sangre en las 7 puertas de  Tebas,  la sangre en la guerra de Troya, la sangre del sacrificio de Ifigenia muerta a manos de su padre Agamenón por una pueril razón de estado, la sangre coagulada en el cuello de Antígona, que obedeció a las leyes no escritas, de la familia, (el derecho de las sombras de Hegel), toda esta sangre llegó, por el cauce del hespérico río Rin, hasta el siglo XX y sumó mas caudal de sangre hasta desbordar Europa dos veces con las dos guerras mundiales.
Auschwitz, fue otro laberinto, el de la intolerancia y la xenofobia. 7mandamientos honrarán la deshonra.

La razón, el reyezuelo y el fuego

La marcha marcial de la razón estratégica y  de la razón instrumental, acompasada y esvásticamente sonora, se desplaza por el continente europeo, alguien en un exceso de amor a la patria y de odio hacia el otro, decide la guerra.
En la cuenca de las aguas beligerantes, se hunde la acrópolis y el ágora. Solo el Cerámico devenido cementerio con olor a flores de naftalina, quedaba de aquella arquitectura apolínea.
Los generales estudiaron la estrategia de Epaminondas y de Temístocles para la victoria.       La otredad se ahogó en la cuenca de la tragedia, ya no quedaba espacio para cuentos ni poesía, el paraíso se había cerrado.
El caballo alado Pegaso, dejó de ser la inspiración de los poetas y solo se nombraba como el instrumento con el cuál Belerofonte logró matar a la quimera.
En las escuelas solo se podía entonar marchar militaras e himnos bélicos, que ensalcen los valores de la patria, el amor a la patria, la  muerte por la patria.  
Estaba prohibido leer cuentos y mucho menos aquellos que tenían una alegoría de solidaridad como la  fábula del reyezuelo quien vuela en busca del fuego; Dios estaba sentado en la colina del diablo y la pequeña avecilla, le pidió el fuego para los hombres. Dios le hizo la siguiente advertencia: -no vueles demasiado aprisa por que podrás quemarte las plumas.
El reyezuelo así lo hizo, pero al estar cerca de las personas, estas aplaudieron la llegada del fuego y el pobre pájaro, aceleró el vuelo y sus plumas ardieron provocando la caída de la avecilla. Las demás aves, conmovidas, le obsequiaron una pluma cada una y desde entonces el reyezuelo es el ave de pintoresco y abigarrado plumaje.
Solo el búho, no le dio su pluma por eso fue condenado a volar de noche y en soledad como la lechuza de Hegel que vuela al atardecer.
Las aves de la filosofía ilustrada, vuelan solas.
EL reyezuelo pudo volver a volar gracias a la cadena de solidaridad de las aves.
Algunas tradiciones dicen que el ave del fuego se transfiguró en Prometeo, el titán benefactor de la humanidad, que roba el fuego para bien de los hombres, así pueden vencer al miedo atávico a la oscuridad, a las fieras, pueden protegerse del frío y cocinar la carne.
Nadie se detuvo a pensar que una razón de estado, iba a ocultar el fuego a los hombres sumiéndolos de nuevo en la oscuridad unánime. Zeus- führer así lo había decretado. 
La pertenencia a la orden divina, de la divina raza aria, borró el nivel ontológico entre el hombre y Dios, la xenofobia generó la intolerancia y los delirios de eugenesia empujaron al genocidio.  
EL pueblo judío inicia así, la segunda diáspora de la tragedia.
La ética de la razón instrumental genera monstruos, que pierden de vista al otro, el mal en su singular opacidad, hostil al logos, es, en definitiva, un estado totalitario, es decir la locura colectiva, que encierra en ghettos a personas inocentes, mujeres niños hombres sometidos a las torturas mas aberrantes, a atroces experimentos “médicos”, a un destino de sufrimiento y de muerte.
El olvido del holocausto es la victoria de los fundamentalistas.
La memoria del holocausto es la victoria de la dignidad humana.

Las concepciones de la bioética en investigación

Juan Carlos Tealdi, nos informa de la saga de atrocidades en nombre de la ciencia, cuando se forma la Liga de Médicos Nacional Socialistas (3.000 en 1933, 38.000 en 1942), que coordinan la política médica nazi.
Rudolf Rahm, el médico eticista líder de los nazis, supervisaba la calidad de la educación médica.
Ferdinand Sauerbruch, venerado como pionero en cirugía torácica, integró el Comité de Revisión de Investigaciones que aprobó los estudios de mellizos por Mengele en Auschwitz.
Mengele experimentó con mellizos en genética y armas biológicas: infectaba a un mellizo y cuando moría mataba al otro para comparar resultados.
Kurt Gutzeit, dirigió los experimentos sobre hepatitis provocada en niños de Auschwitz: su ayudante, Arnold Dohmen, infectó a 11 niños judíos por punciones hepáticas.
El Juicio de Nuremberg contra 23 médicos nazis acusados de crímenes de guerra comenzó el 9 de diciembre de 1946 y concluyó el 19 de agosto de 1947. Siete médicos fueron condenados a muerte.
Y las violaciones a los derechos humanas continúan hasta el 2011.
La bioética universalista es asediada por la bioética regresiva radical, la cual es fomentada desde intereses económicos de las grandes empresas farmacéuticas.
Esta postura, abandona la Declaración de Helsinki en investigación y la reemplaza por las guías de buenas prácticas clínicas, con la dignidad de las personas vulnerada y los intereses de las empresas de los gobiernos y de la sociedad por encima de los intereses de las personas.
La paradoja más aberrante, está en el significado de la palabra  médico deriva del latín medicus y éste a su vez del verbo griego medeo, cuidar a otro, o sea que el médico tiene en su propia razón de ser el cuidar a personas enfermas. Otra palabra clave es Terapéutica del griego therapeutiké y del verbo therapeuo, servir. En la etimología de ambas palabras hallamos el concepto de cuidar por un lado y de servir por el otro. Esta incursión filológica quiere ser un rescate de la vocación médica en el sentido de profesión y sacerdocio, es el arte por amor al hombre, la ética y la técnica de: “curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”.


EL LEGADO DE VIDA DE LOS INVITADOS

La pregunta de Pedro Boschan

¿Cuál es la causa por la cuál los médicos de la Liga Nacional socialista, se apartan de su mandato ético y obedecen ciegamente a un sistema totalitario, donde la tortura y la muerte ronda en el aire?
Los alumnos de la facultad de medicina, frente a circunstancias donde la razón de estado se vuelve en contra de la moral, ¿harían lo mismo? ¿Por qué? ¿Quienes? ¿Cuántos?
Si uno solo optara por enrolarse en el genocidio, abandonando su interés primario, entonces hoy como ayer, seguiremos debiendo un gallo a Asclepio.
Hoy la nueva cuenca semántica abierta en el posmodernismo con la cúspide de los grandes laboratorios sobornando y comprando voluntades, es un lado de esa cuenca, bajo el signo de Hermes y su caduceo, el dios de los ladrones,  volando este cielo sin resistencia, desde donde cayó la paloma de Kant, sin ofrecer resistencia frente al relativismo moral.
El mal en su radical opacidad, ya no encierra en ghettos, ya no hay barrotes, todo es más sutil, disimulada en la cotidianeidad  y asociada a la felicidad.
La visión del panóptico Bentham ya no es para vigilar y castigar desde dentro de los muros, sino que es hacia el exterior, la realidad es imagen de la imagen fotoshopeada en infinitos pixeles. Ya no hay distancia entre lente y objeto, el punto blanco en la imagen ha desaparecido, la   pixelización moral es el nuevo escenario.
Con el nuevo orden moral, tras la caída del muro ¿es posible un enrolamiento en el horror? Es posible y está ocurriendo en los centros de formación profesional, donde el paradigma biologicista reina sobre el humanista; en algunos  ensayos clínicos, donde el médico prioriza su interés crematístico en conflicto con su interés primario de bienestar de los pacientes.
En el campo semántico de la herencia griega, nos encontramos con ξενός : xenos, que quiere decir extranjero, enemigo y a la vez amistad hospitalidad al extranjero un "oxímoron" en el significado.  (Diccionario Vox griego español)
Si a esa raíz sumamos Φόϐος: Fobos:, que es pánico tenemos instalada la xenofobia: Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros. (Real Academia Española)
Una tensión semántica como supersigno, que determina, en el camino de la lengua, la llegada hasta Occidente de la xenofobia y por tanto de la intolerancia, como caldo de cultivo para el totalitarismo.

