viernes, 27 de marzo de 2009

El águila de plaza Italia

Monumento en Plaza Italia - La Plata

Estaba pensando en el águila de Plaza Italia, después de 50 años, la vuelvo a ver esta vez desde el auto parado en el semáforo de diagonal 74 y 43, una prohibición cívica de no avanzar en rojo y esperando el verde, ese color que sube a las hojas y y ese rojo que baja a las copas. En ese momento, se metió el águila en mi retina, su figura liviana, ligeramente inclinada hacia arriba, un ala medio desplegada, la otra abierta como desafiando la vertical del aire, liviana, sobre la copa de los árboles, en actitud de iniciar el vuelo.
La Plaza Italia está en la encrucijada de 4 calles, la diagonal 74 sigue su devenir de asfalto lineal hasta el cementerio, donde los devoradores de carne son simples maderas como prótesis para los cuerpos encerrados y enterrados en la humedad de la tierra.
La historia oficial dice que 32 años después de construida una columna de piedra de estilo corintio emplazada en el medio de Plaza Italia, fue colocada el águila que era de bronce y sostenía entre sus garras las banderas de Argentina y de Italia celebrando la confraternidad entre ambas naciones.
Pero en los años 50, un urbanista moderno, con el parque automotor en alza, creyó conveniente agilizar el tránsito en la encrucijada cortando por la mitad la plaza de modo que los dos pedazos de media luna, quedaron bordeando el segmento de la calle 7 que la atraviesa desde entonces.
El monumento que estaba en el centro de la plaza, como un eje del mundo con el águila en el extremo solar, fue desplazado hacia la mitad más próxima a calle 6. Ese desplazamiento tendría años mas tarde, una consecuencia desafortunada y escalofriante, porque correr el centro de un axis mundi, no es una acción inocente es como sacar el huevo del nido. La semántica de los mitos remite al mismo significado el de provocar una ruptura en el orden del cosmos, una alteración de la cosmogonía, una aberración entre la ley divina y la ley de los hombres. Porque si el eje del mundo para el águila era ese, es porque un Dios en un lugar del cielo como arquetipo ideal, trazó ese eje, el primero y el hombre no hace más que repetir ese acto primordial.
Pero la pequeña necesidad de agilizar el tránsito vehicular, es una meta menor que no tiene en cuenta el lenguaje del mito, de los ejes del mundo, del eterno retorno, de las consecuencias atroces que puede desatar el quebrantamiento de esas leyes no escritas, pese a que en la modernidad el mundo está desacralizado y secularizado y lo sagrado se encuentra dentro de los templos, como lo profano está antes de él.

Desde mi niñez viene el recuerdo de otra águila, cuando la caída del sol vuelve a poner las sombras en los cuerpos y la luz artificial de los faroles, traza sombras caprichosas, el ave despertaba, lentamente comenzaba a batir sus alas mientras erguía su cabeza y las plumas dejaban caer el bronce y adquirían un color azulado sobre un pecho blanco.
En ese momento, se acercaba un hombre de mameluco con guantes de cuero, y botas de goma, un cuidador del zoológico trayendo una bolsa al hombro. Se paraba debajo del monumento a unos cuantos metros, desataba el nudo de la bolsa, sacaba un pedazo de carne de algún animal cuadrúpedo, aún sangrante y lo arrojaba al piso, justo frente al águila quien, con instinto carnívoro intacto, desplegaba sus alas y bajaba suavemente al suelo. Silenciosa y precisa, posaba sus garras sobre el trozo de carne y con su pico fuerte, como una tenaza de metal, arrancaba un pedazo que tragaba de inmediato y una vez saciado su apetito, volaba a lo alto de la columna y quedaba inmóvil, con el bronce de nuevo en sus alas.
La elegancia de sus movimientos, su perfumado plumaje y su apetito por la carne fresca, contrastaba con los torpes y húmedos buitres carroñeros, quienes lejos de ahí, al final de la diagonal, volaban a ras de las cruces oliendo a podredumbre.



