martes, 17 de agosto de 2010

Terapia Intensiva y el mundial de fútbol

Agonía.Óleo sobre lienzo
BETZABETH ZAPATA

Sexto mes del año 2010, junio, uno de los cuatro con treinta días, es de género femenino, en homenaje a Juno, la diosa romana que en griego es Hera, esposa de Zeus. Juno es mujer y la muerte tiene cara de mujer.

El humanismo de la medicina de entonces, “curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”, parece perdido en la biomedicina actual, donde el encarnizamiento diagnóstico y terapéutico amenaza la dignidad del enfermo, cuando el ojo biológico ve nada más que órganos y números y el paciente queda afuera del campo visual.

Hoy, la tecnomedicina es un cielo de evidencias como un cuadro en el cuál se pinta el color de la enfermedad pero no el color de la piel humana, un cuadro en un solo plano espacial sin profundidad

En las camas ortopédicas de Terapia Intensiva, los llamados pacientes críticos, están desnudos, no para el amor sino para el dolor en soledad, confortados en los parámetros biológicos, desconsolados de los cuidados espirituales, huérfanos de caricias, con hambre de piel, la casa nueva es fría, el fuego técnico no calienta, solo el fuego ritual del hogar es el refugio del Ser del hombre.

Prometeo
fue liberado de su suplicio pero hoy, en su lugar, fue puesto el hombre, la técnica es el águila que come el hígado por las noches, en una tragedia cuyo conflicto es la ausencia de humanismo, la muerte aplazada y los cuerpos colgados entre el cielo y la tierra, ni muertos, ni vivos, ni dioses ni hombres.

Por sus narices, penetran las sondas nasogástricas y los olores de la fragancia antiséptica, obsesión de los destiladores de perfumes para terapia. Ellos dicen que la fragancia marida muy bien con el servicio de afeitado, de cavado, de ventilación mecánica y de sostén hemodinámico.

Apto para disimular el olor de evacuaciones en pañales descartables o para limpiar chatas y otros artefactos con glutaraldehído al 2%, peróxido de hidrógeno al 6% o solución clorada al 0,5% y una gota de Chanel Nº 5 para los mas exquisitos, aquellos de doble apellido y de blasones oxidados en el bautismo de los heraldos.

Un día con sol artificial de 24 horas, un casting para entrar a la comedia trágica donde no se precisa curriculum ni corbata, ni ropa interior, solo una calificación de paciente en estado crítico, para tener un lugar en una cama.
El protagonista será el más crítico entre los críticos.
La sala de terapia intensiva parece un campo nudista para el ojo no acostumbrado.

En cambio, para la mirada cotidiana de los profesionales, la necesidad de una acción rápida tipo comando para invadir y salvar una vida, una ropa interior o un camisolín pueden esconder la vía de penetración mas apropiada y arruinar la acción estratégica.
Los médicos toman decisiones entre la probabilidad y la incertidumbre, mientras el aguijón de la muerte sigue hostil a la razón, mientras las fronteras entre el sueño y la vigilia, entre la vida y la muerte, siguen permeables.

En el cielo de Pandora, hay un perro de tres cabezas y un barquero que custodian la entrada y en el sótano del infierno, los ojos de Medusa vuelven de piedra a los que intentan escapar. Algunos logran la fuga, pasando por la fístula que une la zona hermética con el inconsciente y de allí logran llegar al sueño de un mortal.

En el cielo de Eva, Dios parece ausente en la lenta agonía y parece presente, cuando la ciencia, con su cajita de herramientas, ya no es eficaz y la recuperación de la dolorosa agonía, pasa a ser un milagro.

Un tacto rectal, un tubo intratraqueal, un lavado cerebral, un tráfico de sangre y de sal, un intento de asesinato que no sale en los diarios y el temor a morir envenenado, el delirio no conoce fronteras bajo la luz de Terapia Intensiva, la vigilia es una tortura que deforma la percepción y la locura se apodera del pobre enfermo.

Otros sufren el placentero delirio de un viaje al bosque de flores rojas, luego de beber el jugo de la amapola tecnológica.
Está el caso de Pedro, que luego de una fiebre mas alta que la vertical del mercurio encajado en su axila, hace convulsiones, transpira, se retuerce y de a poco va perdiendo sus miembros superiores, luego sus miembros inferiores y su cuerpo va tomando una forma vermicular hasta el completo gusano que comienza a moverse de manera reptante arrugando y estirando los espantosos segmentos, deslizándose por la sonda vesical hasta llegar al lugar mas bajo y mas húmedo, el barro de excrementos y de otros desechos orgánicos de su propio cuerpo, con la piel tendida en la cama ortopédica, seca y vacía como un exoesqueleto.