El sueño de Salomón Feldberg

La vara de ciprés de Asclepio (Esculapio), tiene enroscada una serpiente arborícola, cóluber longisimus, de color amarillo, por eso el amarillo es el color de la medicina.
También lo es de la ictericia, otra vez a Grecia por el camino de la lengua, ya que en griego amarillo es : ἴκτερος,.
En los experimentos con hepatitis, los 18 elegidos, entre ellos Salomón, han sufrido el horror, pero el poder curativo del alma, ha quedado demostrado: Asclepio descendió y en un rito de incubación, como terapéutica onírica, logró la curación sin secuelas del joven Salomón.
La ictericia es el símbolo de aquellos virus  inoculados malsanamente,  pero también lo es del poder curativo de la serpiente amarilla en el báculo de Asclepio, encarnado en aquel médico  alemán que inicia la cadena de salvación.
Luego se supo y fueron bautizados los 21000 justos entre las naciones del mundo.    
Salomón  pudo filmar y narrar su estadía en el infierno nazi, como Ulises pudo contar el sufrimiento y la lucha por  sobrevivir. Un legado de memoria y una derrota a la muerte que es  una  derrota al olvido. 


Sara Rus: dos veces Antígona:

En la tragedia Antígona, de Sófocles, ella desobedece a su tío a la vez regente en Tebas.
El había ordenado mediante un decreto, no dar sepultura al cadáver de Polinices, muerto a manos de su hermano en la séptima puerta de la ciudad. La desobediencia era la muerte.
Antígona, no obedece y arroja tierra sobre el cadáver insepulto de su hermano.
Creonte, decreta que ella debe morir, pero Antígona se ahorca en su tumba.
El agón o  conflicto trágico es la defensa de Antígona de la ley no escrita, aquella moral de los penates familiares, que se rebela en contra de la obediencia a la razón de estado o ley de los hombres impuesta injustamente por Creonte.
 Sara Rus, al luchar por la vida de su madre, desobedeciendo las órdenes del soldado alemán, es Antígona enfrentando a Creonte.
La paradoja, es que años después, en otro proscenio del horror, es otra vez Antígona en la Argentina al enfrentar al monstruo de tres cabezas y color verde oliva.
Esta razón de estado, (otra vez la ley de la ética  como razón de estado en contra de la  moral), hace desaparecer a su hijo. Ella y su marido, reclaman por el destino de su hijo, pero la hipocresía de Videla niega la tragedia de los desaparecidos.
Una semana antes del 9 de junio, viene a casa una amiga que hacía 35 años no veía. Ella estuvo presa (lo supe después de años) y su hermana mi gran amiga de los años 70, desaparecida. El equipo de antropología, identificó sus restos que pronto le serán entregados. Cuando nos vimos nos reconocimos al instante, no al “estás igual”. Ella vio mi cotidianeidad y en ella nos dimos un fraternal abrazo.
Nos sentimos parte de la sociedad de valores universales, parte de esa memoria de frío siberiano en el país, del temor a las culatas, del  curioso contraste de cachiporra y llanto de dragones camuflados con botas marrones y aliento a fango, bajo un cielo de pólvora y una pesada bruma que hundía la recta del horizonte. Pero el derecho a la libertad, traía la dignidad a la conciencia y en las narices, un perfume a revolución, como rara flor de jazmín y de sangre.      
 

A modo de conclusión

¿Porque todo no ha desaparecido aún?, se pregunta Baudrillard.
Cuando el jueves 9 de junio, en el ámbito de la secretaría de Derechos Humanos, escuché el relato de las tres personas que, de la oscuridad mas radical, lograron salir a la luz, escapar del genocidio, mi emoción inicial fue de piedad, luego y a medida que el verbo del relato se iba tatuando en mi piel sensible, mi alma iba siendo invadido por una singular aflicción, como de plomo fundido.
No se como fue el proceso, pero de repente, como si Poseidón con su tridente haya golpeado la fuente de mi conciencia, brotó un manantial de indignación, frente a tanto horror.
Allí pude ver como fantasmas,  los ojos poliédricos del reptil con escamas en forma de esvástica.
Luego,  posé la mirada en los nobles rostros, de aquellas bellas personas, con su cruz de sobrevivientes para contar para no olvidar, para regar las fuentes de la querida memoria.
Escapar de la muerte, de varias formas de morir, de hambre, de tristeza, de un balazo.
Y la poesía de la Odisea, como símbolo de la lucha por la supervivencia. Ulises pudo cegar al monstruo de un solo ojo y salir de la cueva del horror.
Cuando los otros cíclopes preguntan a Polifemo -¿Quién te hizo daño?, -nadie, contestó él.  Y los cíclopes lo creyeron loco. “Nadie” como forma de olvidar, nadie como la locura de alguien que cometió canibalismo con los compañeros de Ulises, fecundo en ardides. El olvido es una forma de locura y de muerte como lo es  el genocidio.
La memoria y el contar es elegir la vida,  el legado de la lucha por sobrevivir y la indignación frente a la injusticia mas atroz, memoria para que ese mal no vuelva a canibalizar a la humanidad.     
La diáspora de la tragedia y de la ética, que, en la heroína Sara Rus, ocurrió dos veces,   es también la diáspora de la esperanza por  aquellos 21000 justos entre naciones,  una marcha de corazones que deposita la  fe en la raza humana.
Ahí en esa reunión, con los testimonios de estos sobrevivientes del holocausto con su mensaje de justicia, esperanza y memoria,   encontré la respuesta de porqué todo no ha desaparecido y seguimos “eligiendo la vida”. 

Marcelo Ocampo

jueves, 26 de mayo de 2011

Alergia y Autoinmunidad

sábado, 9 de abril de 2011

EL CAMINO DE HIPOTENUSA -La aflicción de Pitágoras-


Un día, Hipotenusa, se arrojó a las aguas del Nilo, nadó un trecho, montó en un buey camino a occidente, luego, en toro, llegó a Tebas y de ahí en burro, hasta Judea.
Sabe que en Tebas hay un niño Dios, coronado de hiedras y de pámpanos y en Belén, otro niño dios nacerá, se mecerá en la cuna y la cruz será su sacrificio.
El carpintero construyó la cuna y la cruz.

Hipotenusa, pronto reinará en algún lugar, como ya reinó hace años, no se sabe cuántos, en el bajo Egipto.
Ella tiene memoria de un paraíso perdido en la antigua sabana africana.