Pero un día ocurrió algo no previsto, una noche de carnaval, con las luces de colores, con el ruido de las comparsas, la algarabía de las personas, la humedad de los baldes de plástico con su carga de bombitas de agua, personas disfrazadas de monstruos, de animales, máscaras que para mí, eran una ausencia de la persona y una presencia de la bestia, con pelos de papel picado y narices de plástico, todas iguales (como las que cincelan hoy los cirujanos)
En un instante, el águila despertó, agitó sus alas en modo furibundo, voló directo hacia las personas que estaban en la ruidosa comitiva, y con su pico abierto, voraz y certero, atacó a los ojos y vació las órbitas. Ellos daban tumbos, andaban en zigzag, gritaban desconsolados, con las manos crispadas sobre sus cabezas. Ignoraban qué había pasado pero el tránsito de la luz a la oscuridad, de la alegría al dolor, fue súbito, vertiginoso, cruel, más allá de cualquier comprensión, la total desolación.
De repente, dos gitanas de la diáspora, con sus vestidos de guirnaldas y de flores que se mecían en sus faldas, con el pelo negro y rizado, se acercaron a consolar a los nuevos ciegos, a curar las heridas de las órbitas vacías, con un bálsamo de un color y un olor especial, no se parecía a los jarabes habituales, ni a los aromas conocidos.
Detrás de ellas, un hombre alto y calvo, de camisa gris, desata una bolsa de arpillera que llevaba entre sus manos y saca del fondo unos bastones blancos y unos lentes negros, que generosamente reparte entre los desafortunados ya serenos con el bálsamo pero incapaces de conducirse en la oscuridad .Con los lentes delante de su ojos mutilados, comenzaron a caminar recto, al ritmo acompasado de los bastones blancos, y fueron retirándose, marchando hacia sus hogares.
Cómo pudo ocurrir el espantoso episodio?
¿Porque el águila mansa que devoraba gustosa la carne de la pata del animal que le ofrecía el cuidador del zoológico se volvió agresiva y secó de luz los ojos de esas personas?
¿Porqué un ave que es tan solar y seca que está mas cerca del Fénix que del buitre arroja a esas víctimas de la luz a la sombra, porqué esa conducta de ave rampante?
No lo sabía, había visto el lamentable hecho desde la ventana del auto de mi abuelo, cuando mi familia estaba fuera, de espaldas al águila, mirando las comparsas, yo estaba dentro, en el coche, no quería saber de máscaras ni de fantasmas.
Opté por el silencio, nadie me iba a creer porque nadie vio y no era un relato convincente, porque el águila estaba en lo alto de la columna otra vez inmóvil, definitivamente de bronce.

Un mes después, para mi mal, empiezo el jardín de infantes; un micro, casi tan largo como la cuadra, para justo en mi casa, abre la puerta y subo; mi mamá y mi abuela con una sonrisa desde la vereda, me despiden afectuosamente. Pero sus gestos y saludos, no pudieron impedir la sensación de vacío y de abandono, repentinamente huérfano, solo, arrojado a la calle.
Cuando el chofer me saluda con un -bienvenido Marcelo, elegí un asiento-
¡quedé paralizado, casi no podía creer que era el mismo hombre calvo, de camisa gris que había acudido en ayuda de los ciegos!

Cuando dirijo mi vista hacia el interior del micro, veo en el asiento que quería para mí,a un chico ciego, con bastón blanco.
Inmediatamente pensé, fue el águila, el águila lo hizo…
En la eternidad de ese instante, el hombre del volante, vuelve su cabeza hacia mí diciendo -te presento a mi hijo, se llama Marcelo igual que vos-
Mi sensación era la de estar en la barriga del monstruo, ya no era un micro, debía salir de ahí pero sabía que no podía hasta llegar a la escuela. No se de donde saqué fuerzas para caminar por el pasillo del interminable micro y elegir otro asiento al otro lado del pasillo. Desde allí podía espiar al ciego, lo pude ver leyendo un libro con la yema de los dedos. Supe después que era el sistema Braille de lectura.
Un curioso triángulo de caras que circulan por el espejo retrovisor interior del micro, yo, mirando al que no ve, el padre que me ve cuando no estoy espiando la cara del que no ve y que sin embargo se refleja; en ese punto de coincidencia, cuando las miradas se juntan y se fugan, veía mi rostro como el de un pasajero extraño y conocido, una ausencia y una presencia, a diferencia del rostro que se refleja pero no puede ver y que es parte de la ronda en el juego del espejo.
Poco a poco, aquella angustia inicial, se iba licuando por mi alma como plomo fundido.

Años después, tuve la necesidad de buscar las respuestas a las preguntas acerca de los hechos que habían ocurrido en Plaza Italia. Supe entonces que el águila estaba en el centro del mundo y su emplazamiento posterior en el extremo de la plaza, fue el motivo de ese furibundo ataque a aquellas personas.
Antigua Plaza Italia