Juan, su vecino de cama, fue testigo de esta monstruosa metamorfosis; fue demasiado para él, con la mano derecha crispada y el brazo bien estirado, alcanzó a pulsar el llamador de enfermeras, pero, atrapado en la paradoja de la última metamorfosis, comenzó a perder color, su piel se fue destiñendo como los dragones de los cuentos, hasta hacerse totalmente transparente.

Mateo, luego de nueve días en Terapia Intensiva, logró el alta y el esperado pase a sala; fue la resurrección, la vuelta a la familia edípica y a los amigos, con las huellas de la crucifixión como estigmas tecnológicos del encarnizamiento terapéutico.

Tomás, luego de una prolongada dolencia, arrojó doping positivo al finalizar el partido y pudo ver toda su vida en el instante trascendental, cuando ya era parte del sueño de los otros.
El sonido de un monitor, como el silbato del árbitro, despierta súbitamente al médico, atrás queda la televisión encendida en el cuarto de los galenos, con el sonido apasionado en si bemol de las vuvuzelas del mundial 2010, y los jugadores corriendo detrás de la pelota.

Otro partido se juega en la sala de Terapia, entre biombos que separan las camas, las caras, y las máscaras, un vestuario donde la muerte se pone su vestido largo y negro ceñido a sus curvas peligrosamente seductoras, portando en sus manos, un alabastro lleno de aceites y bálsamos perfumados y un spray anestésico, para untar delicadamente la piel del elegido, ese lesionado terminal al que luego de untado, le retiran el soporte vital.

Del otro lado de la línea de cal, las plegarias de los familiares, esperando los 15 minutos suplementarios para entrar y besar al ser querido, para luego retornar a su lugar de familiar en la tribuna y esperar el parte médico.

La enfermera como el cuarto árbitro, muestra el cartel que marca los minutos para las visitas; el tiempo suplementario vuela a velocidad digital, las caricias se licuan, los besos se evaporan y de nuevo el reino de las sombras enluta la mente y oscurece la memoria de los pacientes.
La enfermera es la nodriza y el padre adoptivo, con flamante ambo blanco y estetoscopio colgando, da las órdenes técnicas y prepara el discurso, entre la probabilidad, la incertidumbre y un lugar pequeño para el milagro con la frase aprendida de memoria, “Se hizo todo lo humanamente posible”, dando lugar a una curación basada en la fe.

Y los destiladores de perfumes de la alquimia basada en evidencia, arrojan panes de fragancia antiséptica en el altar de la ciencia, pero su combustión, no logra la mediación entre la enfermedad y la dignidad


Marcelo Ocampo
Médico de La Plata.
Mi agradecimiento a Enrique Otharán, editor de Ediciones Médicas por las sugerencias para mejorar este cuento.

7 comentarios:

Inma dijo...

La muerte tiene cara de mujer... pero para los griegos, tenía cara de joven hombre... curiosamente, el fenómeno es el mismo, nuestra actitud hacia ella es lo que ha cambiado. La muerte para los griegos es serena, los romanos hicieron que nos crispáramos sólo al mencionarla. La muerte griega es mucho más aceptable, si eso es posible, claro.

Inma dijo...

Por cierto, que con tanto hablar de muerte, no te he dicho lo impresionante que es el cuento, y no sé si deberíamos llamarlo 'Cuento' o 'Sensaciones', porque va más allá de la ficción. Muy bueno, lo llamemos como lo llamemos.

Marcelo Ocampo dijo...

En efecto Inma, la muerte tiene cara de joven hombre, era la bella y serena muerte. En el ámbito del cuento, son Ker y Gorgona las terribles muertes tecnológicas, no se salvan ni los enfermos apóstoles, salvo Mateo.
Gracias por tus excelentes aportes.
Un cordial saludo
Marcelo

Anónimo dijo...

Cuánta verdad en tus palabras...cuánto sufrimiento...cuánto para aprender de la vida estando tan cerca de la muerte!
Gracias!
María Laura (Comodoro Rivadavia)

Flaneûr dijo...

Marcelo, en principio te felicito por el espacio que has construido. Muy bien labrado. Estoy buscando blogs afines al mío. Si me lo permitís te agrego en la lista de blogs.
Saludos.

Marcelo Ocampo dijo...

Gracias, desde luego que podés agregarme a tu blog que acabo de visitar y lo considero muy interesante. También te agrego si lo permitís a mi blog.
Saludos
Marcelo

Marcelo Ocampo dijo...

Gracias Maria Laura: supiste captar la paradoja del instante del ser y del devenir.
Un saludo y un beso.
Marcelo

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