Pitágoras, se despierta esa mañana, lava su cara de legañas en el agua de la jofaina, se sirve un magro desayuno de pan de cebada, agua (no bebía vino) y una aceituna. Satisfecho el primer apetito, va a casa de Milón de Crotona, su mecenas y su alumno, abre la puerta debajo del dintel, atraviesa el patio, el pórtico, sube las escaleras de madera, golpea la puerta de doble hoja de encina que da paso a la estancia y, desde adentro, él contesta: - pasa querido maestro, ya estoy despierto.

Pitágoras, presa de una gran aflicción, ingresa y pregunta: - Milón, discípulo predilecto, ¿haz visto a Hipotenusa?
Con aliento a buey en celo, Milón, acostado al lado de una mujer diestra en primorosas labores, contesta:- ¡Oh, maestro!, no la he visto, sabes que no comprendo muy bien a Hipotenusa y sus catetos, soy un soldado que se prepara para combatir contra Sibaris, la ciudad de los corruptos, la vamos a aplastar, mataremos a todos los hombres y nos haremos de un gran botín de oro, ganado y de bellas mujeres que serán nuestras esclavas.

Atribulado, Pitágoras, se retira, camina por las angostas calles de tierra, preguntando a cada habitante de la polis, por su querida Hipotenusa.
Nadie la ha visto.
Muchos pensaron que el maestro se había vuelto loco.
Para colmo, corría el rumor de su creencia en seres lunares sin boca que él llamaba “daiomones”.

Pitágoras, muy afligido, vuelve a casa, sin albergar la esperanza de encontrarla, pensado que tal vez, algunos acusmáticos arrepentidos de su orden, la habrían raptado.
Estos desertores, dejaron de creer en verdades indemostrables y guiaban sus acciones por axiomas vacíos de toda moral.
Ya no comulgaban con la hetería soteriológica de la cofradía pitagórica.

El juramento era el recurso del lenguaje, entre la polis y la religión, pero, las imprecaciones eran cuestión cotidiana, el poder y el conocimiento había que mantenerlo entre unos pocos. En la parodia de juicios en el Areópago, los jueces eran parte de la gran conspiración.
Pitágoras era un instrumento para sus planes. Los que cometieron perjurio contra él, siempre vieron a Hipotenusa, su hija legítima, como una amenaza para su mundo de intrigas y de sofismas.

Los aritméticos, en cambio, estaban enamorados de Hipotenusa, algunos se animaron a pedir su mano, pero el maestro tenía otros planes para ella.

Lo cierto es que la raíz cuadrada de 25, sin el 5, ya era nada.

Y los sofistas avanzaban con sus retóricos discursos, arengando a las masas.
Pitágoras vuelve a Samos, llevando en una bolsa de cuero, los cadáveres de dos catetos y de un ángulo recto.

Luego de un largo tiempo, Pitágoras, sentado en un promontorio rocoso de Samos, concentró su mente, hasta entrar en trance siguiendo las milenarias técnicas aprendidas de consagrados chamanes como Zalmoxis y Abaris.

Su cuerpo quedó inmóvil y su alma extática, partió hacia donde nacen las voces de los vientos, buscando noticias de su hija.
En su chamánico vuelo, pregunta a los vientos, y a las otras almas que vagan sin destino en las praderas de Asfódelos, por su querida Hipotenusa.
Nadie la había visto.

Hasta que, al noveno día, mas allá de la pradera de los muertos, el alma del chamán llega a un lugar, pasando por una puerta de 7 estrellas: era el país de los aromas.
Fue ahí donde el alma de Pitágoras termina el largo viaje.
Hipotenusa, su querida hija, estaba en medio del bosque de aromas, plácidamente sentada sobre un soberbio trono de asiento hueco, con un cetro de oro y engarces de perlas y de ámbares.

Sobre su cabeza, lucía una hermosa corona de cinco puntas, tan brillante como el sol y un par de bellos aros, colgaban de sus rosados lóbulos, con la forma del símbolo áurico.
Un collar de plata con una gran estrella pentagonal de marfil, adornaba su largo y níveo cuello.
Hipotenusa era la reina de un nuevo mundo, de un paraíso, con árboles de mirra y de incienso, alimentados por los brazos de cuatro ríos, con hombres y mujeres de una gran bondad que se alimentaban de malva y asfódelo, mientras gozaban de los aromas, en el país más allá del cielo, con el sonido envolvente y celestial de las flautas de Euterpe.
Aquella beatitud incorruptible, llenó de luz inicial el alma de Pitágoras, que ya no tenía necesidad de volver a su cuerpo extático en Samos, porque ya, era parte del todo.


Marcelo Ocampo

viernes, 18 de marzo de 2011

Siempre fuiste Carlitos -A mi padre-



Papá, a pesar de las peleas inútiles acerca de política, el destino me hizo testigo de tu agonía, del último suspiro, y te fuiste, tragando la última sopa de un sorbo, con una sonrisa y con esa esquelética imagen de lo ineluctable, apenas oculto entre bromas y el zorro en la televisión, con el sargento García haciendo de las suyas, justo en el instante inicial, cuando Estudiantes metía un gol. (De la brujita)
Y los pañales descartables, que sitúan a Borges en el colchón de las metódicas servidumbres, con la escoria de de la carne viva, con esa pierna atada a lo barrotes de la cama.
Tu dignidad podía mas, estabas en otro lugar, tu gemelo, hijo del laberinto, ya te había indicado el camino.
Siempre fuiste Carlitos.
-Se lastima, dice la enfermera. -Por eso tenemos que atarlo.
-¿A quien? Pregunté.
- A Carlitos, me contesta con sorpresa.
¿Cómo se puede atar el alma si ya no estabas ahí?
-Clínicamente Carlitos está bien, dice el doctor, cuando ya dejaste de ser, paciente.

Y tragando la sopa de un sorbo, sopera sopa de letras no pronunciadas, sabiendo que era el último alimento y embriagando las pupilas con el enorme sol que entraba por la ventana del quinto piso de la clínica, un testamento de luz, en cama ajena, aquella que tocó en suerte.
No te sorprendió la muerte que esperabas con alguna ansiedad, en la última y seductora cita.
Sí, vos la querías, tanto y tanto la querías.
¡Mienten aquellos que dicen que el sol y la muerte no pueden verse a la cara!
Mienten descaradamente, yo fui testigo, de sus blasfemas palabras, de sus inútiles perjurios, que ya se hundieron, para siempre, bajo los terrones de la húmeda y fría azúcar negra.
Tus nietos nunca te vieron beber la sopa- me lo dijeron- siempre te escucharon gritar el gol de tantas copas.
Siempre supieron que el nombre del abuelo era y es Carlitos.
Te oímos llorar, de puro macho, con el tinto en la garganta al ritmo del dos por cuatro, de la almohada bandoneón del gordo dormilón y, (dicen), en el zaguán con la trompeta de Satchmo y, en el hogar del minotauro, con yellow submarine, detrás del estadio.
Y te fuiste a Medellín, desde donde la voz canta mejor y el hollín no tizne la flor en el ojal, y fuiste soldado en la banda de patrulla americana, y ya, jardinero del cielo, sembraste el más bello naranjo en flor.
Y cantaste con tu afinada voz, la primera canción de cuna, para el nieto que aún estaba en el nido, antes que la madre sepa.
Y ya, transitando el camino de los “eternautas”, un amigo de las estrellas, te dijo, con voz compinche, casi al oído: siempre fuiste, Carlitos…

Marcelo
16/3/2011

lunes, 7 de marzo de 2011

Caso Melina

Antígona.Foto: Espai Brossa

El jueves 3 se realizó la reunión propuesta por Bio&Sud y la secretaría de derechos humanos, por el caso Melina, la joven de 19 años que pedía una sedación profunda para no tener conciencia del dolor, un reclamo desde la autonomía sólidamente fundamentado por ella y la madre, una muerte digna, sin dolor ni sufrimiento, claramente distinto a una eutanasia. Los médicos llevaron el caso al comité de bioética del Garrahan ¿(Bioetización)? el cuál recomendó - en realidad dictaminó- que no se lleve a cabo el pedido de la paciente. Ella muere el martes 1ro y no se sabe porqué (tal vez la presión mediática) ni quienes decidieron dormir a Melina desde el viernes 25 de febrero.