El desencadenante de la tragedia, una aberración en el sistema simbólico de los mitos y de su ley no escrita; todo por una vana necesidad urbanista.
Los nuevos ciegos, aquellos que tenían la memoria de la luz, tuvieron que adaptarse a su nueva situación de sombra perpetua, en un mundo flexible, con un afuera y un adentro, como un laberinto de puertas giratorias en incesante movimiento de la sombra a la luz y de la luz a la sombra.
En cuanto a las gitanas que acudieron en su ayuda, ellas sabían de la leyenda del águila, habían escuchado la voz de los oráculos, conocían el relato de un bálsamo que el vuelo del chamán traía desde la ciudad de los pájaros, en lo alto de la montaña, allí, donde las águilas mudan el pico y las plumas.
¿Porque estaba el hombre del micro en la escena con la bolsa de arpillera llena de bastones blancos y de lentes oscuros?
Ellas le revelaron la profecía, esa palabra a mitad de sendero entre la voz de los dioses y la mirada de los hombres; entonces él supo como ayudar, con la técnica adecuada para que los nuevos ciegos puedan adaptarse al mundo. Pero nada racional puede explicar la metamorfosis del águila ni la leyenda de su renovación, como el surgimiento del Fénix a partir de su propia combustión.
¿Porque estuve ahí, como testigo solitario del violento episodio?
Lo ignoro, el águila se llevó la respuesta al centro de la plaza, que ya no está y que sin embargo es.

Marcelo Ocampo

miércoles, 18 de marzo de 2009

Células madre: enfoque bioético

ILUSTRACIÓN DE CÉLULAS MADRE
FUENTE: Revista Scientific American

El debate alcanza a la oferta mediática de donación altruista o donación para uso personal desde los bancos de células madre y de su estatuto de público o privado y al embrión como fuente de células madre.

Autor:Dr. Marcelo Ocampo

Introducción

Según la Real Academia Española, madre es la que ha parido, también la matriz en la que se desarrolla el feto
Madre remite a Gea, Gaia, la tierra, prodigiosa, peligrosa, dispensadora de bienes y de catástrofes. Hay toda una red semántica en torno de madre como símbolo de amor, belleza, contención, actitud de entrega.
Hoy, irrumpen en el mundo científico, en la medicina, en la sociedad a través de los medios de difusión masiva, las células madre: las que se reproducen dando dos o más células hijas.
Descorriendo el velo de la polisemia semántica, la característica que une a todas las madres es su capacidad reproductiva, de dar vida y en el caso de las células la capacidad para curar enfermedades que fueron obtenidas de fuentes distintas por dos laboratorios hace 15 años. En EEUU, “Los Institutos Nacionales de Salud, regularán las investigaciones con células madre. Los fondos públicos no eran aplicables en este tipo de estudios desde el 2001”. Barak Obama en el cumpleaños del Senador Edward Kennedy. (www.edicionesmedicas.com.ar).
El veto a la financiación dio por tierra con la prohibición conocida como enmienda Dickey que limitaba los fondos para estas investigaciones, y se sitúa en una fuerte polémica sobre los asuntos científicos, terapéuticos y bioéticos. Además, terminó con la moratoria que fue propuesta por algunos eticistas en virtud del estado de conocimiento de la ciencia y la incertidumbre acerca de las reales probabilidades terapéuticas en una posición intermedia, entre Barack Obama y el Papa Benedicto XVI.
El debate alcanza a la oferta mediática de donación altruista o donación para uso personal desde los bancos de células madre y de su estatuto de público o privado.


Las células en un mundo complejo

Poner a las células madre en el mundo de la investigación y de la medicina, no debe hacer olvidar el mundo en su totalidad y en su complejidad; el doctor Hamid Gourabi, presidente del Instituto Royan Medicina Reproductiva y Células Madre iraní, se pregunta ¿Qué sentido tiene proteger un embrión más pequeño que la cabeza de un alfiler cuando en otras partes del mundo se puede matar a niños con las armas más sofisticadas? Fomentar todos los esfuerzos posibles para el avance de la ciencia es una obligación de toda la humanidad”. (www.edicionesmedicas.com.ar)
En nuestro medio, el cura Dr. Leonardo Belderrain, de la diócesis de Quilmes dijo: “algunos líderes católicos hablaron de una triste victoria de la política sobre la ciencia y la ética. Para mí es un triste análisis: ni Obama es tan científico ni nuestra iglesia es tan ética con sus indefensos indígenas, sus enfermos de sida, sus menores abusados y sus mujeres muriendo en abortos clandestinos”.
En Oriente Medio y en Occidente, con diferencias culturales, políticas, éticas y religiosas, las células madre generan una polémica cuyos ejes pasan por el estatuto del embrión, el uso de las mismas como fuente de recursos terapéuticos, las expectativas futuras de curación de enfermedades degenerativas, los recursos financieros en medio de una crisis global y la cuestión de los bancos públicos al alcance de todos o privados al alcance de unos pocos.

Aspectos científicos

La ontogenia, los tipos, la procedencia y posibilidades terapéuticas de las células madre, son el primer paso para establecer el nivel científico y técnico del conocimiento. Este primer nivel es necesario para el anclaje del análisis de los potenciales conflictos éticos que pudieran surgir del uso de esta tecnología.

