En mi ciudad, La Plata, grupos de jóvenes se reúnen con un objetivo común, el crear el mejor muñeco, el más grande y el más bonito, para luego paradójicamente, quemarlos en una cosmovisión ritual de fuego, de brindis y de ordalía iniciática: un año muere y otro año nace.
Esta tradición platense tiene su origen en las culturas ancestrales, con su cosmogonía de tiempo circular, a-histórico, ligada al mito del eterno retorno en la ontología arcaica. La quema de muñecos es como una hendija, una cesura entre el mundo moderno, histórico, de civilización y de progreso y el mundo arcaico de muerte ritual y renacimiento.
Los muñecos están hechos principalmente de madera, alambre, cartón y papel. Adentro llevan mucha pirotecnia que es comprada través de rifas o simplemente pidiendo de casa en casa y también parando autos en el sector de construcción del muñeco.
Actualmente, estas esculturas compiten entre sí por premios otorgados desde la Municipalidad de La Plata.
Luego del brindis de las 0:00 la gente sale de sus casas y se junta a presenciar la quema entre las 0:00 y las 0:3
Previamente a la quema se realizan shows de fuegos artificiales y de bailes populares.
Un poco de historia
Los muñecos evolucionaron, se fueron perfeccionando año tras año. Desde el payaso con el letrero de "Cambaceres campeón 1956"; el homenaje póstumo al tranvía 14, en la despedida de 1966 o un gigantesco Juan Moreira como ofrenda a la película de Leonardo Favio. Porque los muñecos nacieron como homenajes "en vida".
Según las investigaciones del CID (Centro de Identidad y Desarrollo de La Plata) "estas expresiones demuestran que la globalización, paradójicamente, también achica al mundo y la gente necesita revalorizar sus pequeñas historias barriales, como ésta. Una manera de hacerse fuertes".
Los muñecos, de acuerdo a lo que cuentan, eran parte de una gran fiesta que empezaba en Navidad, donde las calles se vestían de fiesta con guirnaldas multicolores que colgaban de los árboles y con música que se pasaba desde un tocadiscos conectado a grandes bocinas colocadas también en los árboles.
Actualmente unos 20 días antes del 31, los chicos del barrio, sus familias, amigos comienzan con el armado de las estructuras de cada muñeco. Nunca se repite, de un año a otro, el mismo motivo.
De ritual y de Cosmogonía
La producción refleja el ritual que se repite todos los años en los calurosos días de fin de año, en los barrios de la ciudad de La Plata, cuando los vecinos despiden el año todos juntos frente a una enorme hoguera de madera y papel.
Emprenden así la reconstrucción de un sueño: la quema de muñecos que tiene sus orígenes en las antiguas costumbres de inmigrantes europeos, y que es re-significada como forma de construcción de la propia identidad.
Es la algarabía de la comensalidad, en la noche de nuevo año, con los muñecos en las esquinas de la ciudad, esperando su destino de fuego, muñecos que antes de morir calcinados, pierden la conciencia ahogados por el humo de la pirotecnia.
Pero un muñeco es un ser sin vida, a excepción de Pinocho, aquel trozo de madera parlante que reía y que lloraba frente a un carpintero, que soñaba con tener un hijo y al instante se dio cuenta que el muñeco jugaba a aprender a ser un niño. Lo lúdico y lo trágico tatuado en la carne y tallado en la madera, en la educación y en los valores, junto a la simbología del eterno retorno de un año nuevo y la combustión ritual de los muñecos, un diluvio de fuego y un renacimiento desde las cenizas, como aquel Fénix en el itinerario circular del calendario solar.
Es un rito de pasaje, iniciático y de purificación, un proceso que tiene antecedentes en varias culturas, el fuego como elemento que quema las impurezas. Los chamanes que conducen los actos rituales, son llamados los señores del fuego, pueden caminar sobre él, tragar brasas ardientes o tocar hierro al rojo vivo, sin quemarse.
¿Qué queda del mito arcaico?
En esta época histórica, reflexiva, de tiempo lineal y de fiestas paganas, no habría una regeneración del año como se creía en la ontología arcaica. Sin embargo, el clima de magia optimismo y festividad, flota en la atmósfera de los barrios y la quema de los momos o muñecos, es una purificación ritual a través del fuego, de las decepciones, las enfermedades, las pérdidas de seres queridos, las frustraciones, del año anterior.
Los muñecos con así los chivos expiatorios de todo lo malo del año que muere y la esperanza de un año mejor.
El bautismo de fuego, es la perfección de los comienzos y la memoria arquetípica de un paraíso perdido o la ilusión de la beatitud inicial. Por eso, la cesura entre los mundos arcaico y moderno, sigue abierta a la muerte, a la resurrección y la simbología de la purificación ritual.
Feliz 2011
Marcelo Ocampo
Fuentes
ELÍADE M. El mito del eterno retorno. Emecé Editores, 2006.
ELÍADE, M. Nacimiento y renacimiento, Kairos S.A., 2000.
http://salaamarilla2009.blogspot.com/
http://www.fba.unlp.edu.ar/
domingo, 2 de enero de 2011
La Plata y los Muñecos de Año Nuevo. El ritual
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2 comentarios:
muy interesante tu artículo Marcelo. Por mi barrio 10 y 40 se dice que allí se quemó el primer muñeco en la ciudad de La Plata, pero nadie está seguro de la fecha, si tenés alguna novedad avisame. Cristina
Cristina: en el año 50, está la foto del muñeco, Juan Moreira, en 10 y 40 en homenaje al club de cambaceres,disponible en mi sala amarilla 2009.
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