El testimonio de la madre, fue la cúspide del dolor, de la indignación, sus palabras eran verbo hecho carne, otra vez la piel sensible la carne doliente y la razón lúcida. Una mujer reivindicando los derechos de su hija, tan joven y tan lúcida y tan sufriente, pesando 18 kilos, operada varias veces por su neurofibromatosis y su cáncer, pobrecita con tantas cruces encima y el lúcido reclamo de la sedación profunda no tenido en cuenta por los médicos, colocan a Melina y a su madre en la saga de las antígonas, en un tiempo en que la tragedia ya no es ciega pero tampoco se supo o se quiso ver.

El principio del fin de la medicina está cerca si no logramos recuperar el interés principal del médico y del equipo de salud: la dignidad y el bienestar de los pacientes.  

Marcelo Ocampo

PAGINA 12 – LUNES 28 DE FEBRERO DE 2011.-
EL TESTIMONIO DE UNA PACIENTE TERMINAL QUE PIDE MORIR CON DIGNIDAD Y RECLAMA UN LEY PARA CASOS SIMILARES
“Quiero transitar lo último que me queda en paz”
Tiene 19 años, está internada en el Hospital Garrahan y su estado es terminal. Con una lucidez formidable, esbozó ante Página/12 su pedido: que los médicos la duerman hasta morir. También reclama a la Presidenta y el Congreso una ley de muerte digna.

Por Mariana Carbajal

Melina González está postrada en la cama de una de las habitaciones del Hospital Garrahan. Su delgadez impresiona, igual que su palidez mortuoria. Tiene casi todo su cuerpo escuálido paralizado. “Yo les ruego cada día, no sé como pedirles (a los médicos) que me duerman, para poder estar en paz”, dijo a Página/12. La adolescente, de 19 años, que pesa menos de 18 kilos, está internada hace más de un mes, con una enfermedad degenerativa del sistema nervioso que no tiene cura. Su calidad de vida –explicó ella– se deteriora día a día. Con esfuerzo, para que se escuche su voz, pidió a la presidenta Cristina Fernández que convoque al Congreso para debatir una ley que le permita una muerte digna. “Yo creo que como el mío hay un montón de casos similares. Y estaría bueno que haya una ley que nos ampare a los que estamos enfermos, que nos comprenda”, dijo, acompañada por su madre, Susana Bustamante, que trata de no alejarse ni un minuto de su lado y la apoya en esta dolorosa lucha.

En su espalda quedan las huellas de un tumor maligno que le tuvieron que extirpar en 2009 y por el que fue sometida a quimio y radioterapia a lo largo de 2010. “Quiero transitar lo último que me queda en paz, sin sufrir, durmiendo”, insistió Melina. La voz suena clara, pero cascada.

Melina quiso hablar con este diario para contar su situación. La charla fue grabada el miércoles por la tarde en la habitación del hospital. La adolescente reclamó que le suministraran una sedación lo suficientemente profunda para no tener conciencia hasta morir, luego de que los médicos del Comité de Etica del Garrahan rechazaran su petición, en un dictamen fechado el 4 de febrero, con el argumento de que su cuadro no se encuentra en fase terminal y, por tanto, no están amparados para cumplir con su voluntad. En diálogo con este diario, Melina les respondió: “No es digno vivir así: tengo paralizado casi todo el cuerpo y lo poco que siento, me duele. No puedo sostener ni una taza y tengo que estar acostada. Me ahogo, no puedo respirar.

No es vida, no quiero seguir así. Y ellos no me entienden, piensan que siempre se puede salir adelante. Pero yo no doy más, no puedo”. A pesar de su cuadro médico, Melina está lúcida y expresa con suma claridad su posición.

Está previsto que el “caso Melina” sea analizado el próximo jueves en una reunión convocada en el ámbito del Ministerio de Justicia por la Red Argentina de Bioética y Derechos Humanos, una iniciativa de la Asociación Bio&Sur de Bioética y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. “Este es un caso muy particular: no entra dentro de la casuística nacional ni internacional. No está pidiendo eutanasia, tampoco que dejen de tratarla. Pide que la duerman. Está pidiendo evitar la conciencia del morir. Habitualmente en medicina se piensa en el sufrimiento físico. Este es un sufrimiento psíquico fundamentalmente. Está pidiendo que la priven de conciencia. Es la libre decisión para perder la capacidad de decisión. Creo que no es fácil de argumentar, pero que su pedido es atendible”, opinó el médico Juan Carlos Tealdi, coordinador de Bioética de la Secretaría de Derechos Humanos y, además, del Programa de Bioética del Hospital de Clínicas.

Metáforas

Tal como informó Página/12 una semana atrás, Melina tiene un diagnóstico desde los tres años de neurofibromatosis tipo 1, una enfermedad degenerativa del sistema nervioso, y además sufre cifoescoliosis severa, que le causó la deformación de la columna. Fue operada en seis oportunidades en su infancia. De acuerdo con su historia clínica “desde junio de 2008 presenta, además, restricción respiratoria severa”.

–A mí se me hace muy pesado todo. Los médicos no me dan respuestas. Hablan con metáforas y no se les entiende –empieza el diálogo Melina. En la mesa que está al lado de su cama se ven fotos del bebé recién nacido de una amiga. Ella iba a ser su madrina. Lo pudo conocer. La amiga la visitó con la criatura. Recuerda ese momento y es el único instante en que se puede ver en sus labios un esbozo de sonrisa. No permite que ningún otro amigo la visite desde que llegó al hospital el 24 de enero y el deterioro de su salud se precipitó. Prefiere que la recuerden con la sonrisa que iluminaba su rostro cuando estaba bien y a pesar de sus múltiples dolencias, hacía una vida normal. Sólo deja que la vean sus dos hermanos, de 25 y 23 años, y su madrina, además de su mamá.

–¿Qué le está pidiendo a los médicos? –preguntó Página/12, el único medio al que quiso recibir.
–Que me duerman, porque no es digno estar así, si tengo paralizado todo el cuerpo. Lo único que me anda es esta parte –se señala desde la zona del pecho hacia la cabeza– y los brazos, pero tengo poca fuerza. Ya no puedo sostener ni una taza porque me pesa. Y lo poco que siento (del cuerpo) me duele. Después estoy en la cama todo el día acostada. No es digno. Esto no es vivir.

–¿Qué le dicen los médicos?
–Los médicos piensan que voy a poder salir a bailar la conga. Ahora intentan darme medicación pero ya no me hace efecto, mi cuerpo la rechaza.

–Entonces, ¿los medicamentos no la duermen?
–No. Yo les decía, si ellos hubiesen aceptado mi decisión desde hace tiempo no estaría viviendo todo esto, no estaría sufriendo.