¿Qué son las células madre?

Son un tipo especial de células que tienen la capacidad de dividirse indefinidamente y dar origen a diferentes tipos de células especializadas, no sólo morfológicamente sino también en forma funcional.

¿De donde se obtienen?

Tres son las fuentes: embriones, de cordón umbilical, adultas y su gemelas reprogramadas (IPS)

¿Todas tienen la misma capacidad?

Las embrionarias tienen mayor capacidad de regeneración y multiplicación indefinida. Para los trasplantes se pueden usar cualquiera de ellas, para regenerar otros tejidos, esto está en investigación.

¿Cuáles son las aplicaciones terapéuticas?

Hoy la única indicación terapéutica son enfermedades hematológicas como la leucemia y la talasemia. Se realizan transplantes antólogos y/o alogeneicos es decir entre personas histocompatibles. En el caso de los bebes con un hermano que sufre de este tipo de enfermedad hematológica, las células de cordón umbilical son enviadas al banco de células del hospital Garraham. El INCUCAI. es el centro regulador de este banco.
Así en nuestro país, el Hospital Juan P. Garraham es el único que cuenta con banco público que se inició para conservar los cordones de niños nacidos que tuvieran hermanos con enfermedades hematológicas, actualmente se ha ampliado para toda la población, ahora con donación sin rótulo. Si bien los bancos privados difunden posibles usos en enfermedades tales como la diabetes, Parkinson y patologías autoinmunes, esto no es posible hasta ahora.
Las células madre de embrión son usadas para la investigación por su potencial capacidad regenerativa de tejidos.
Por otra parte, hay un grupo de pacientes pudientes que hacen conservar el cordón en forma privada, criopreservación pero no tiene sentido porque primero no se conoce cuan larga puede ser la conservación y para las enfermedades hematológicas no tiene sentido, quizá el dueño de un cordón criopreservado dentro de 40 años tenga un infarto y si la investigación resulta se podrán usar las células para curarlo pero es de un costo no accesible e incierto.(Hematóloga consultada: Dra. Virginia Schuttenberg )

Embriones, religiones, sociedades seculares

El ojo de la tormenta está en la obtención de células madre de embriones o de fetos abortados considerando el estatuto ontológico de persona. El estatuto ontológico del embrión es una de las preocupaciones centrales de la bioética. Hay una cuestión científica o el embrión como individuo de la especie humana, una cuestión filosófica, o el embrión como persona y una cuestión jurídica o el embrión como sujeto de derecho. (Profesor Ballesteros en www.bioeticaweb.com).
Para la iglesia católica el embrión es persona a partir del momento de la concepción, y como tal sujeto de derecho.
Para los musulmanes, según El Corán a partir de los 120 días, cuando Dios insufla el alma en el nuevo individuo, esta creencia permite a los científicos iraníes investigar con mayor libertad las células madres embrionarias y con menor presupuesto que en EEUU. (www.edicionesmedicas.com.ar)
La ley judía, en cambio, considera que un embrión es el material genético que no tiene la condición de una persona. Según el Talmud, el embrión es “simplemente el agua” en los primeros 40 días de gestación. La curación y la preservación de la vida humana tienen prioridad sobre todos los otros mandamientos en el judaísmo. (http://www.mundo.in)
Para el doctor José Alberto Mainetti, hay dos concepciones contrapuestas: la genética, que es la que sostiene que la vida existe desde la concepción, y la epigenética, que afirma que el proceso embrionario va adquiriendo estatus humano y moral como proceso gradual y difenciado de la antropogénesis, filogénesis y ontogénsis humana. (Quirón, vol.36 nº1/3, 103.2005).
"¿El embrión es un agente moral al que le conferimos derechos y deberes? -se pregunta Florencia Luna, directora del área de Bioética de FLACSO, dice que “la ley no le otorga a la muerte de un embrión el mismo rango que a la muerte de una persona."
"Cuando uno habla del estatus del embrión, no se refiere a un evento cromosómico o genético, sino a uno en el que confluyen desde la dimensión biológica hasta la filosófica, la ética y la legal -explica el doctor Mario Sebastiani, miembro del Comité de Bioética del Hospital Italiano-. Y si bien existe vida una vez que el huevo está fertilizado, eso no quita que podamos intervenir, porque ese grupo de células no es una persona, del mismo modo en que no lo es un individuo que tiene muerte cerebral." (Nora Bär, diario La Nación www.lanacion.com.ar)
Como contrapartida, el Dr. Juan C Caprile, Titular de la Cátedra de Bioética de la UCALP, afirma que: “El embrión es un ser humano que debe ser respetado desde su inicio por la dignidad que se merece como persona constituida integralmente en forma física, psíquica y espiritual con un sentido de trascendencia sin vulnerar su Derecho a la vida”. (www.eldia.com.ar)
“¿Cómo definir biológicamente –científicamente- lo que un embrión humano sea sin dar cuenta no sólo de lo que ‘embrión’ signifique sino también de lo que signifique el término ‘humano’?
¿Es el género próximo el genoma nuclear humano y la diferencia específica el potencial de desarrollarse? Si así fuera nos quedaría definir, como hemos dicho, en que consiste el genoma nuclear humano y su potencial. Pero una definición en sentido estricto nos pide que no incluyamos términos que a su vez necesiten ser definidos. Por eso es que resulta tan problemática la definición propuesta.” (Juan Carlos Tealdi, “¿Es posible una definición biológica del embrión humano?”, Revista de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva, Vol.XIV, N°3, noviembre de 2007, págs.49-51).

