sábado, 24 de noviembre de 2012
Juramento Hipocrático y violencia.
“Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higía por Panacea y por todos los dioses y diosas tomándolos por testigos, que cumpliré, en la medida de mis posibilidades y mi criterio, el juramento y compromiso siguientes: Considerar a mi maestro en medicina como si fuera mi padre…hacer a mis hijos partícipes de los preceptos…y a los discípulos comprometidos…Dirigiré la dieta con los ojos puestos en la recuperación delos pacientes, en la medida de mis fuerzas y de mi juicio y evitaré toda maldad o daño…viviré y practicaré mi arte deforma santa y pura….al visitar una casa, entraré en ella para bien de los enfermos...callaré todo cuando vea y oiga..Si cumplo este juramento sin faltar a él, que se me conceda gozar de la vida y de mi actividad profesional rodeado de la consideración de todos los hombres hasta el final de los tiempos, pero si lo violo y juro en falso, que me ocurra todo lo contrario ”. (1)
La estructura del juramento Hipocrático, invocando a los dioses, o mejor el nombre de Dios, es la base del juramento en la historia de occidente. (2)
Jurar es consagrar, y coloca al “sacer” en situación de consagrado pero también de perjuro y de víctima o chivo expiatorio en los rituales arcaicos. (Hoy residuos ancestrales entre política, estado, derecho y religión)
“Yo juro”, es un enunciado preformativo que borra la distancia que separan las palabras y las cosas. Se hace con la palabra: En medicina, “curar, sanar, consolar”.
Cuando hay una crisis del enunciado performativo, (2) esto es, una devaluación en el hacer con palabras, se erosiona la bona fide y la persona del equipo de salud, el “Sacer”, pasa a ser, perjuro, chivo expiatorio y un factor de violencia que se vive a diario en los centros asistenciales del país y del mundo.
Las causas son multifactoriales, pero un sistema de salud, como política ligada a un derecho a la atención de la salud, con guardias abarrotadas, gente en los pasillos de los hospitales, desde la madrugada, esperando por una atención, una contención que no llega o lo hace tarde, es un derecho humano violado.
Hay que agregar, una exclusión social y una inclusión desigual, por parte de un estado que fabrica Homo Sacer, (3) es decir, también una víctima sacrificial, chivo expiatorio sin guardapolvo, por estados de “excepción” (falta de medicamentos, insumos, fallas edilicias, mala remuneración, ajustes salariales), hacen de caldo de cultivo de los casos de violencia que vemos a diario y multiplicados por los medios de difusión masiva que contribuyen a una imitación de actos violentos y una banalización de “Señora Violencia”.
Las reiteradas violaciones a las normas, a las leyes, a los juramentos, la represión de las fuerzas de choque que garantizan la impunidad del estado de excepción y por tanto de inequidades y de exclusión e inclusión desigual, el sacrificio ritual a fuego lento de Homo Sacer, (ex ciudadano) es “la regla”, la paradoja de la excepción hecha estado, donde las leyes y el plexo de derechos civiles quedan “suspendidos”, donde el nombre de Dios está ausente de la lengua y el homo Sacer, es el chivo expiatorio de Otro Sacer para quien el derecho a la atención de la salud, es la cara visible de la excepción invisible.
Marcelo Ocampo
Referencias:
1. Tealdi JC. Códigos Deontológicos, en Ética Médica, Introducción histórica, JA. Mainetti, Ed. Quirón, La Plata, 1989.
2. Agamben G. El sacramento del lenguaje Adriana Hidalgo Editora.
3. Agamben G. Estado de excepción. Adriana Hidalgo Editora.
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