–En el 2009, cuando le extirparon el tumor de la espalda, dejó por escrito ante un escribano que no quería que la mantuvieran conectada a un respirador artificial...
–No quería nada que desmejore mi calidad de vida, y entonces hice el testamento.

–¿Por qué cree que los médicos no aceptan su pedido?
–Por ahí tienen miedo porque hay gente que confunde el descanso, una sedación paliativa, con la eutanasia.

–Me decía que los médicos hablan con metáforas, que no se les entiende. ¿Qué dicen?
–Cuando yo les expresé que quería dormirme y no saber más nada y no seguir empeorando cada día más, ellos me decían que yo estaba equivocada porque quiero blanco o negro, no quiero matices. Y que con dolor no podía pensar. Y me decían que cuando pase un poco más de tiempo yo iba a querer seguir viviendo así. (Pero a mí) se me hace muy, muy pesado. Sobre todo a la noche me angustio mucho.

–¿Está reclamando además una ley de muerte digna?
–Yo creo que como el mío hay un montón de casos similares. Y estaría bueno que haya una ley que nos ampare a los que estamos enfermos, que nos comprenda.

–¿Qué debería contemplar la ley?
–El sufrimiento de las personas. Vamos a ver si la Presidenta se ocupa. Ella puede pedir que el Congreso se reúna. Podría crearse un tribunal de salud (para evaluar estos casos).
Hasta que cayó postrada, Melina hacía una vida normal. Terminó el secundario en el Instituto San Francisco Solano, de Claypole, en 2009, e incluso se fue de viaje de egresada a Bariloche. Estudió teatro en la Escuela Municipal de Bellas Artes y estaba haciendo un curso de dramaturgia en el Centro Cultural Rojas, de la UBA. Tenía en sus planes estudiar una carrera vinculada con el medio ambiente. Además, trabajaba haciendo tortas para eventos. Con esos antecedentes, los médicos piensan que podría volver a salir adelante.

Pero Melina dice que su cuadro actual no es comparable con otras circunstancias que tuvo que enfrentar:
–Ellos están comparando mi calidad de vida de antes con la de ahora: no tiene comparación. Todas las operaciones y las cosas que a mí me pasaron anteriormente fueron diferentes. Ahora no siento nada, no siento las piernas, no siento la panza. La situación cambió. Ellos me dijeron que lo mío no tiene vuelta atrás. Cada vez sube más la parálisis. Me están haciendo sufrir cada vez más. Quiero transitar lo último que me queda en paz, sin sufrir, durmiendo.

El viernes por la tarde, la mamá de Melina se comunicó con este diario para informar que en las últimas horas su hija había recibido medicación que le había producido un sueño profundo, aunque no tiene la certeza de que la adolescente no vuelva a tener conciencia.

El dictamen del Comité de Bioética

Por Mariana Carbajal
El 4 de febrero, el Comité de Bioética del Hospital Garrahan emitió un dictamen que rechazó el pedido de Melina González de una sedación profunda para perder la conciencia hasta la muerte.

Su solicitud fue analizada por el cuerpo, según consta en el acta a la que accedió Página/12, en una reunión convocada el 28 de enero. Aunque la resolución del Comité no es vinculante, tiene carácter de recomendación, los médicos que la tratan no han accedido a su voluntad. Alegan que su cuadro no es terminal. Al menos, ésa era la situación hasta la sedación de los últimos días, aunque la madre de Melina no sabe si será permanente. El dictamen lleva la firma de la coordinadora del cuerpo, la doctora Fernanda Ledesma. “La sedación paliativa terminal es un procedimiento médicamente procedente y éticamente aceptado frente a pacientes que se encuentran próximos a la muerte y para los cuales se carece ya de toda medida terapéutica alternativa que pueda siquiera brindarle algo de confort. Pero fuera de las situaciones previstas clínicamente no resulta una medida adecuada ni justificada. Por ello mismo, y a medida que evolucione, el equipo de salud deberá junto a Melina y su familia, ir evaluando permanentemente las diversas alternativas terapéuticas en pos de indagar acerca de algún cambio de opinión acerca de las terapias aceptadas o rechazadas, o de las distintas posibilidades terapéuticas con las que se cuenta científicamente para tratar su deterioro y su sufrimiento”, consideró el Comité.

Los proyectos de “muerte digna”

En la ciudad de Buenos Aires no hay ley de “muerte digna”, tampoco a nivel nacional. Sólo en la provincia de Río Negro hay una normativa. Algunos legisladores porteños están preocupados por el vacío legal, entre ellos, Gabriela Alegre, de Encuentro Popular para la Victoria. “Estamos trabajando, junto con especialistas, en un proyecto de ley de muerte digna que vamos a presentar en marzo en la Legislatura de la Ciudad. Nuestro objetivo es que en todos los hospitales de la ciudad, públicos o privados, las personas puedan ejercer su derecho a la autonomía y que se las respete como sujetos dignos con capacidades de decidir en el momento de la muerte. También pretendemos dar certezas a los profesionales de la salud y transparentar y regular una práctica que existe, que todos sabemos que se da, pero que actualmente los/as médicos/as realizan en total soledad emocional, jurídica e institucional”, adelantó Alegre. María José Lubertino, por su parte, está preparando otro proyecto.

EL MEDICO CARLOS GHERARDI ADVIERTE SOBRE EL DERECHO DE LOS PACIENTES
Una visión desde la bioética
Reconocido experto en bioética, Gherardi señala que el sufrimiento psíquico debe ponerse en igualdad de condiciones con el físico. “Los médicos deben facilitar que se cumplan los derechos de los pacientes”, destaca. Y reclama una ley nacional.

Por Mariana Carbajal
“A veces se menosprecia el sufrimiento psíquico como el de Melina, que además siente dolor físico”, advirtió el médico Carlos Gherardi, integrante del Comité de Bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, reconocido experto en la temática. Autor del libro Vida y muerte en Terapia Intensiva. Estrategias para conocer y participar de las decisiones, Gherardi está convencido de que el marco legal vigente avala el cumplimiento de la voluntad de Melina, sin que los médicos se arriesguen a una demanda judicial. En su opinión, Melina debería exigir una segunda opinión de otro equipo médico, dado que en el Hospital Garrahan, donde está internada, se niegan a acceder a su pedido de una sedación profunda hasta que muera. “Si bien yo creo que los médicos no tienen la obligación de hacer lo que no están médicamente de acuerdo, sí tienen que facilitar que los derechos de los pacientes algún otro equipo médico que los comparta pueda garantizarlos”, señaló en una entrevista de Página/12.

–Melina pide que la duerman lo suficientemente profundo como para no tener conciencia de su estado hasta que le llegue la muerte. ¿Hay legislación que ampare su voluntad?
–La ley nacional 26.529 sancionada en noviembre de 2009, llamada de Derechos del Paciente, Historia Clínica y Consentimiento Informado, si bien no contiene todos los supuestos que debería tener una ley “de muerte digna”, para usar la denominación coloquial habitual, contiene elementos que significan un avance cierto en varios aspectos relativos al tema que tratamos. Las grandes carencias de esta ley son no referirse a los pacientes inconscientes y a todo el tema del soporte vital (es decir, la abstención y retiro por ejemplo de un respirador artificial) que es la gran diferencia con la ley provincial de Río Negro, pero que no son aplicables a la paciente Melina. La 26.529 es una ley civil, de orden público y por tanto, de aplicación en todo el país. Lo más importante es que se les da apoyatura legal a las directivas anticipadas en línea con lo normatizado ya en el artículo 19 de nuestra Constitución Nacional. Y defiende enfáticamente los derechos del paciente a decidir con respecto a su integridad, dignidad, autonomía, libertad y valores personales. Se refiere, asimismo, al derecho a rechazar tratamientos. Excluye explícitamente el derecho a solicitar prácticas eutanásicas. La directiva anticipada hecha por Melina ante un escribano cumplimenta este requerimiento y podría quizá ser mejorada respecto no sólo de no usar medios mecánicos –que pueden brindarle en una terapia intensiva–, sino solicitar sedación paliativa.