Teorías bioéticas en escena

Desde el utilitarismo que admite en sus fundamentos el cálculo moral, la investigación con células madre de embriones estaría permitida para salvar la vida de personas enfermas si no existe otro recurso terapéutico, “se debe hacer lo que es bueno para la mayoría de las personas enfermas”, no importan las consecuencias del acto.
En cambio para el deontologismo, es bueno hacer lo que se debe, no hay cálculo moral posible, entonces si el embrión es persona hay que tratarlo como tal, no podría utilizarse como medio para salvar a otra persona.
Claro que si no es persona el hacer lo que se debe legitimaría su uso. Esto en cuánto a la ética sustantiva de la cuál se derivan principios y reglas éticas.
Una postura intermedia, conciliadora es la de Reese, reverendo del Centro Teológico Woodstock, quien propone -por ejemplo-, no crear embriones sólo con fines de investigación, sino utilizar los excedentes de las clínicas de fertilidad, que de todos modos serían destruidos. También manifestó que los investigadores deberían demostrar que su trabajo no podría realizarse con células madre no embrionarias y que la investigación con embriones debe avanzar hacia el objetivo de usar sólo células madre no embrionarias.
La postura media sostenida por Resse, explicita un propósito de ‘aplicación’ biotecnológica partiendo de un supuesto destino de destrucción.

Células madre de fuentes no embrionarias

El uso de las células madre de adultos no tiene mayores problemas éticos, cae dentro de los cuidados en ética de la investigación, teniendo en cuenta el consentimiento informado como figura legal que encarna el principio de autonomía o decisión de donar células y por otro lado de beneficiarse de la terapia con las mismas.
Las células madres de cordón no presentan prima facie ningún problema bioético, ma allá del consentimiento informado de los padres.

Bancos de células madre, ¿públicos o privados?

En cuanto al tipo de banco público o privado tiene simetría con la donación de órganos como acto solidario de donar una decisión altruista para quien lo necesite es el bien común.
Nadie está obligado a donar, de ahí el acto voluntario. En el caso de bancos privados, nadie está legitimado para decir que no hay que hacerlo, queda dentro de las libertades individuales.
Otra cuestión son las patentes y los royalties que embolsan las compañías farmacéuticas, que patrocinan la investigación con células madre, no es un dato menor y la guerra de las patentes se cotiza en la bolsa, poniendo un precio muy alto a la inversión y al sueño de muchas personas para llegar a beneficiarse con esta terapia.
La misma Infanta Leonor, mandó sus células de cordón umbilical, lejos de España, donde funcionan cuatro bancos públicos de células madre, ¿qué queda para el resto de los españoles?

Conclusión

Las células madre obtenidas de cordón umbilical o de personas adultas, no tienen mayor problema o conflicto ético más que el consentimiento informado y no es diferente a las exigencias éticas de cualquier otra investigación o procedimiento terapéutico con seres humanos.
El foco de la tormenta es el uso de embriones con fines de investigación que conlleva la muerte de ellos y fomenta la creación de embriones con fines distintos a la procreación.
¿Solo aquellos embriones ya condenados a muerte son los que podrían utilizarse porque de todos modos serán desechados?
¿Un supuesto destino de destrucción es suficiente argumento para el uso de embriones con fines de investigación?
La justificación ética o la prohibición del uso de embriones como fuente de células madre, varía según la cultura, los valores, y las políticas en materia de investigación clínica o experimental.
Los bancos públicos de células madre de cordón umbilical, con la donación solidaria, altruista, mantenida con políticas sanitarias y fondos públicos, garantizan el uso para todos de las células madre.
En nuestro país, el Hospital Garraham cuenta, desde el 2005 con un banco de estas características.
Los bancos privados son legítimos y dependen del principio de autonomía, pero solo garantizan el uso para unos pocos.
La bioética asoma así como un puente levadizo a transitar en la toma de decisiones sobre la salud y la enfermedad, la investigación y su aplicación, la medicina y la sociedad frente a un conocimiento biológico probabilístico y una toma de decisiones basada en incertidumbre.
Sin la reflexión bioética, imagino que algún día un clon de mí, parado frente a mí, reclamará por su identidad, ese día, el último humanismo, habrá caído.