–¿Cuál es la diferencia con la eutanasia?
–La Asociación Española de Cuidados Paliativos (Secpal) distingue entre la sedación paliativa y la terminal y en agonía. Dice que “se entiende por sedación paliativa la administración deliberada de fármacos, en las dosis y combinaciones requeridas, para reducir la conciencia de un paciente con enfermedad avanzada o terminal, tanto como sea preciso para aliviar adecuadamente uno o más síntomas refractarios y con su consentimiento explícito, implícito o delegado. Se trata de una sedación primaria, que puede ser continua o intermitente, superficial o profunda. Los requerimientos éticos serían: 1. Existencia de un síntoma refractario (cuando no puede ser adecuadamente controlado). 2. Objetivo de reducir sufrimiento o distrés. 3. Reducción proporcionada del nivel de conciencia a la necesidad del alivio del sufrimiento”. La diferencia con la eutanasia es clara. Eutanasia es el pedido voluntario de un paciente con una enfermedad mortal o sufrimiento insoportable de que un tercero le provoque la muerte para su propio beneficio (el que el paciente identifica como tal), con la administración de un tóxico o droga que por sí mismo provoque la muerte. Es la que existe legalmente en Holanda, Bélgica y Luxenburgo. En Argentina esto es un homicidio. Contrariamente, si la administración de una droga como la morfina en dosis crecientes para calmar el dolor adelanta en el tiempo la llegada de la muerte, está moralmente permitido, y es buena praxis médica.

–¿En ese caso el profesional está protegido por la ley?
–Sí, y hasta es aceptada por la Iglesia Católica por el principio moral del doble efecto: hay una intención primaria y total buena y un efecto colateral posible no deseable ni buscado como consecuencia de conseguir el primer resultado necesario. En el caso de Melina se trata de una sedación que no le provocará la muerte, sino una disminución de su nivel de conciencia pero se le mantendrá, estimo, la alimentación, la nutrición y otras medidas que aseguren su confort y alivio.

–Los médicos fundamentan su negativa en que consideran que su estado no es terminal. Dicen que otras veces salió adelante. Pero ella insiste en que ya tiene casi todo el cuerpo paralizado, que siente muchos dolores en la pequeña superficie corporal que todavía puede mover, que ni siquiera se puede sentar, que está acostada, y que no es ésa una vida digna, por eso quiere una sedación profunda.

–El punto central está en que el equipo de salud que la atiende no cree que se trate de un caso avanzado o terminal y que el sufrimiento psíquico y físico no se lo considera refractario o con una entidad tal que merezca esta sedación que solicita y que no será la causa de la muerte. Y esto es otro aspecto del problema, más allá del temor a una demanda judicial que creo imposible si tiene la directiva anticipada hecha con plena lucidez y hasta con acuerdo de los padres. Y me parece que en este caso la paciente y la familia tienen el derecho a una “segunda opinión” de otro equipo de salud. Es un derecho que está garantizado por esta Ley 26529 aunque lo dice con otro nombre. La ley 26529 dice en el artículo 2º, inciso g: “Interconsulta Médica: El paciente tiene derecho a recibir la información sanitaria por escrito, a fin de obtener una segunda opinión sobre el diagnóstico, pronóstico o tratamiento relacionados con su estado de salud”. Este tema de la segunda opinión tiende a proteger los derechos de los pacientes. Si bien yo creo que los médicos no tienen la obligación de hacer lo que no están médicamente de acuerdo, sí tienen que facilitar que los derechos de los pacientes algún otro equipo médico que los comparta pueda garantizarlos. Esto pasa con los Testigos de Jehová: si un médico no está de acuerdo en no hacer una transfusión de sangre que el paciente rechaza por razones religiosas tiene la obligación de trasladarlo a otro lado donde alguien esté dispuesto a consentir ese pedido religioso aunque por ello ocurra la muerte. En Argentina hay un fallo de la Corte sobre un paciente Testigo de Jehová, el caso Bahamondez, que protege la autonomía absoluta del paciente en estos casos. Hace unos días tomó estado público una muerte al respecto, pero al médico no le pasará nada porque el paciente tenía su directiva en una escritura.

–¿Qué legislación hace falta en el país para garantizar, sin controversia, la voluntad de los pacientes a tener una muerte digna?
–Una ley que contemple a nivel nacional, como la de Río Negro, la situación de los pacientes inconscientes, permitiendo la participación familiar en la decisión –como ocurre por ejemplo en la donación de órganos–, y la particular situación de la abstención y retiro de soportes vitales (respiradores, alimentación y nutrición). Simultáneamente debería trabajarse para frenar en los tribunales “la industria del juicio” que aterroriza a los médicos a veces justamente y otras veces no, como en este caso. De todos modos, ni la más refinada técnica legislativa ni los pronunciamientos judiciales, por mejores que fueran, resolverán nada si no se comprende que estos temas de la vida y de la muerte son de la sociedad y no de la medicina. Por el contrario, rescatar la intimidad de las decisiones entre paciente, familias y equipo de salud será imprescindible para avanzar.

domingo, 27 de febrero de 2011

El sacramento matrimonial y el ángel carmesí


Era el hijo preferido de la ordenada y prolija familia de un varón y tres mujeres, 4 hijos en total. Era el orgullo del hogar, adoctrinado y pulcro, no transpiraba ni bebía alcohol, ni se unía a la algarabía adolescente. Educado con templarios modales, portador gestual de una indeleble sonrisa y mirada autosuficiente, había aprendido enciclopedias completas, hablaba tres idiomas y solo bebía bibliotecas y parroquias; todo lo demás era, naturalmente insignificante.

Creció en un hogar de clase media, o más que media, la mejor. Los vulgares compañeros de colegio, le decían burlonamente: “cachorro de cura” en su época de monaguillo.
Luego pasó buena parte de su juventud evangelizando por lugares pobres donde parecía que Dios se había olvidado de mirar. Fueron sus años de misionero, en la orden de los mochileros de la fe.

En la misión divina, conoció a una chica, distinta a las demás, con la mochila de fe color rosa pálido de la orden femenina, también de hábitos ascéticos, de pocas palabras, casi lacónica, como él.

Era la pareja perfecta, un solo defecto que él disimulaba, a ella le gustaba, de vez en cuando, tomar unas copitas, no muchas, pero sí las suficientes como para hablarse encima. Las palabras que brotaban de su boca, en esos momentos, eran dobles y filosas como navajas, otra vez lacónicas, pero carnavalescas, sin la dignidad ni el entrenamiento de las auténticas mujeres espartanas.

Y llegó el día del casorio, una prolija lista de casamiento y de invitados, no podía faltar nadie de los convocados, en la foto tenían que estar retratadas todas las caras, aún la de aquellas personas convocadas por conveniencia o compromiso.