Autor:Dr. Marcelo Ocampo
Fundador del Comité de Bioética del Hospital San Juan de Dios de La Plata, Argentina.


martes, 10 de marzo de 2009

La ilusión de un sueño

El anillo de piedras azules


Cuando llegamos de las vacaciones, Sandra comenta:-Perdí el anillo.
- ¿Cuál anillo? –pregunto.
–Ese de piedras azules que me reglaste para un aniversario.
- Ah, sí (no tenía idea de que anillo era).
–A lo mejor lo perdí en la costa-.
Yo pensaba que podría estar perdido en la casa, que nunca podría haber viajado con ella. Sin embargo, para algo tan pequeño como un anillo, la casa puede ser del tamaño de la costa.
Quizás se lo tragó la boca del lavatorio y está rodando por las vísceras de la cañería, tal vez llegando a la cloaca y adiós anillo, pensé.
-A lo mejor aparece en el lugar menos esperado y en el momento que uno no lo busca-.
-Ojalá, era tan lindo que otro igual no voy a conseguir- dijo con cierta tristeza y presagio de desgracia, o mejor una maldita profecía de Casandra, el mundo de objetos perdidos, tan lindos, tan únicos, de evocación singular de algún aniversario, que su ausencia es una verdadera tragedia cotidiana.
-A lo mejor lo encontrás como aquella ojota que arrastró el agua de lluvia, en bajada por la avenida y que diste por perdida, hasta que horas después bajaste del departamento y la encontraste (anclada a la rueda de un auto, como una canoa de goma amarrada a un muelle de látex redondo).
-Puede ser- pero ahí seguí la lógica (la lógica del deslizamiento del agua por el plano inclinado de la calle). -Sí, tuviste suerte de encontrarla luego de cuatro horas, cuando paró de llover-.
-Es cierto, me iba a costar conseguir otra ojota igual, es tan linda, un modelo que ya no venden. (De nuevo el presagio de desgracia de aquellos objetos desaparecidos en la cotidianeidad e imposibles de reemplazar).
El día caía, las valijas estaban ya casi sin la ropa. ¡Cuánta ropa por unos días! -pero el tiempo es tan cambiante, a la costa hay que ir bien pertrechado.

La mañana del día después, el teléfono suena y la voz apagada de mi tío Raúl, internado en una clínica por una cruel enfermedad, todas son crueles pero ésta era además terminal. Me pide que lleve a un cura muy particular, tan particular como él, una persona muy creyente y muy mística que divertía a todos con sus trucos de magia, pero esta vez, era de toda necesidad encontrarse con este cura. Subo al auto, busco a Leonardo, en su casa y le explico la necesidad, la urgencia del caso, mientras un perro San Bernando olfateaba mis zapatos y Monseñor Podestá me miraba desde un cuadro. Al rato, estábamos en la clínica. Me quedo en la sala de espera mientras él entra a la pieza a hablar con Raúl. Y Leonardo, cuando sale, mira al cielo, como interrogando a Dios -¿porqué le pasan estas cosas a las buenas personas? Lo alcancé hasta su casa agradeciendo su buena disposición.
Nunca supe qué hablaron, pero la última vez que charlé con mi tío, tuve por cierto que aquella conversación, le había traído la paz que necesitaba. Cuando ocurrió el desenlace, cuando la parte terminal de la enfermedad se hizo carne, pensé en ese rito de iniciación hacia el mas allá y la complicidad en la frontera, entre Leonardo y mi tío Raúl, como había ocurrido con el Minotauro y Teseo, su Redentor y el secreto en aquel bosque de Colono cuando Edipo viejo y ciego, le confiesa a Teseo, rey de Atenas algo que jamás se sabrá, otro rito de iniciación al mas allá y otro pacto secreto.

Pasó el tiempo, rápido y devorador como suele ser, con los recuerdos como telarañas y las imágenes que se agolpan en la azotea de la memoria y el incesante fluir de sensaciones y de intuiciones por el inconsciente.
Una noche, mi hija tiene un sueño, vio a su tío Raúl saliendo del cuadro de su pieza, corriendo la pintura de dos hermosas rosas y de un hada trepada a su tallo como una pequeña mariposa, la llama en voz baja, con una dulce mirada y esa cara bonachona, la invita a atravesar el espesor del cuadro que colgaba de una pared lateral. Ella acepta de buena gana y vestida con pijama de seda decorado con motivos infantiles, toma la mano de su tío y ambos entran por el cuadro a otro lugar, a otra dimensión
.