En la nave del templo, unos pocos, podían ver la sombra del ángel carmesí, sin espalda pero con espada tan hábil y diestro en su manejo, que podría haber ensartado los chinchulines de muchos de los parientes y amistades, incluido el sacerdote detrás del altar.
La espada sería así un espetón de jugosas vísceras hechas a fuego lento y de crujientes “chorizos especiados al infierno” elaborados con la carne y la sangre de las víctimas, en un exceso de amor evangelizador.

Para celebrar el ritual de la nueva secta, el ángel, vestiría una túnica negra para hacer buen contraste con sus alas carmesí. Su cabeza estaría coronada con una mitra dorada con seis ínfulas color granada.
-La secta estaba naciendo dentro del templo, religando numinosamente mediante rituales ancestrales de la era pagana y abolidos en un concilio vaticano-.

Pero ellos creían que esta ceremonia era el sendero del discipulado, el ángel carmesí era el guía espiritual mediante el cuál se lograría el disolvente psíquico para destruir la escoria y dejar el oro puro.

Los novios, frente al altar hubiesen sabido qué hacer, ella tomaría del cáliz el dulce vino de misa y él trozaría la hostia y haría comulgar a los familiares mas próximos, un nuevo orden esotérico se habría celebrado, con un paraíso solo para la secta, excluidos los pobres, los esotéricos devotos de la virgen y los muertos eviscerados tirados en los pasillos del templo.

Tampoco podrían ingresar, aquellos seres que no supieran latín, con la sola excepción de aquellos ignorantes del nuevo idioma oficial, pero que gustaban de tatuarse los estigmas del flagelo. Los ateos, podían también iniciarse en los misterios, pero solo aquellos que no hubieran fumado el opio de Marx.

Luego se pintarían la cara con arcilla, evocando a los Titanes que comieron la carne de Dionisos y redactarían en latín un estricto reglamento de la ley divina, que sería repartido entre sus adoctrinados compañeros de misión evangelizadora y elaborarían la estrategia para ganar la nueva guerra de religiones.

Como es natural para su ciega creencia, la suya era la única fe, la única cara de Dios, todas las demás serían declaradas blasfemas y todos sus libros sagrados iban a ser quemados en un ritual de purificación por el fuego.

Pero nada de eso sucedió y la homilía del sacramento matrimonial, los unió para siempre y se fueron de la mano, con los testigos de la ceremonia y unos pocos invitados a una parrilla de fiestas a pocas cuadras de la parroquia.

Una vez que todos se ubicaron en las mesas redondas, 9 en total con 7 invitados por cada una, sin contar la de los novios con sus padrinos 2 suegras y 6 amigos, que hacían un total de 12 en la mesa anfitriona.

Los mozos, vestidos para la gala con camisa blanca, corbata de seda roja y un largo delantal de cuero negro, ingresaron al salón por una puerta de doble hoja, en medio de un estruendo de trompetas y de aplausos, con el brazo derecho levantado, mostrando a los invitados que ya habían escanciado una copa de vino, la exquisita especialidad de la casa: los crujientes “chorizos especiados al infierno”, ensartados en largos y filosos espetones con el sello de un ángel carmesí en la base de la hoja de acero.

Al menos una duda había sobre los rumores de la secta: luego de 3 años, nace el primogénito con una mancha “de antojo”, como decían las abuelas, en la parte supero-interna del muslo izquierdo de 6 cm de diámetro ortogonal. Era la figura o parecía la imagen de un ángel carmesí, tal la forma y la discromía de la mancha.

Algo singular y fuera de toda explicación racional, ocurrió en la ceremonia del bautismo, cuando el agua de la pira bautismal se tiñó de color carmesí al tocar la piel del niño, quien desencadenó en un largo llanto.

El joven sacerdote, no supo dar explicaciones y los padres cruzaron miradas y luego, sin testigos, escanciaron en copas de oro, el agua de la pira.

Y así, conjurando la arqueología de la fe con los secretos rituales de poder y de hegemonía de la secta milenaria, la saga del ángel carmesí continuaba comprando voluntades y conciencias sobre la tierra de los hombres, divididos por banales asuntos políticos y de caprichos bajo las sábanas, disfrazados de nueva teodicea.

Marcelo Ocampo
13 de febrero de 2011.

Imagen gentileza de: http://seres-de-la-noche-maharet.blogspot.com/

jueves, 27 de enero de 2011

Venía filtrando Tsunamis. (La venganza de Euríale)

Tsunami-Dic07-Técnica mixta sobre tablero-Santi.

En alguna playa, las sombras hexagonales, albergan estatuas que respiran flores de arena, en un apacible día de sol. Sin embargo, las ovejas de espuma blanca sobre las crestas de las olas y el viento del sudeste, anunciaban una luna con pollera y la inevitable lluvia desde las negras y eléctricas nubes.

Los diluvios escatológicos nunca fueron, pero siempre están ocurriendo en los mitos arcaicos y en las religiones monoteístas, como la alianza de Noé.
En esta época donde los hombres olvidaron las profecías y el arcano es a la carta, nada hacía presagiar una ola de puerto tan grande que iba mojar la pollera de la luna y que podía hacer encallar la balsa (el mundo) para siempre...

Ella venía filtrando Tsunamis, la voz del oráculo en el sueño, se lo había revelado, el fin del mundo estaba llegando. Lucy en efecto, venía filtrando Tsunamis, por debajo de las olas, con ojos de caracola y con piel salobre de foca, iba resistiendo, pero sus fuerzas iban mermando, una abertura tubular entre dos universos se había abierto y estaba justo en el medio ni adentro ni afuera, como un filtro de energía negativa, una quintaesencia de luz unánime que convertía el agua de la gran ola de puerto en espuma cuántica que filtraba hacia otro universo por una cesura tubular con extremos circulares similares a una trompeta de bronce.

A sus oídos llegaban los sonidos terribles del monstruo de cabellos glaucos resoplando por el agujero de unos caparazones de caracoles eviscerados. A medida que esto sucedía y la ola se dividía hasta el infinito, el cansancio de la luz, traía la incertidumbre acerca del triunfo del universo que conocemos.

En la playa, los hexágonos iban cambiando de forma sin perturbar a las estatuas que respiran flores de arena.

Un destino apocalíptico con olor a Océano, sonido hueco y envolvente, ecos de antiguas oraciones rituales en palacios de bronce debajo del mar y tumbas que se abrían dejando salir a las enfurecidas criaturas con escamas en sus lomos grises y sus cabezas fuera del agua con ojos que irradiaban plomo fundido, derritiendo las rocas de la costa, condensando la atmósfera, tatuando pájaros en el campanario de los vientos.

Entre el sonido caótico y ensordecedor, se colaba la voz posesa de aquella mujer, cuya sola mención inquieta: Euríale.

Ella mostraba su casa y su familia como un cuadro perfecto, sin revés, solo un plano cotidiano sin profundidad y de una sospechosa felicidad. Todo bajo control, nada librado al azar. Al fondo una pileta voladora, mitigaba el calor del verano y en invierno la calefacción central era ideal.
Euríale, ejercía el control absoluto mientras un dócil Manuel, en el quincho vidriado, asaba cada domingo unas magras y sabrosas colitas de cuadril en un ritual de penates y de penas.

La sombra de Apolo, en la proyección cotidiana, perfecta y adoctrinada, iba a ser amenazada por la ordalía adolescente, una de sus hijas había osado vestirse con una pollera cortita y azafranada, que había comprado para agradar a un chico con un tatuaje en el brazo.
Su segunda hija, trajo a un novio de la calle, con un secreto (de la calle).
Para su madre, ellos eran extraños, desagradables, salidos de un lugar que ella llamaba "Raredonia".

Manuel trató de acomodar las cosas como si se tratase de un cuadro torcido en la pared.
Pero ya era tarde, la distopía del adoctrinamiento interno, traía presagios de tragedias que ni el concilio de magos, ni los divanes terapéuticos podían yugular. Mucho menos las delicias sobre el colchón profano.
Manuel en apariencia distraído en su mundo de música y de fantasmas en el proscenio, empezaba a darse cuenta.

Para Euríale el orden era una obsesión, el caos por fuera del hogar la atormentaba por eso cerraba las ventanas y corría todas las cortinas para evitar que el desorden exterior infecte su sacrosanto hogar.
Pero no pudo mantener bajo control a las hijas, con las coronas de flores en el columpio de vértigo adolescente.
(Helena, Erígone, Ariadna, Antígona, las chicas, desde siempre, treparon cintas voladoras).
Los cánticos y el baile con la música de moda, inundaron su ambiente.
Los chicos en el patio, fumaban y bebían esperando a las muchachas. Eran capaces de mostrar alegría de sentir amor y de respirar libertad, algo inconcebible en el mundo de Euríale.

A medida que avanzaba la “ocupación” y llegaba la noche, el revés del tapiz sobre una de las paredes del living, empezaba a crecer por fuera de las márgenes del marco rectangular, invadiendo la pared adyacente como una enredadera caótica de lana e hilos deshilachados.

Loca de rabia, Euríale, tomó su instrumento preferido, la filosa tijera que había heredado de su madre y con frenesí, cortaba la lana y los hilos que crecían y se metamorfoseaban en serpientes amarillas y de fauces tan negras como una noche huérfana de luna y de estrellas.

Arrojó la tijera y con sus manos, tiró al piso el tapiz y luego rompió todos los cuadros con fotos de su álbum familiar, la sangre manchaba la pared y salpicaba el sofá de cuero blanco del living, sus puños taparon la salida de los parlantes donde murieron las sopranos.

Ella no sentía dolor, la anestesia era moral y corporal, en ese estado, hizo estallar los lentes que la suegra había olvidado y se atrincheró detrás de la puerta dispuesta a detener a toda persona que suba a su umbral.

Pero el olor a caracoles eviscerados venía de la pileta voladora, no desde la calle y los hexágonos con las estatuas que respiran arena, estaban en el patio de su casa.

Llena de bilis negra, su mente tramaba la venganza, para ello necesitaba un chivo expiatorio que lleve la mácula afuera de la casa: naturalmente fijó el blanco de sus maldiciones en Manuel. Ella se propuso: matar a Manuel.

En la playa, o quizás en la pileta voladora, Lucy, seguía filtrando Tsunamis, el fin del mundo estaba cerca, el diluvio que venía a purificar con agua lustral otra raza de hombres profanos.
Ilustración de Tozani

Julia la madre de Lucy, pese a los insistentes avisos de su hija, no era capaz de creer en el Apocalipsis.

Vestida con la piel salobre de foca, Lucy gritaba:- ¡mamá, viene el fin del mundo, por favor corre a un lugar alto y avisa a al tío Manuel que vaya a lo de la abuela, Euríale está armada y va directo a matarlo!

La madre de Manuel era la suegra de Euríale y la abuela de Lucy.
Por fin, Julia, ante la insistencia de su hija, deja de chatear con su amiga Marta, se pone a buscar entre sus contactos de mail a Manuel. Él estaba en su hora de descanso en el trabajo, tomando un café cortado, cuando en la pantalla de su notebook, (la lleva a todos lados) toma conciencia del peligro que corre y sigue las instrucciones que Lucy le enviaba a su madre por mensaje de texto desde su celular sumergible y Julia lo reenviaba por mail a Manuel: -Andá a tu casa materna, atraviesa el agujero en la pared (donde antes había una puerta), cruza el garaje y sin detener la marcha ni mirar a las banderolas de los cuartos, corre por la galería de serpenteantes baldosas amarillas, abre la puerta cancel y ciérrala una vez que estés en el zaguán, mirando hacia la calle. Cuando veas pasar a tu mujer (Euríale), desde los vidrios esmerilados abre una de las hojas de la puerta y vete corriendo en dirección al norte.

Euríale, vestida con un piloto de hule, llevaba en sus manos una pistola de madera con municiones redondas de acero. Llega al pasillo adyacente a la puerta imperial del zaguán y fingiendo estar descompuesta, logra que alguien le abra la angosta puerta del pasillo y a toda carrera, esquivando el juego de bases de los niños con pelota de goma, llega hasta el departamento de su suegra.

Antes de la muerte de la Bisabuela, al departamento se podía llegar por la casona de entrada imperial, luego de caminar por la galería hasta una puerta interior de acceso al departamento del fondo. Naturalmente, esa puerta como un cordón umbilical, comunicaba la casona de los abuelos con el departamento de una de sus hijas, la madre de Manuel .
Como suele ocurrir, la avaricia de una nieta, Aglaura, hizo apurar el negocio inmobiliario y la casona pasó a manos de otros dueños, quienes tapiaron la puerta del departamento del fondo. Solo se podía acceder a él por el pasillo de al lado, el cuál, era la entrada con el número que seguía en orden descendente a la casona contigua, según las normas municipales de la ciudad.
Siguiendo las instrucciones, Manuel cuando ve pasar a su mujer, escapa, por la puerta de entrada, del zaguán a la calle , rumbo al norte, con un merecido boleto de ida y vuelta a Broadway.

Entretanto, Lucy, al yugular el último Tsunami de olas vinosas, en el sótano del océano, sigue los pasos de Euríale y por el pasaje tubular antigravitatorio, llega a la casa de su abuela, justo en el momento en que la vengadora, con el arma homicida en la mano, atraviesa el agujero de brumas en la pared, en busca de su blanco: Manuel, quien ya no estaba allí. Al darse vuelta Euríale, el agujero del tiempo, queda en su campo visual como en un centro de presión negativa y se cierra transfigurado en piedra.

Lucy alcanzó a ver pasar a su bisabuela, en silla de ruedas, como una imagen fantasma, con jazmines recién cortados en una de sus manos y en la otra, un abanico de túbulos que irradiaban luz blanca. Una “mañanita” de lana de oveja, la abrigaba en punto cruz y aquella enfermera transparente, iba deslizando la silla de ruedas sin prisa mientras iba cantando alegremente la zarzuela preferida de su abuela: “La pastora”
La imagen se perdió antes que el agujero sufra esa especie de colapso gravitacional.

Lucy pone dentro de su mochila de terciopelo, restos del diluvio que habían quedado sobre el bargueño de patas de madera torneadas, y antes de partir, besa a su abuela, que contaba en su urna de arcilla, los días de duelo y de nacimientos.
Cuando se va, atraviesa el pasillo y ya en la vereda de la antigua casona, las sombras hexagonales albergaban a las estatuas que respiraban flores de arena.

Lucy in the Sky with Diamonds by ~SpiritOfTheShadow

Desde el proscenio del escenario giratorio, arrojó a la playa, la piel salobre de foca y se lanzó sobre el lomo del mar, en una cinta de caracolas voladoras, amarillas y verdes, respondiendo a aquel llamado, bajo un cielo de mermelada y estrellas de diamantes, con ojos de caleidoscopio.


Marcelo Ocampo
25/01/2011