Ella presiente, aún en sueños, algo del más allá, no sabe qué es, pero a medida que ingresan , se ve un camino recto con algunas curvas suaves y siempre ascendente, como el de una montaña.
En efecto, era un camino de montaña por el cuál iban ascendiendo, había una bruma que obstaculizaba la vista.
De pronto llegan a una especie de descanso y desde allí Lucía le dice: -Pobres hombres esos que están allí(señalando el lado izquierdo del camino)¡deben tener mucho frío con esa escarcha en la cara!- ¡No los mires!, están muertos, no sienten el frío.
-¿Y ese olor feo?- insiste ella. -Es la parte del lugar que menos me gusta,- le dice él. - Pero hay que pasar por acá para que veas un lugar hermoso, con mucha luz ;un jardín inmenso de flores de todos los colores y árboles de grandes copas, como un bosque de kaleidoscopio-.

Y a medida que iban ascendiendo, la atmósfera se hacía más liviana, más diáfana, con aromas agradables y ese olor inicial, ya había quedado atrás. Al llegar al quinto descanso en la montaña, ahí estaba el bosque de kaleidoscopio, con colores que danzaban entre las flores, que estaban suspendidas en el aire, no tenían raíces, tampoco las verdes copas de los árboles a ambos costados del camino. Y el aroma era dulce, extremadamente agradable, entre las flores de pétalos multicolores y las gotas de rocío como prismas esféricos refractando los colores desde la superficie verde de las hojas.Por encima, nubes rosadas y una claridad tan intensa y tibia que era la celebración de la luz, una primavera eterna, tal vez el paraíso prometido.
Ella toma un caramelo que brotó del suelo y mientras saboreaba el rico manjar, Raúl la invita a mirar: -Allá, allá delante, ¿ves esa pequeña roca de lágrimas?, ahí en una de sus paredes, cuelga una lágrima de una delgada y tenue membrana-.
-¿La ves?, -sí es muy linda.
- Bueno, ¿te acordás que soy mago?
-Lucía asiente con la cabeza.
-Me saqué muchas veces el dedo pulgar; hipnoticé a muchas personas, a tu abuela, a tu mamá, a tu tía ,a tu primo; hice desaparecer distintos objetos, que luego hice aparecer con la varita mágica. La ilusión y la fe eran las dos condiciones por las cuales podía hacerlo-.
-Ahora te voy a mostrar el último truco de magia. Voy a hacer aparecer algo que tu mamá perdió hace un tiempo.
-¿Cuánto hace?- pregunta ella.- No importa cuánto, porque la magia no tiene tiempo, tampoco un lugar, como te dije, es cuestión de ilusionarse, de imaginar, de creer, no hay fronteras, por eso yo puedo pasar a tu mundo y traerte hasta este otro lugar, porque soy mago y vos tenés fe y crees en la magia-.
-Ahora tenés que cerrar los ojos, sin espiar-Lucía cierra los párpados y para no tentarse con mirar, aprieta sus manos sobre ellos, la ceguera del instante. ¡El pacto una vez más!
El dice:-A la cuenta de tres podés abrir los ojos, a la una, a las dos…El suspenso iba en aumento, el espacio luego del dos era casi una eternidad, hasta que llega el tres.Ella con gran expectativa pone fin al suspenso, retira sus manos, abre sus párpados, libera sus ojos a la luz y puede ver sobre aquella ramita de lágrima, el brillo de las cinco piedras tan azules como el quinto cielo, engarzadas en una flor de plata sobre el aro del anillo y el entusiasmo se apodera de su espíritu, entra en él, lo alborota.
-Andá y tomalo- le dice.-La lágrima es tan delicada y frágil que si lo intento yo se puede romper y el anillo de piedras azules rodaría hacia un lugar tan profundo que se perdería para siempre-.
Dicho esto, se despide con un beso suave y su imagen se va desvaneciendo en una especie de tercer espacio...

Creo haber estado despierto cuando presiento los pasos de mi hija, descalza corriendo hacia nuestra habitación y con voz entrecortada por la emoción gritando, -¡mamá, mami, tengo el anillo de piedras azules, ese que habías perdido!-
Sandra que estaba dejando la última somnolencia, en el estado de vigilia inicial, pregunta:-¿Dónde lo encontraste?-
-Yo no lo encontré, el tío Raúl me dijo donde estaba.

Autor:Marcelo Ocampo

jueves, 5 de marzo de 2009

Anécdotas de consultorio

Una historia de ángeles

Detalles de la imagen :Los ángeles de la Madonna Sistina.
Rafael Sanzio. 1513-1514

Hoy nada asoma más que la noche, negra o marrón, se parece a la tierra.
Una noche despoblada de cuentos, plomiza, tal vez ni vuelen los ángeles por el alerta de tormenta.

Hoy atendí a una paciente especialista en “espiritualidad” y me habló de los ángeles, solamente me puse a escuchar y a preguntar cómo eran los ángeles- es fácil identificarlos, tienen nombres que terminan en "EL"-me dijo,- en su casa o su familia hay quién se llame Ezequiel, Gabriel, Axel, Emanuel? - entre mí, pedazo de animal, pensaba en Jor- El, el padre biológico de Superman en la revista de historietas.

Le dije que sí que hay un Ezequiel, sobrino, un Gabriel primo, pero en mi núcleo familiar propio, edípico, no, no hay. Luego pensé y le pregunté, si valían los segundos nombres para entrar en la categoría de ángel- sí, me dijo, no importa el orden, y ahí nomás le chanté Mariel, el segundo nombre de mi hija Lucía,- ahí está el ángel -me dijo; le contesté que en Grecia a un don de tal por cual le decía daimon...se estremeció y me dijo: eso parece del diablo, es contra los ángeles. Bueno, entonces sacamos daimon y dejamos ángel, pero mi primo es Gabriel, un ángel que le gusta el asado, quemar carne y tomar cuanta bebida haya en la mesa (igual que a mí, pero no lo dije). Así pueden ser los ángeles, si así reúnen a la familia son onda positiva y diluyen problemas y desatan nudos y mitigan la angustia.

Tomá este antihistamínico cada 24 horas y si querés, podés volver en un mes, no antes, no creo que haga falta ya hiciste mucho tiempo de vacuna, años de vacuna y con asistencia casi perfecta.- Sí, la verdad es que el tratamiento me hizo muy bien, salvo este resfrío pasajero al regreso de las vacaciones - Ahora no mas vacunas, se trata de fármacos unos días y nada más( no quería saber de historias de ángeles tal vez porque ella me seguía hablando de los llamadores, de un mundo fantástico, de los ángeles bíblicos, de Rafael su segundo hijo que es un ángel). Termina la consulta, me da un beso y se va.

Llamo al siguiente paciente, el segundo en la lista de turnos, J.” Manuel”, que era en realidad, "Yanina", pero tenía el nombre mágico que terminaba en "el", en su D.N.I. Pero no usaba el nombre legal, porque él es ella.

Como ya la había atendido, no me sorprendió, pero me quedé pensando en el cuerpo de los ángeles porque sabemos que tienen alas, que no tienen espalda, pero ¿tienen sexo? ¿Si se cambia el nombre(o el sexo) deja de ser uno de ellos? Debía consultar el caso con la especialista en espiritualidad, pensé.

Recordé de pronto al ángel de la guarda de la infancia, cuando iba la cama antes de dormir, él acudía y era un protector y una dulce compañía que no me dejaba ni de noche ni de día. Qué distintos estos ángeles de hoy, de carne como cualquiera de nosotros, que no bajan desde el cielo, pero con un algo que los hace especiales transforman lo cotidiano.

Bueno, acá viene lo extraño, cuando la paciente se retira, me quedo revisando la lista de turnos, acomodando el fichero, pensando "cuando voy a comprarme una notebook”, seguro que nunca- respondí a mi mismo- estoy acostumbrado al viejo y cálido papel del fichero.
Fue cuando sucedió: golpearon la puerta del consultorio B, estaba solo, no tenía otros turnos, tres golpes firmes y secos, tan firmes y tan secos, que parecían de algún familiar, o de alguien de la clínica. Pues bien, cuando descorro el cerrojo, abro la puerta, miro, nadie hay frente de mí, digo, parado frente al otro lado de la puerta esperando por mí. Entonces pregunto al segundo nivel a ras del ojo, que es el segundo plano en el horizonte visual, difusas figuras que se vuelven pacientes sentados que no son de nadie (y son personas) hasta que alguien los llama por su apellido o pregunta, como hice yo: ¿alguien golpeó la puerta? Y uno sentado justo enfrente de mí o casi justo, me contesta - nadie golpeó, me parece-; mientras una paciente, al lado desde otra silla, no emite palabra, asiente lo que acaba de decir su compañero circunstancial en la sala de espera, moviendo la cabeza y levantando un tanto los hombros, mientras manda para abajo las comisuras labiales, en claro ritmo gestual de no saber si alguien golpeó la puerta.

Y entonces, me quedé pensado en aquellas historias de ángeles...

AUTOR :Marcelo Ocampo